Visible molestia de los chuchos por críticas de Cárdenas
Martes 6 de mayo de 2014, p. 7
Llegaron vivos. Y juntos. Más que felicitarse, sin embargo, los dirigentes perredistas que arriban temprano al Teatro de la Ciudad parecen sorprenderse. Frágil la unidad, hondas las diferencias, el PRD llega a los cinco lustros sin haber expiado los pecados de su origen y quizá más amarrado que nunca al poder presidencial.
En Cuauhtémoc Cárdenas reconocen al guía moral, a la figura que hay que echar por delante a la hora de convocatorias que demandan el peso de la historia. Pero no votarían, no votarán por él para dirigir de nueva cuenta el partido cumpleañero.
Tampoco le aplauden, o al menos no lo hace un sector del auditorio (Jesús Ortega en la primera fila, por ejemplo) cuando se despacha con una dura crítica al partido que fundó.
El ingeniero abre boca con algunos de los puntos esenciales de la proclama de 1988, un retrato del partido que entonces se soñaba. ‘‘Un partido donde circulen las ideas y receptivo a la crítica, una organización donde no existan estructuras y aparatos más allá de los previstos estatutariamente… Que se maneje internamente con una democracia transparente…’’
Habla Cárdenas del partido soñado donde la acción colectiva y ‘‘la conducta personal de cada uno de sus miembros (ofrezca) la imagen tangible de aquello que propone para el país y para la sociedad’’. Y suelta la bomba de la autocrítica, resumida en una pregunta: ‘‘¿Qué tan cerca o qué tan lejos estamos de nuestro propósito original?’’
‘‘Más lejos que cerca’’
Asume su cuota de responsabilidad y atribuye también parte de la culpa a la ‘‘hostilidad’’ del Estado y los poderes fácticos, pero igual resume: ‘‘Yo respondería que nos encontramos más lejos que cerca de lo que nos propusimos y nos comprometimos a construir hace 25 años’’.
Algunos cuadros medios del sol azteca son los encargados de ponerse de pie y mostrar a las cámaras los letreros que demandan: ‘‘Cárdenas, presidente (del partido)’’. Como es sabido, Nueva Izquierda (NI) y sus aliados hicieron mayoría para definir que la dirección nacional del PRD se renovará por vía indirecta: es decir, las bases perredistas elegirán consejeros nacionales, quienes, a su vez, serán los encargados de llevar a sus cargos a los nuevos presidente y secretario general. Mediante esa fórmula, y en virtud de que las corrientes suelen controlar las estructuras electorales internas, el nuevo presidente del PRD, en septiembre venidero, será Carlos Navarrete Ruiz.
Cárdenas Solórzano lo sabe, y lo dice: ‘‘El PRD ha caído en la distorsionante práctica de tomar sus grandes decisiones por cuotas y por pesos relativos… El debate de ideas no es una práctica cotidiana y los principios frecuentemente se hacen a un lado para privilegiar alianzas electorales con quienes piensan y actúan en contra de los postulados del PRD’’.
A juzgar por los aplausos y los gritos de apoyo, la mayor parte de los asistentes son miembros de las corrientes que sostienen la idea de una ‘‘candidatura de unidad’’ y la necesidad de llevar a Cárdenas a repetir al frente del partido, porque ‘‘es el único que puede unirnos’’, como dice un dirigente en la penumbra del teatro.
El debate sobre la izquierda mala (Chávez) y la izquierda buena (Lula) puede haberse resuelto en América del Sur, pero aquí parece muy vigente. Cárdenas no se anda por las ramas: ‘‘Solamente al régimen entreguista y neoliberal le sirve ese discurso que dice que hay que ser una izquierda moderna o alejada de radicalismos. Los principios no son una moda. Si la defensa de la soberanía nacional y la de nuestros recursos naturales le resulta anticuada a los neoliberales, es mejor pasar por anticuados que ceder ante los vendepatrias’’.
Cuauhtémoc Cárdenas se refiere también a la ‘‘más grande deserción’’ en la historia del PRD, ocurrida tras los comicios de 2012, y llama a sus correligionarios a evitar que ese hecho se repita.
Para el ex jefe de Gobierno, en el ambiente prelectoral perredista ‘‘soplan vientos de fractura’’. Si la división se consumara, adelanta, a mediano plazo el PRD sería ‘‘un partido en declive, en achicamiento’’, con escasas posibilidades para los comicios de 2015 y 2018.
¿Se anima Cárdenas a buscar la ‘‘candidatura de unidad’’? No. Como ha hecho desde hace unos meses, se mantiene en las ramas al solicitar ‘‘un acuerdo’’ de unidad en torno de quienes buscan ya la presidencia del partido, ‘‘o en torno a cualquier otro compañero’’.
Izquierda Unida y Morena
Se bromea con Jesús Ortega Martínez sobre el venidero panorama comicial de las divididas izquierdas.
–Tendrán que cambiar de lema por ‘‘Democracia ya, electores para todos’’.
–No. Ahí está el caso de Izquierda Unida en España, y su votación marginal. Por ahí irá Morena –dice, muy seguro.
La charla ocurre cuando todos saludan con reverencia a la economista Ifigenia Martínez, en quien reconocen –con Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo– a ‘‘una de las tres fundadoras esenciales del partido’’ y que en este aniversario anda buscando un lugar que no le reservaron.
Tres jóvenes diputadas federales son las maestras de ceremonias. Se equivocan, trastabillean, olvidan presentar a Cárdenas (hasta que se lo recuerdan a gritos) y se enredan con las fichas curriculares de los perredistas que hoy reciben medallas que el partido ha acuñado para honrar a sus cuadros distinguidos.
‘‘No se sabe nunca cómo se decide la entrega, y a veces se equivocan. Como cuando premiaron como el mejor alcalde del partido a uno de Zimapán, Hidalgo, que terminó haciendo campaña al lado de Josefina Vázquez Mota’’, recuerda Ricardo Baptista, el tesonero municipalista del PRD.
De paso, Baptista corrige al secretario general, Alejandro Sánchez Camacho, quien en tribuna acaba de decir que el PRD gobierna para 16 millones de mexicanos. ‘‘A nivel local, gobernamos 21 millones’’.
El último orador es Jesús Zambrano. Tras pedir un minuto de aplausos para los fundadores del PRD y un minuto de silencio por los ‘‘héroes caídos’’, el presidente nacional del sol azteca responde, con brevedad que pasa a otro asunto, la crítica del michoacano: ‘‘Hemos reconocido errores y corregido estrategias, y hay que seguir en este ejercicio de revisión de nuestra actuación sin catastrofismos ni derrotismos que condenan a nuestro partido a la inmovilidad política’’.
¿Y el pacto por México?
La vía para evitar el inmovilismo sería, como recuerda el veterano militante José Antonio Rueda, dar trámite expedito a los asuntos cruciales para el partido: ‘‘Por ejemplo, a la firma del Pacto por México, que se resolvió en el PRD en 20 minutos. Somos candil de la calle y antidemocracia en la casa’’.
Tras el discurso de Zambrano sale Mancera y tras él la mayor parte de los dirigentes, quienes ignoran a la Orquesta Juvenil Universitaria, que ha traído su hermosa música al aniversario perredista.
Salen con las palabras de Cárdenas zumbando todavía: ‘‘Al país de nada le sirve una izquierda dócil y dizque a la moda. Le sirve una izquierda fiel a sus principios, respetuosa de quienes piensan distinto, con ética, y capaz de dar ejemplo en su vida interna de lo que quiere para el país’’.
Un discurso que no se escucha en el Zócalo, donde, teóricamente, será la gran fiesta del 25 aniversario. Siendo generosos, apenas unas 3 mil personas acuden al concierto bailable. Buena parte son ciudadanos sin partido, a juzgar por las bolsas con las compras que vinieron a hacer al centro. ¿Patria para todos? No, acá lo que enciende al público es Merenglass, con su kulikitaka.