La crisis del priísmo
El efecto Morena
Mojigatería izquierdista
l problema del priísmo en la ciudad de México va mucho más allá de las malas mañas de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre.
El PRI despareció del DF hace cuando menos tres lustros, o por lo menos se convirtió en oficina de paso para los miembros de ese partido a los que no se les halla algún lugar dentro de las primeras filas del tricolor.
Uno a uno de los sectores que formaban el PRI –obrero, campesino y popular, este último terminó convertido en movimiento territorial– fueron desapareciendo, conforme ese partido se debilitaba en su fuerza política y su fama de corrupción sempiterna se acrecentaba. De pronto resultaba vergonzoso pertenecer a esa organización, aunque hay que advertir que también hubo militantes de primera, como María de los Ángeles Moreno, que cada que fue necesario sacó la cara por su partido.
Pero el peso de los malos gobiernos, el mal sabor del desastre salinista y el entreguismo de Zedillo pesaron, y pesan, en el ánimo de los votantes del DF, que no perdonan el paso de la vida sumidos en una y otra crisis que desató el mismo PRI, que ahora pretende restructurarse en el Distrito Federal.
Hasta donde se sabe, los dirigentes del PRI están conscientes de que su partido no puede conseguir espacios fácilmente, por más que los pobladores de varias delegaciones estén cansados de los muy malos gobierno del PRD. Se requiere, para empezar, de algunos candidatos que tengan reconocimiento positivo de la gente, y de esos, por lo pronto, no tiene ninguno ese partido.
Y si, como aseguran algunas encuestas, hay delegaciones como Iztacalco, Tláhuac, Xochimilco, Magdalena Contreras y Coyoacán, para no ir más lejos, donde mucha gente quiere votar por alguna opción diferente al partido del sol azteca, pero no hay trabajo de otros políticos que no sea el de las tribus perredistas, por malo que sea, y eso inhibe las posibilidades de cambio que pretende la población.
Debido a ello es que las negociaciones entre azules y tricolores para crear candidatos de conveniencia, es decir, que representen a un solo partido, pero tengan el apoyo de los dos, han ido progresando, pero hasta ahora un problema casi insalvable es que quienes podrían ser candidatos no quieren competir, y los que quieren entrar a la contienda son pájaros de cuenta que ya conoce la población.
Por ello, hoy más que nunca la opción Morena crece cada vez más como la posibilidad de hacer que en algunas delegaciones se retome el rumbo de la izquierda, después del nefasto paso de algunos perredistas por esas tierras. En Morena ya se tienen, como ya hemos señalado, algunos nombres de fama impecable y trabajo arduo, que seguramente serán reconocidos por la poblaciones de las diferentes delegaciones y distritos electorales del DF.
Así pues, mientras el rumor y las mediciones de diferentes encuestas que situaban al PRI como un fuerte competidor para el año que sigue se van diluyendo, las voces y los números que advierten de la presencia electoral de Morena en el DF crece día con día, y más aún en estos días en los que Andrés Manuel López Obrador recorre la ciudad, con el éxito de siempre.
De pasadita
Carajo, ahora resulta que en la ciudad de las libertades la mojigatería se enseñorea. Nos dan aviso de que en cuatro días de la Semana Santa, en la mitad de las delegaciones de esta ciudad habrá ley seca, es decir, no se venderán bebidas embriagantes. Como si eso evitara que quien quiera emborracharse limite su deseo porque las autoridades mochas le dicen que no lo haga.
La cosa es de dar risa porque, por ejemplo, el gobierno de izquierda de Miguel Hidalgo obligará a los establecimientos a no vender bebidas alcohólicas, pero el de derecha de Benito Juárez dejará a sus pobladores que hagan lo que la conciencia les dicte. Luego por qué les va como les va.