Opinión
Ver día anteriorDomingo 6 de abril de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Asombros capitalinos
E

n alguna ocasión platicamos del asombro que nos causó conocer el lago de Los Reyes, que aún sobrevive en Tláhuac. Rodeado de canales, nos trasladó de un golpe a la época prehispánica. Preserva un ecosistema rico en especies, muchas que subsisten desde esos tiempos: ranas, ajolotes, carpas, serpientes, tortugas, garzas y patos.

Al igual que en Xochimilco, hay coloridas trajineras en las que se pueden recorrer los canales que aquí son mucho más amplios, limpios, menos concurridos y las chinampas que los rodean se encuentran más vírgenes. Todo ello brinda un paseo maravilloso que nos traslada al siglo XV.

Otra de las riquezas que guarda Tláhuac es Mixquic. Su fundación se remonta al periodo entre 1150 y 1160, y sus pobladores estaban vinculados étnicamente con los tolteca-chichimeca. Como los demás pueblos de la cuenca, a partir de la consolidación del imperio mexica pasaron a ser sus súbditos y tributarios. El nombre de Mixquic significa en el mezquite o en el mezquital. Este lugar es particularmente famoso por sus festejos de los Días de Muertos. Su panteón se vuelve un agazajo de color y de aromas.

Otra actividad poco conocida y también sobresaliente son las fiestas conocidas como Los Jubileos. Se llevan a cabo en marzo y tienen como objetivo reforzar los lazos de identidad y de compadrazgo en los barrios de los pueblos. El festejo comienza con la panceada, la cual consiste en una cena en casa del presidente de los comisionados, en la que se da de cenar a toda persona que se acerque a festejar. El momento cumbre y donde se encuentra la esencia del jubileo es la procesión, en que se pasea al Santísimo por las calles principales, adornadas con hermosos tapetes de aserrín. La fiesta concluye con bailongo y juegos pirotécnicos.

El templo de San Andrés, en cuyo atrio se encuentra el panteón, data de 1537 y se derrumbó casi por completo al iniciar el siglo XVII a consecuencia de un temblor, lo único que quedó en pie fue el campanario, que se conservó separado del nuevo templo. Este último es de modestas dimensiones con una sobria fachada de tezontle negro con toques de rojo, proveniente del cerro de Santa Catarina.

El interior está decorado, en los arcos y las bóvedas, con relieves dorados de yeso. La cúpula central lucía en las pechinas, que son los cuatro triángulos que ligan los arcos torales y la cúpula, bellas pinturas del siglo XVII de los cuatro evangelistas. No sabemos por qué razón se desmontaron y se muestran en la oficina cural.

A un costado del templo se encuentra un área jardinada que nos brinda otro asombro: protegida por una barda de piedra se muestra parte de los hallazgos producto de las excavaciones arqueológicas realizadas en el lugar. Permiten establecer que Mixquic tuvo un gran centro ceremonial en la época prehispánica. Colocadas en pedestales de piedra a la intemperie, se pueden admirar varias piezas notables, todas labradas en la piedra negra de la región: un chac-mool, una especie de calendario, cuya identificación ha sido imposible, debido a que fue ahuecado para convertirlo en piedra bautismal, y unos aros de juego de pelota. Impresiona un tzompantli que muestra varios cráneos de piedra alrededor de una especie de foso alto, con huesos humanos a la vista. El hallazgo más importante es una notable representación de la deidad Mictlantecuhtli. No deja de llamar la atención que convivan en este espacio del templo católico, estas piezas veneradas por los ancestros mexicas.

Para comer, con la grata vista del lago de Los Reyes, vamos de regreso a Tláhuac, al restaurante bar La Playa. Ofrece comida de distintos lugares de México, además de las especialidades locales. Entre sus platillos más tradicionales destacan la médula en sopa o en tlapiques, el conejo en diferentes recetas, obispo y los mixiotes de carnero. Son de los impulsores de la ya famosa Feria del Tequila, que se lleva a cabo anualmente y es un orgullo de la delegación.