Empleo: corte de caja
Sólo uno de cada tres
Ingreso real a la baja
on bombo y platillo celebran en Los Pinos y zonas conurbadas que en marzo pasado, y por primera vez en mucho tiempo, la generación de empleo formal se aproximó a 100 mil plazas –incluidas las eventuales–, de tal suerte que la oferta de puestos de trabajo –sólo ese mes– prácticamente coincidió con la demanda, sin considerar rezagos. Parece una nota positiva, aunque no lo es tanto.
Así, la duración de dicha celebración será más efímera que un orgasmo, pues el balance de los 16 meses de gobierno peñanietista (diciembre de 2012 a marzo de 2014) es por demás deplorable en el tema que se comenta, pues resulta rotundamente negativo.
De acuerdo con la información estadística del IMSS, al cierre de marzo pasado el número de trabajadores asegurados en esa institución se aproximó a 16.8 millones (eventuales del campo incluidos), cuando en los hechos la nómina tendría que ubicarse en torno a 18 millones si la promesa de empleo a manos llenas se hubiera cumplido y sin incluir el déficit histórico, de tal suerte que lejos de festejar en el gobierno, en el sector empresarial tendrían que poner manos a la obra, porque la carencia de plazas laborales en el sector formal de la economía se incrementa mes tras mes. Lo anterior, desde luego, sin considerar la sostenida precarización del empleo generado.
En marzo de 2014 la estadística oficial documenta la generación de 99 mil 977 empleos formales, de los que 28.5 por ciento fueron plazas eventuales. Se estima que la demanda mensual en el sector formal de la economía es del orden de 100 mil plazas laborales, sin considerar rezagos. Así, en el primer trimestre del presente año cuando menos debieron crearse 300 mil puestos (permanentes, de preferencia), pero gobierno y empresarios (o viceversa) se quedaron cortos, pues sólo registraron poco más de 221 mil, de los que 44 por ciento fueron eventuales. Entonces, en dicho periodo no hay nada que celebrar.
Si se amplía el plazo y se echan números desde el arranque mismo del gobierno peñanietista, entonces la situación empeora. Tras 16 meses de estancia en Los Pinos, la estadística del IMSS (siempre de acuerdo con las promesas oficiales) debería registrar no menos de un millón 600 mil nuevos puestos de trabajo en el sector formal de la economía, pero como la realidad es el principal enemigo del discurso gubernamental, en ese periodo sólo se generaron 426 mil 601 plazas, de las que apenas (este sería el lado amable del balance) 4 por ciento correspondió a eventuales.
Lo anterior se traduce en que en lo que va del gobierno peñanietista alrededor de un millón 200 mil mexicanos quedaron fuera del mercado laboral en el sector formal de la economía (tres de cada cuatro que intentaron colarse a dicho mercado), sin incluir a los que de tiempo atrás, en administraciones anteriores, ya los habían mandado a paseo, o lo que es lo mismo, aquellos que obligadamente fueron incorporados a la informalidad, a la desocupación abierta, a la población disponible
o a la emigración. Entonces, todo indica que ni de lejos hay motivo para celebrar.
Además, la propia estadística oficial confirma, por si alguien dudara, que cada día que transcurre la formalidad laboral tiende a ser un sueño guajiro, pues a estas alturas sólo tres de cada diez mexicanos en edad y condición de laborar tienen cobertura del IMSS (30 por ciento del total de la población ocupada) y demás prestaciones, aunque tampoco ello es garantía de que los patrones cumplan cabalmente, comenzando por el pago de cuotas de acuerdo con el salario recibido, cuando las pagan. Las cifras más recientes del Inegi (cuarto trimestre de 2013) registran que alrededor de 32 millones de trabajadores no tienen acceso a las instituciones de salud.
Poco empleo, cada día menos prestaciones, y poder adquisitivo en el suelo no son elementos para celebrar. La actualización oficial de información la divulgará el Inegi dentro de tres semanas, más o menos, pero en vía de mientras los analistas de la Cámara de Diputados recuerdan que en enero de 2014 el salario básico de cotización promedio en el IMSS se ubicó en 8 mil 470 pesos al mes (nominales), para un crecimiento aparente anual de 3.85 por ciento con relación al mes anterior.
Sin embargo, explican, en el mismo periodo la inflación fue de 4.48 por ciento por lo que, en términos reales, el citado salario cayó 0.6 por ciento, sumando la segunda contracción consecutiva. En 2013 en promedio se registró un incremento nominal de dicho salario de 3.89 por ciento, pero en ese mismo año la inflación promedio fue 3.81 por ciento, con lo que el crecimiento
real promedio fue de 0.08 por ciento, aunque en enero de 2014 el registro se convirtió en negativo.
Además, advierten, los salarios del sector formal de la economía siguen sin recuperar su nivel previo a la crisis
. De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en el cuarto trimestre de 2013 los trabajadores ocupados tuvieron un ingreso nominal promedio de 5 mil 799.9 pesos mensuales, lo que equivale a una caída real anual de 2.8 por ciento. Comparado con su nivel más alto alcanzado previo a la crisis (segundo trimestre de 2008), los ingresos mensuales acumulan una reducción real de 16.2 por ciento
. En términos reales los salarios se mantienen deprimidos producto de los raquíticos aumentos y del crecimiento generalizado de precios. De hecho, al cierre de 2013 el ingreso real promedio resultó el más reducido desde, cuando menos, finales de 2005.
Así, la población ocupada remunerada no ha podido compensar la caída de los ingresos, lo que se ha traducido en un deterioro de la masa salarial, determinante del consumo nacional. El mayor número de trabajadores –formales e informales– no ha podido neutralizar el descenso en los ingresos reales, con lo que en buena medida se explica la significativa caída en la demanda interna.
Las rebanadas del pastel
¡Preparaos, mexicanos ingenuos!, que ya lo dijo el siempre atinado secretario de Economía, Ildefonso Guajardo: no hay fundamentos para incrementar el precio de la tortilla
… Y en Los Pinos están más que agradecidos con el embajador estadunidense en México, Anthony Wayne, porque les hizo el favor de llamar por su nombre lo que ha hecho el gobierno de Peña Nieto y socios que lo acompañan: “felicito particularmente a México (…) por las reformas constitucionales aprobadas para privatizar el sector energético”. Desde la residencia oficial se escuchó el clásico no me ayudes, compadre
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