A mediodía, con el sol a plomo, conseguir un sitio libre en el Olímpico de Pantitlán era imposible. Desde temprano cientos de familias de las colonias vecinas y del estado de México, ataviadas para la ocasión, se agolparon en la taquilla como enjambre de abejas.

Tuvieron que pagar 50 pesos por entrar aquellos con 12 o más años, y 40 los más pequeños. Las mujeres hacen cuentas y los niños –ya en trajes de baño– muestran su desesperación con brinquitos, hasta que aliviados escuchan. Pos ya nos quedamos aquí, para qué le erramos.

Al interior la diversión comienza. Con desparpajo los hombres lucen su abultado abdomen vestidos con diminutas tangas en colores brillantes; las mujeres, más recatadas, en shorts y playeras, mientras los jóvenes en largas bermudas, al estilo de los raperos. Todos se disponen a tomar el sol o echarse un brinco a las albercas.

Pasado el mediodía los administradores del lugar calcularon una asistencia de 3 mil personas. Aún así, señalaron, no se compara con la cantidad de gente que recibían durante la época de las playas de Marcelo Ebrard, cuyo acceso era gratuito. No cabía un alma, se tenía que dosificar la entrada para evitar tumultos, recuerda Jesús Vital.

Los mejores tiempos del balneario han pasado. Antes hasta música en vivo había, pero son los precios de sus entradas los que atraen a los bañistas.

Hasta ahí llegó Mariana y su familia. En total 16 integrantes. Procedente de Nezahualcóyotl, el deportivo Olímpico de Pantitlán es la opción más cercana que tiene en todos los sentidos. Yo quisiera llevar a mis hijos a Cancún o ya de perdis a Acapulco, pero ni modos, sólo para esto nos alcanza, expresa.

Mientras tanto, sin gastar un peso y sin temor a ser multados por desperdiciar el agua, los capitalinos también aprovecharon las fuentes danzarinas frente al Monumento a la Revolución para refrescarse. Una multitudinaria asistencia se registró ayer en dicho sitio, donde familias enteras aprovecharon los chorros de agua para mitigar el calor del Sábado de Gloria.