Tres consideraciones
a poesía, que no se niega a los significados, lo que nombra es sentido. Y el sentido se siente, no se declara. De ahí que tantas declaraciones de nuestros políticos sean experimentadas, se entiendan o no, sin sentido. El denominado delirio o –bien afirmada en sus raíces la palabra– entusiasmo del poeta, podrá parecer al lenguaje funcional no pocas veces un lenguaje extraño, raro (Aristóteles algo así –pero por definición, no por negación– afirma en su Poética), como que entre ilegible e ininteligible. Si de poesía auténtica se trata (pensemos en algunos pasajes o versos de Vallejo para no distanciarnos demasiado de nuestra zona de comprensión), de lo que no se le puede tildar (y no por costumbre cultural, sino por la originalidad de su fuerza expresiva) es de insensible.
Sólo lo difícil es estimulante
es la conocida frase de Lezama Lima. Lo difícil, imaginamos, formativo, como por ejemplo aplicarse cada vez mejor ya a la práctica de un ejercicio físico, que no tiene por qué ser estrictamente deportivo, puede ser el baile, ya a resolver una serie de problemas matemáticos, ya, en el terreno específico de la poesía, a seguir, por mera preparación, los modelos que expone Tomás Navarro Tomás en El arte del verso, o a estudiar a fondo, algo a primera vista ciertamente dificultoso, su Métrica española, que incluye como capítulo el librito arriba mencionado. Lo difícil, dijimos, formativo, porque quién duda de que hay vidas difíciles, difíciles porque los individuos que las viven así lo quieren, y que no parecen llevar a parte alguna. Lo difícil, entonces, a que nos referimos, es lo difícil que lleva a alguna parte. ¿Pero a qué parte? A una parte, creemos, desde donde, curiosamente, es más fácil, más sencillo, menos problemático entender lo humano.
Lo problemático no es tan dificultoso para quien tiene el adecuado entrenamiento. Refiriéndonos, con el ánimo de ser cuidadosos, sólo a las letras, pensemos en Vallejo, pensemos en Lezama, pensemos en la humanidad comunicada que son los Poemas humanos, Paradiso. Cada lector, obvio, propondrá sus ejemplos. Yo no puedo evadir, para seguir en el ámbito del castellano, Rayuela, Residencia en la tierra… Pero detenerme debo. Pensemos, llanamente, si es que en ello llanamente se pudiera pensar, en la humanidad comunicada que encontramos en la historia del arte, en la historia de la literatura, en (no es desde luego mi espacio de confort, pero, vamos) lo que nos haya sido dado conocer de la historia del pensar.