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Las leyendas de la música clásica dieron un concierto a cuatro manos que fue ovacionado de pie

Daniel Barenboim y Martha Argerich se rencuentran ante un piano en Berlín

Tocaron a Mozart, Schubert y Stravinsky; darán el mismo programa el 5 de agosto en Buenos Aires

Foto
Argerich y Barenboim se conocieron debajo de un piano. Eran unos niños y compartían juegos en Buenos Aires en la casa del señor Rosenthal, violinista que tocaba música de cámara los viernes. Arriba, Argerich en imagen de la portada de su álbum Lugano Concertos, editado por Deutsche Grammophon (foto Adriano Heitmann/ Inmagina). En seguida, Barenboim en el podio de la Staatsoper, en una fotografía que se incluye en el cuadernillo del disco Bruckner Symphony no. 7, Daniel Barenboim Staatskapelle Berlín, grabado con el sello Deutsche Grammophon (foto Monika Rittershaus)
 
Periódico La Jornada
Domingo 20 de abril de 2014, p. 7

Berlín, 19 de abril.

Los argentinos Daniel Barenboim y Martha Argerich, dos leyendas vivas de la música clásica, se sentaron hoy juntos al piano por primera vez en décadas para ofrecer un concierto a cuatro manos ovacionado de pie por el público de Berlín.

La mítica sala de la Filarmónica de la capital alemana vibró con los dos pianistas interpretando obras de Mozart, Schubert y Stravinsky, el mismo programa que ofrecerán el 5 de agosto en el teatro Colón de Buenos Aires, su ciudad natal.

Los continuos gestos de cariño y complicidad entre ambos dejaron claro que el concierto no fue sólo una de las citas musicales del año, sino también un motivo de alegría personal para dos artistas amigos desde hace más de 50 años.

Argerich, considerada una de las mejores pianistas de la historia, y Barenboim, director de la Ópera Estatal de Berlín y uno de los grandes orgullos musicales de la ciudad, ya habían actuado juntos el año pasado también en la Philharmonie, aunque entonces con Barenboim como director.

El concierto de hoy, sin embargo, fue el primero desde los años 80 que volvió a sentar a ambos al mismo piano. La quiero y la admiro desde que tengo siete años, dijo Barenboim hace pocos días sobre su rencuentro con Argerich.

Uno solo

Nacidos en Buenos Aires con sólo un año de diferencia, Argerich (1941) y Barenboim (1942) mantienen desde la infancia una amistad que nació cuando ambos se encontraron debajo de un piano. El padre del director de orquesta, Enrique Barenboim, tuvo además el mismo maestro de piano que Argerich, Vicente Scaramuzza.

De pronto me dio la sensación de que los dos éramos uno. No sólo musicalmente, sino también físicamente, explicó Barenboim en septiembre tras volver a ensayar con Argerich. Sin duda, es algo físico, añadió la pianista.

Esa unión se materializó hoy a la vez que progresaba el programa en la Filarmónica.

Barenboim y Argerich enlazaron sus pianos en la ambiciosa Sonata en Re mayor para dos pianos, de Wolfang Amadeus Mozart, hasta sonar con una misma voz y una misma respiración. Luego se sentaron codo a codo para desgranar con virtuosismo pasmoso las Variaciones sobre un tema original para piano a cuatro manos, de Franz Schubert.

El programa cerró con una exquisitez: la versión para piano a cuatro manos de La consagración de la primavera que Igor Stravinski ensayó con Claude Debussy en 1912, un año antes del escandaloso estreno de la obra en París.

Sentados en dos pianos, Argerich y Barenboim encarnaron la proyección y la variedad de recursos de la gran orquesta de Stravinsky para plasmar los paisajes hipnóticos y los ritmos rituales de una pieza que cambiaría la música del siglo XX.

El concierto de algo más de dos horas terminó con una estruendosa ovación del público en una Filarmónica a rebosar. Barenboim arrancó una flor del ramo que recibió en el escenario y se lo entregó a Argerich dándole un beso en la frente.

La tarde fue uno de los puntos fuertes del Festival de Pascua que organiza la Staatsoper de Barenboim. Argerich volverá a participar en la edición del año que viene, aunque esta vez Barenboim volverá a acompañarla desde el púlpito de director de orquesta.