El ex presidente Adolfo Suárez, como arquitecto de la transición del Estado español, fue un demócrata y, en el proceso de cambio, actuó como tal; afrontó todo tipo de riesgos y contrariedades, pero continuó con las negociaciones de una manera muy firme, definió Porfirio Muñoz Ledo.

El ex embajador de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirmó que Adolfo Suárez, quien ya se encontraba retirado, falleció en un momento en que los acuerdos a los cuales llegó, tanto los de la Moncloa como los constitucionales, han llegado a un punto límite; se agotó un ciclo de la política española, que requiere una gran reforma, desde la Constitución. Adolfo Suárez se convierte en un símbolo de una transición paradigmática, dijo.

En entrevista, Muñoz Ledo recordó que la relación de los actores políticos de México con la naciente democracia española se dio por conducto de todos los dirigentes de los partidos, y que Suárez siempre se mostró abierto y fue lo contrario de un político dogmático.

Recordó que no fue un político de profesión, se destacó como funcionario militante, tuvo como gran virtud que no favoreció a ninguno de los bandos en contienda y que hizo posible la continuidad del Estado español.

Es por ello que, dijo, se le conoce como el arquitecto de la transición; se distinguió por su enorme temple y así logró el cambio político y económico en España.

Muñoz Ledo –quien se recupera de una reciente intervención quirúrgica– dijo que conoció a Adolfo Suárez cuando éste formó una coalición de centro democrático.

Tuvimos ocasión de sostener varias pláticas evocadoras sobre lo que ya había pasado, y de la historia reciente de España, era el mejor testigo de la transición, explicó.

El ex presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados afirmó que Adolfo Suárez se convirtió en un símbolo de la transición española por su tenacidad, su imparcialidad y su sentido de tarea. Lo que hizo Adolfo con la transición española fue una gran faena, con sentido.