Para Gabo,
que se pasa de vivo,
fingiendo que se ha muerto,
este veloz soneto fracturado

Cómo no imaginaste que no hay muerte, con toda tu invención esplendorosa, dónde quedó tu musa, la gloriosa escritura de contemplar la suerte.

Cómo a la vida diaria hiciste hermosa, cómo tu vida fue literatura, cómo negaste siempre tu figura, cómo siempre en tu libro hay otra rosa.

Será quizá que te alcanzó el olvido,
será tal vez que se infectó la lanza
de tanto amor, aquel amor querido.

Es el dolor, tu resistencia mansa,
es el pavor, de solo haber nacido,
con mil quinientos años de esperanza.

Óscar Chávez

Abril 20 de 2014