El trovador cubano logró una conexión inmediata con el público
Hoy Santiago Feliú cumpliría 52 años. A él quiero dedicar este recital
Lunes 31 de marzo de 2014, p. a23
Ochenta mil personas acudieron al Zócalo capitalino, la noche del pasado sábado, a la cita con el cubano Silvio Rodríguez, para encontrarse con su pasado y su presente, y esperar un futuro mejor a través de los mensajes, la poesía y la instrumentación ingeniosa, en un recital de tres horas, donde predominó el arte sonoro independiente y claro, para quienes buscan escuchar y no sólo oír.
Desde las 10 de la mañana de ese sábado, un grupo de jóvenes llegó para situarse frente al escenario, en la primera fila. Ahí estuvieron 10 horas, antes de que iniciara el concierto; entrada la noche se les veían los labios secos por la sed, el hambre y el estoicismo de soportar un clima voluble, y una lluvia con granizo que no los arredró.
A ellos se sumaron, a lo largo del día, minusválidos que fueron invitados al área VIP, de frente y al centro del escenario. A las siete de la noche ríos de gente llegaban como de un estuario de las calles que desembocan en el Zócalo: Tacuba, Cuba, 5 de Mayo, Pino Suárez…
Algunos reservaron mesas en los restaurantes de los hoteles, como el Majestic, pero el volumen fue bajo y apenas se oía hasta las terrazas.
A las ocho en punto entraron Silvio y Trovarroco, quienes fueron recibidos con aplausos y expresiones de respeto y cariño. El autor de Playa Girón tomó su guitarra y la simbiosis se repitió una vez más. Los acordes de Una canción de amor esta noche permitieron la conexión inmediata. Tu soledad me abriga la garganta es el resultado de lo que es posible crear bajo los influjos del amor, cuando éste es correspondido. Los días del agua, que muchos escuchaban por primera vez, dejó en claro que Silvio no se quedó atorado en Ojalá. Mujeres fue una pieza para las asistentes y algunos jóvenes se las cantaron al oído a sus novias.
Con sus canciones, Silvio Rodríguez provocó un zoom back al pasado, que revive como una flama. La velada, que el músico afirmó acompañaría con el mismo programa del show que ha presentado en los principales escenarios de México, que ha incluido al Auditorio Nacional. “Y un poco más…”
Los gritos de miles de jóvenes, nuevos seguidores de las canciones políticas, poéticas, metafóricas, vivenciales, profundas, sinceras, de lucha y paz, así como de amor en sus intersticios, pedían los éxitos de una de las principales voces de la trova cubana, junto con Pablo Milanés y Noel Nicola.
Hoy, Santiago Feliú cumpliría 52 años. A él quiero dedicar este recital. Todo el recital
. El recuerdo del amigo fue emotivo. Querer es estar pendiente de quien se adelantó en el viaje. Días antes, Silvio había comentado lo lamentable del hecho de la muerte de Feliú, por haber partido tan joven.
Se escucharon temas de su disco Amoríos, que los jóvenes corearon a pesar de sus reciente factura. Gente mayor aplaudía y comentaba que tal o cual composición les hacía rememorar algún pasaje de su vida, un momento de emoción, de pasión, de cuando se luchaba contra el sistema, ese monstruo de mil cabezas que se resiste a morir.
Noche fría, de historias de seres de barrio, de calle, de quienes dibujan el paisaje y son personajes de carne y hueso, de sangre y sudor, de juego y cerveza. Se escuchó a los cuatro vientos que Silvio lanzó su Papalote, sobre un negro que se hizo gente al morir. La exigencia moral, del somos o no somos, del todo o nada, de tener como principio de vida la idea de que ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial. La introspección colectiva fue con Tonada del albedrío; Mariposas, de la cual Silvio explicó que la compuso en Cuba, pero cuya génesis fue en el Distrito Federal. Tiene orígenes mexicas
, acotó.
Agradeció a México todo lo que le ha dado a lo largo de su vida, por lo que no podía faltar un invitado muy especial. Anunció que subiría al tablado el Estilos de la película Los Caifanes. Entre una gritería apareció Óscar Chávez con Los Morales. Para que amarrara la noche y Cuba y México fueran las dos alas de un pájaro. El caifán mayor interpretó La habanera. Siguió con Por ti, la del infierno es amor, cuando el Sol no calienta. Le pidieron otras, pero advirtió que lo de él sólo era un palomazo y no un recital. No obstante emocionó con el bolero Flores negras, híper cubano, y armó un gran tíbiri con Macondo.
Se fue Chávez y regresó Silvio para acabar de hacer la noche inolvidable, para reforzar convicciones, ideas férreas, sueños despiertos. A elevarse con el Unicornio azul, ese ser que no alcanzó lugar en el Arca de Noé; Óleo de mujer con sombrero, que es su muestra pictórico-musical hecha suite. “…que tenga cuidado el amor…”