Energía
Martes 6 de mayo de 2014, p. 24
Uruguay realiza cambios significativos en su matriz energética. Se espera que incremente a corto plazo su capacidad energética instalada entre 80 y 100 por ciento en relación con los niveles de 2010, debido a nuevas fuentes de generación, entre ellas viento, biomasa, solar y gas natural. La tendencia responde a una importante elevación en la demanda de la industria local, dado el sostenido crecimiento de la economía uruguaya en años recientes.
La Política Energética 2005-30 (aprobada por el gobierno en 2008 y avalada por la multipartidista comisión de energía del Congreso dos años después) traza el marco legal del sector. Según un informe preparado por Uruguay XXI, la institución estatal promotora de importaciones y exportaciones, esa política implica un fuerte compromiso con la diversificación de la matriz energética, así como un aumento en la participación de recursos energéticos de fuentes domésticas –sobre todo renovables– a corto, mediano y largo plazos. Este compromiso se propone lograr soberanía energética, impulsar las industrias domésticas y reducir las costosas importaciones de petróleo.
Adiós a los combustibles fósiles
La Dirección Nacional de Energía (DNE) ha estimado que hacia 2016 los recursos no renovables representarán 45 por ciento de la matriz energética primaria y las fuentes renovables 55 (biomasa 27, leña 12, energía hidráulica 10, eólica 5 y solar uno por ciento). Es una meta ambiciosa en comparación con el promedio global de 17 por ciento y el europeo de 20 por ciento de fuentes renovables de energía.
También representa una ruptura con el pasado. El petróleo importado y sus derivados han sido tradicionalmente la fuente más importante de energía en Uruguay. En los años de mayor actividad de la década pasada, el petróleo crudo ha representado 70 por ciento del consumo total energético de la nación. Esa cifra cayó a 48 por ciento en 2010 y debe alcanzar 40 por ciento en 2016, según la DNE.
La importación de petróleo ha tenido un impacto sustancial en las cuentas externas. La factura en 2013 fue de 2 mil millones de dólares y representó casi 20 por ciento de las importaciones totales. En un intento por reducir la carga, compañías extranjeras y la petrolera estatal Ancap invierten alrededor de mil 900 millones de dólares en exploración de gas y petróleo en Uruguay, mil 600 mdd de los cuales se destinan a la zona costera.
También se prevé un incremento en la proporción del gas natural en la mezcla primaria del país, a 5 por ciento hacia 2016, asumiendo que para entonces opere ya la primera terminal flotante de importaciones de gas natural licuado (GNL), ubicada frente a Montevideo. De ser así, la compañía eléctrica estatal, UTE, podrá generar 532 megavatios (mv) en la planta de ciclo combinado Punta del Tigre II.
Generación de energía renovable
Si bien continúa la inversión en petróleo y gas, más de la mitad de la generación eléctrica de Uruguay proviene de fuentes renovables, sobre todo energía hidráulica. A finales de 2013 la capacidad eléctrica instalada en Uruguay era de 3 mil 33 mw, de los cuales 51 por ciento eran provistos por esa fuente, 40 por energía térmica basada en combustibles fósiles, 8 por biomasa y 2 por ciento por fuerza eólica. Las fuentes alternativas han crecido en la década reciente: hace 10 años alrededor de 60 por ciento del consumo eléctrico del país procedía de plantas hidroeléctricas, 38 por ciento de generación térmica impulsada por gasóleo y el resto se importaba de Argentina o Brasil.
Estos cambios reflejan en parte límites en el crecimiento de la hidroelectricidad. Tres presas hidroeléctricas en el río Negro y la presa binacional Salto Grande, compartida con Argentina en el río Uruguay, se emplean a toda su capacidad y ya no es posible construir más. Por tanto, la preocupación por una eventual falta de lluvias ha impulsado a respaldar la seguridad energética diversificando la matriz, para lo cual se ha aumentado la participación de la energía eólica, solar y por biomasa en la mezcla energética. El gobierno ahora aspira a que 90 por ciento de la energía del país sea generada por una combinación de fuentes renovables hacia 2016.
Uruguay tiene un sustancial potencial de biomasa, basado en desechos industriales, agrícolas y forestales. Varias industrias procesadoras de bienes agrícolas han instalado plantas para generar energía eléctrica a partir de aserrín, cáscara de arroz, licor negro
de plantas de goma de celulosa y residuos de caña de azúcar, soya y sorgo, con el fin de alimentar sus procesos de producción, y venden el remanente a la compañía eléctrica estatal UTE. Se prevé que en este año y el próximo se agregarán 200 mw en energía de biomasa, debido a la implementación de 10 nuevos proyectos.
Es aún mayor el potencial de la energía eólica a causa de las favorables condiciones en algunas partes del país (niveles altos y relativamente constantes de vientos). A principios de abril se inauguraron dos granjas eólicas de empresas españolas. Cada una consta de 25 turbinas de viento, con capacidad de 50 mw cada una. Se ha estimado que en 2016 estarán operando 23 granjas eólicas, con una inversión total de 2 mil 500 millones de dólares y con una capacidad total de generación de mil 300 mw, equivalente a 30 por ciento de la capacidad total.
Incentivos e impacto
El gobierno ha aprobado varios mecanismos financieros para promover el desarrollo de proyectos de energía renovable. Un decreto de 2009 garantiza exenciones del impuesto sobre la renta de 90 por ciento hasta 2017, de 60 hasta 2021 y 40 por ciento hasta 2023 en procesos, servicios y en producción local de equipo y maquinaria relativa a la generación energética con fuentes no renovables. Un reglamento de la Ley de Promoción de Inversiones también concede diversos beneficios fiscales a granjas eólicas y plantas de biomasa, siempre y cuando cada proyecto sea aprobado por el Ejecutivo. El estatal Banco de la República (BROU) ofrece créditos blandos a largo plazo para nuevos proyectos destinados a producir energía limpia.
Con estos incentivos, parece probable que Uruguay logre la autosuficiencia en generación eléctrica con la incorporación de bastante más de 2 mil mw (mil 300 en energía eólica, 200 en biomasa, 200 en solar y 530 de Punta del Tigre) hacia mediados de 2016. Al disminuir las tarifas de la UTE a consecuencia de todo esto, se espera que los costos de la producción industrial se reduzcan y que los precios de los bienes fabricados sean más competitivos en el exterior. Hasta ahora los altos costos de la energía han puesto en peligro el acceso de sus exportaciones industriales a los mercados regionales e internacionales.
Las perspectivas positivas de la nueva capacidad también tendrán el potencial de convertir a Uruguay en nuevo exportador de energía, pues se prevé que la generación eléctrica rebasará la demanda interna en 2016. Las importaciones de energía de los vecinos Brasil y Argentina han sido significativas en décadas pasadas, hasta representar 43 por ciento del consumo local en 2006. Las importaciones se han reducido en años recientes, a entre 5 y 9 por ciento en 2010-13, y no se prevé necesidad de importaciones eléctricas a corto plazo, en vista de la creciente participación de fuentes renovables domésticas no tradicionales en la mezcla energética. Por el contrario, este año Uruguay exporta electricidad a Argentina, y lo más probable es que las ventas al mercado argentino continúen elevándose el año próximo.
Economist Intelligence Unit
Traducción: Jorge Anaya
En asociación con Infoestratégica