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No quería ver a mi familia; sentía que les había fallado
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 7 de abril de 2014, p. 34

Ixtepec, Oax., 6 de abril.

Wilfredo Filiu Garay, hondureño de 47 años de edad, recordó con lágrimas que hace cuatro años dejó a su esposa e hijos con la promesa de que al llegar a Estados Unidos todo cambiaría y sus hijos podrían estudiar una carrera universitaria.

Ignoraba que en Coatzacoalcos, Veracruz, su travesía se vería interrumpida por un accidente que atribuye al cansancio y a la persecución, pues intentaba evitar que lo asaltaran o secuestraran cuando pretendía cruzar de Chiapas al centro de México en el ferrocarril llamado La Bestia.

Narró que, cansado de correr, se acostó sobre la vía del tren. Perdió la noción del tiempo y del lugar. Sólo recuerda que sintió un dolor parecido al de la mordida de un perro cuando el tren le desprendió una pierna.

Wilfredo observó cómo el tren se llevaba su extremidad. Quedó tendido sobre las vías, sufrió un choque mental y un ataque cardiaco que lo dejaron inconsciente. Despertó en un hospital de Coatzacoalcos.

Lloré demasiado. Pregunté a los médicos por mi piernita. Me dijeron que lamentablemente hubo desprendimiento. Posteriormente me repatriaron a Honduras. No quería ver a mi familia; los había defraudado, indicó.

Era el primer viaje de Wilfredo hacia Estados Unidos. Considera que su experiencia es un espejo donde pueden verse reflejados otros indocumentados. No es nada fácil, mi vida cambió para siempre. Un año estuve en cama; posteriormente la Cruz Roja Internacional me donó mi pierna artificial y ahora pido limosna para sobrevivir; en Honduras no hay trabajo, afirmó.