Para frenar las nuevas manifestaciones de crímenes de odio, que tienen lugar en la parte del mundo que vivió la locura de los nazis y que han despertado los peores temores de una época que parecía superada, no bastan los marcos legislativos. Se requiere detenerlas desde un enfoque integral que garantice que la prevención de los crímenes atroces vaya acompañada de la instrumentación de políticas públicas para combatir la pobreza, la discriminación y la falta de oportunidades, advirtió el subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Juan Manuel Gómez Robledo.

Al inaugurar el Seminario de capacitación sobre mecanismos internacionales para la prevención de atrocidades masivas, Gómez Robledo insistió en que pese a diversas normas mundialmente aceptadas, los casos de atrocidades masivas no cesan en diversas regiones del mundo.

Recordó que el pasado 7 de abril se conmemoró el décimo aniversario del genocidio en Ruanda, que  en 1994 cobró la vida de más de 800 mil personas en un lapso de 100 días, “por poner sólo un ejemplo; hoy sabemos que el genocidio ruandés se gestó mediante el discurso de odio y discriminación difundidos por la radio, entre otros factores, y la vergonzosa inacción de actores claves como algunos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, para impedir su prevención.

Después de Ruanda prometimos un nunca más, que claramente sigue sin cumplirse. Desafortunadamente el mes pasado se cumplieron tres años de un sangriento conflicto en la república árabe siria, que ha cobrado miles de vidas, generado 6.5 millones de desplazados internos y 2.5 millones de refugiados hacia otros países. Siria es ejemplo de uno de los principales retos para la prevención, que es la falta de voluntad política.

Auspiciado por la Cancillería, el Instituto Auschwitz para la Paz y Reconciliación y el Museo Memoria y Tolerancia, el seminario pretende brindar capacitación teórica y práctica desde el enfoque preventivo a funcionarios de los tres poderes de la unión y especialistas en el tema. La responsabilidad de proteger reafirma la primacía que tenemos los estados de brindar las condiciones necesarias a nuestra población, de manera tal que ni siquiera la amenaza del flagelo de los crímenes atroces puedan tener cabida en nuestras sociedades, agregó Gómez Robledo

Aclaró, sin embargo, que frente a las interpretaciones erróneas que lamentablemente aún prevalecen sobre la idea que la responsabilidad de proteger a poblaciones de este fenómeno, es otorgar un cheque en blanco para dar cabida a la intervención militar en asuntos internos de los países esto no es cierto, pues, subrayó, la responsabilidad de proteger tiene un sentido eminentemente preventivo.

México siempre ha sostenido que la amenaza del uso de la fuerza, así sea motivado por las causas  humanitarias más nobles, no representa solución alguna a los conflictos de alcance global y por el contrario, es fuente de mayor inestabilidad, incertidumbre y violencia.