La letra y el cetro, tema de la última mesa del foro por el centenario de Octavio Paz
Los intelectuales tenían nostalgia del futuro y ahora tienen una amnesia del presente, señala el profesor de Harvard
José Woldenberg plantea rescatar la complejidad de la vida social
Sábado 29 de marzo de 2014, p. 3
La última mesa del encuentro Octavio Paz y el mundo del siglo XXI, efectuada ayer en El Colegio Nacional, se tituló La letra y el cetro: los intelectuales y el poder.
Especialistas nacionales y extranjeros analizaron la obra y el pensamiento del galardonado con el Nobel de Literatura con motivo de su centenario.
Participaron el profesor y ensayista canadiense Michael Ignatieff; el profesor de humanidades en Harvard, Mark Lilla; el investigador y ex presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral, José Woldenberg; el historiador Christopher Domínguez Michael; y, como moderador, Ricardo Cayuela, titular de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
El también ensayista Mark Lilla expresó: Los intelectuales del pasado tenían nostalgia del futuro y los intelectuales de hoy tienen amnesia del presente
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Trazó el devenir de los intelectuales y el poder a partir de la guerra fría, pero dijo: “Si queremos pensar en el papel de los intelectuales en la política hoy, tenemos que ver con nuevos ojos el mundo político y cultural.
“Debemos empezar en 1999, antes no se hablaba más que del final de la guerra fría y se esperaba el regreso de Europa Oriental a la democracia y de los movimientos revolucionarios que Moscú había apoyado en América Latina y otros países, se pensaba que este era el final de la historia. Entonces todo cambió, y de este pensamiento se hizo pequeño nuevamente (…)
“En el resto del mundo se buscó el crecimiento económico a cualquier costo, por estas razones y otras nos olvidamos de la guerra fría (...)
“No sabemos distinguir lo que es correcto ante nuestros ojos, hemos pasado a una edad ilegible, no tengo nostalgia por las ideologías antiguas, tenemos más de 50 años y sabemos qué es estar en presencia de esas mentes, teníamos práctica en argumentar con los intelectuales que sólo hablaban de horror y de hambre con la confianza de un jesuita en su hábito.
Las personas hoy no quieren eso, pero con ello algunas políticas intelectuales desaparecieron, así como la ambición y curiosidad intelectual
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Nada de exorcismos
Mark Lilla preguntó: ¿De qué hablan los intelectuales hoy día? Parece que hablan de la libertad individual
, y añadió: “Esta edad es liberal por defecto, sin importar las ideas o sentimientos, no hay debate público al respecto y no se ha agotado. Desde que terminó la guerra fría nos encontramos en un mundo en el que todos los avances de los principios de libertad en una esfera se estancan en otros, queramos o no. La libertad que perdemos es la libertad de escoger nuestras libertades”.
Como intelectuales, añadió, hemos abdicado el dogma libertario de nuestro tiempo, está imbuyéndose en todos los ámbitos pero también nos ciega ante ello y nos hace más pasivos de lo que realmente somos. El mundo que estamos haciendo con nuestras manos es tan lejano de nuestras mentes como un hoyo negro. Los intelectuales tenían nostalgia del futuro, hoy en día tienen una amnesia del presente
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José Woldenberg, a su vez, destacó el cambio que ha ocurrido en México con la alternancia del poder, un momento diferente al que vivió Octavio Paz cuando el poder estaba concentrado en un solo partido, el PRI, desde la Presidencia hasta el control de las cámaras.
El trabajo intelectual debe intentar rescatar la complejidad de la vida social, sus tensiones, dilemas, no aparecer como exorcistas sino hacer discernible esa complejidad que llegó para quedarse
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