Guerra de rumores
Rosario, difuminada
Eruviel, malquerido
Miranda, promovido
e han acentuado las versiones de que en ámbitos gubernamentales pronto habrá cambios que incluirán a Rosario Robles, Eruviel Ávila y Luis Miranda. Así quedasen (por lo pronto) en el reino de las especulaciones, tales ejercicios de adivinación política dan cuenta de la fragilidad de la secretaria de Desarrollo Social y del gobernador del estado de México, así como de la urgencia de ciertos segmentos pinoleros de colocar en un puesto relevante del gabinete a quien hasta ahora es poderoso subsecretario de Gobernación.
Robles no ha podido florecer en la estantería peñista como en un principio lo sugerían tanto su pertenencia a la baraja personal de Carlos Salinas de Gortari como el tamaño e impacto del estratégico plan de uso de recursos asistenciales para propósitos propagandísticos y electorales que le era encargado (la Cruzada contra el hambre). Si la salida de Francisco Rojas de la Comisión Federal de Electricidad fue un indicio de rupturas entre el invasivo Salinas y el actual ocupante de Los Pinos, que reclama autonomía de vuelo, entonces la secretaria Robles habría perdido también su principal base de apoyo.
Además, la tal Cruzada ha sido políticamente difuminada. Primero fueron los escándalos veracruzanos que mostraron al equipo de Rosario como partícipe de operaciones pedestres de mapachería detectada y denunciada. Luego, ella, su secretaría y su programa estrella han entrado en un terreno ahumado (y no sólo por los imborrables episodios de corrupción política y económica vividos junto al argentino Carlos Ahumada, o por la colocación de otro personaje estrella de esas andanzas, Ramón Sosamontes, como todopoderoso jefe de la oficina de la secretaria Robles). Incluso, según los afectos a las encuestas y sus derivaciones, en algunos de estos trabajos demoscópicos aparece Robles con más puntos negativos que positivos, constituyéndose en una carga electoral, sobre todo respecto al Distrito Federal.
Para relevar a Robles (mayo será el mes de la Cruzada contra el hambre) se mencionan varios nombres pero con especial insistencia envenenada el de Eruviel Ávila Villegas, el ex presidente municipal de Ecatepec a quien Enrique Peña Nieto acabó aceptando como candidato a su propia sucesión para evitar una ruptura si se insistía en imponer a Alfredo del Mazo Maza, alcalde de Huixquilucan y familiar del propio EPN. Con la vista puesta en la recuperación de Los Pinos, el PRI no podía permitirse el espectáculo de una salida de Ávila Villegas rumbo a expectantes partidos opositores. Así que Del Mazo Maza declinó a sus aspiraciones primarias y luego fue nombrado director de Banobras.
Eruviel se quedó como gobernador, pero ha debido lidiar con un doble condicionamiento negativo, al estar al frente de la entidad natal de un antecesor que ha extendido su poder al resto del país pero que además pretende seguir ejerciéndolo facciosamente en su terruño, y al constituir por sí mismo ese político, afamado por sus chapeados de campaña, un agravio circunstancial que el mando federal ahora consolidado ya cree posible menospreciar, torpedear y amagar con relevos, así fuera moviéndolo a una secretaría de gabinete que en apariencia le daría hasta una plataforma de aspiraciones presidenciales.
En corrillos palaciegos también se habla de que a Sedesol iría otro personaje, confiable como para hacer que despegue la famosa Cruzada y sus implicaciones electorales rumbo a 2015, y que Eruviel podría ir a un cargo menor, para que aprenda a respetar. Ese personaje confiable sería Ernesto Javier Nemer Álvarez, el actual subsecretario cuña en Sedesol, encargado del área de desarrollo social y humano. Nemer fue secretario de Administración, de Desarrollo Social y de Gobierno en diversos gabinetes del estado de México.
El redondeo del sueño pinolero de reacomodos sería que el relevo de Eruviel Ávila fuera Luis Miranda Nava, el miembro del equipo cerrado de Peña Nieto que fue enviado como cuña ejecutiva a Gobernación, donde Miguel Ángel Osorio Chong ha debido sobrellevar el hecho de que ese subsecretario conduzca personalmente las negociaciones más delicadas y se reporte directamente a Los Pinos. Miranda Nava fue secretario general de gobierno durante el último tramo de Peña Nieto en el estado de México. Por cierto, en esa condición de segundo hombre en el organigrama mexiquense, el ahora subsecretario firmó como testigo, también en Bucareli, aquel pacto de escándalo mediante el cual el PAN prometía no hacer alianzas con el PRD en elecciones de esa entidad en 2011 y el PRI daba sus votos para aprobar la ley de ingresos propuesta por Felipe Calderón.
Si ha de hacerse caso a la tesis muy mencionada de que en política lo que parece es
, entonces podría señalarse que el gabinete peñista parece estar en permanente pugna entre corrientes que de manera muy temprana buscan fortalecerse rumbo a la sucesión presidencial de 2018. Los dos punteros originales han modificado sus posiciones. Al principio parecía arrolladora la presencia del genio tras bambalinas (ni tanto) Luis Videgaray, a quien se adjudicaban los presuntos mejores trazos de la naciente administración federal. Miguel Ángel Osorio Chong se mostraba rebasado, en una curva de aprendizaje demasiado evidente, con mexiquenses desbordados en todos los ámbitos importantes del gabinete.
La contención del gasto público en 2013 y la polémica reforma fiscal de consecuencias tan negativas para tantas empresas ha llevado a Videgaray a un plano menos vistoso, mientras Osorio Chong parece decidido a recuperar plazas y piezas, con un apetito de cara a 2018 que no se sabe si es impulsado o solamente tolerado por su jefe que, recuérdese, no renuncia a la posibilidad de explorar opciones de relección en el máximo cargo púiblico, habiendo ya impulsado esa continuidad de periodos en otros niveles y estando, como está, dedicado a la construcción de una facturada aureola de estadista
que necesitaría más tiempo para cumplir su ciclo de reformas. En esos juegos de futurismo están ahora inmersos los rumores respecto a Robles, Nemer, Ávila y Miranda. ¡Hasta mañana!
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