La Cámara de Diputados dio ayer el primer paso para penalizar a los aficionados a deportes profesionales, principalmente el futbol, en casos de violencia en los estadios. Los espectadores, alertaron legisladores, deberán cuidarse de incidentes o provocaciones, a riesgo de ser perseguidos o detenidos incluso por las fuerzas federales, pero deja intocables a los dueños de los equipos y a los inmuebles.

Uno de los principales argumentos en favor de la reforma a la Ley General de Cultura Física y Deporte lo llevó a tribuna el comentarista de Televisa y diputado del PRI, Gerardo Liceaga: evitar que con el tipo penal de violencia en eventos deportivos se reproduzca en México el fenómeno de los hooligans.

En la discusión del dictamen, diputados del PRI, PAN, PVEM e incluso del PRD (53 de estos últimos votaron a favor) compararon la violencia en los estadios del país con los sucesos provocados por los aficionados ingleses todavía hace una década.

La referencia insistente a esos episodios fue utilizada por la perredista Karen Quiroga, quien le pidió a su compañero Roberto López Suárez explicar “la peor imagen de un hooligan borracho, a nivel de cancha, en las recientes épocas”.

Desde la tribuna, López Suárez señaló: “La imagen más clara que he visto de un hooligan borracho en una cancha, y que no es jugador, es (Emilio) Azcárraga cuando el América ganó el campeonato (contra Cruz Azul, en 2013). Esa es la imagen clásica de un hooligan”.

Con la reforma, que se aprobó dos días antes del clásico Águilas-Chivas, derivada de la presión de las televisoras, radiodifusoras y diarios deportivos, el gobierno federal integrará un padrón de aficionados violentos, en el cual quedarán inscritos quienes sean sancionados con la prohibición o suspensión de asistir a eventos y espectáculos deportivos.

Incluso, se avaló que esta lista formará parte de la base de datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública y que la información personal será confidencial. Sólo estará disponible para manejo de la autoridad y para hacer efectiva la prohibición de asistencia a espectáculos deportivos.

El documento contiene seis castigos para el tipo penal: prisión de seis meses a dos años y el equivalente a entre cinco días y 30 de multa contra quien lance objetos contundentes a la cancha; cárcel de seis meses a tres años y de 10 a 40 días de multa a quien ingrese sin autorización al terreno de juego y agreda a las personas; cuatro años de prisión y 60 días de multa a quien participe activamente en riñas.

Asimismo, cuatro años y seis meses de prisión a quien incite o genere violencia; la misma penalidad a quien cause daños a los bienes muebles o inmuebles del recinto deportivo; y un año y medio a cuatro años de prisión a quien introduzca al recinto o anexos armas de fuego, explosivos o cualquier arma prohibida.

Estas sanciones se aplicarán independientemente de lo que establece el Código Penal, cuando exista un delito tipificado fuera de los dispuestos en la reforma. En este caso intervendrá el Ministerio Público Federal.

La discusión y aprobación del dictamen se dio con un marcado ausentismo de diputados. Sólo 279, de 401 que asistieron, se quedaron hasta el final. Los presidentes de las comisiones de Justicia y Deporte que presentaron el dictamen, Felipe Muñoz y Ricardo Fidel Pacheco, ambos del PRI, no asistieron a la sesión.

Zuleyma Huidobro (MC) presentó un voto particular para controvertir el dictamen, pero fue rechazado: Criminalizar la violencia en los estadios o sanciones penales no son la respuesta adecuada, sino políticas públicas que resuelvan la grave problemática social.

El coordinador de los diputados del PRI de Jalisco, Abel Salgado, torció deliberadamente el sentido de la frase del escritor Eduardo Galeano, al afirmar: “Galeano decía que ‘el fanático nunca viene sólo. Metido en la barra brava se convierte en un peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y el miedoso da miedo’”.