o me refiero a que sin duda deseamos un año de paz, sino a Octavio Paz y tomo el lema de una taza que obsequian actualmente en la librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica (FCE) de Miguel Ángel de Quevedo.
Entre las exposiciones más esperadas este año se encuentra la que podrá visitarse en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (Muac) a partir del 28 de marzo próximo, Desafío a la estabilidad es producto de un trabajo de investigación y recuperación que entre otras sorpresas tendrá como uno de los puntos fuertes la exhibición del mural del cine Diana de Manuel Felguérez. Por sí sola, esta pieza, y más situada en un contexto temporal preciso, acarreará cúmulo de visitantes a los amplios espacios del edificio diseñado por Teodoro González de León.
Las generaciones de artistas que en este y otros sitios de la Universidad Nacional Autónoma de México ofrecerán un panorama que obedece a varias disciplinas corresponden con la llamada Ruptura
, epíteto muy discutido y poco afortunado que la escritora y crítica de arte Lelia Driben con gran generosidad me ha atribuido como acuñadora, atribución que por desgracia no me corresponde, pues aunque el término sea desafortunado, está historiado y tal y como dijo públicamente en una ocasión reciente Arnaldo Coen, llegó para quedarse.
Tiene su razón de ser, no por parte mía pues yo no estuve incluida en el grupo de quienes colaboraron en la gestación y edición del catálogo titulado precisamente Ruptura que corresponde a la exposición en el museo Carrillo Gil que tuvo lugar en 1988. Desde entonces el apelativo ha tendido a sustituir los que antes usábamos comúnmente quienes escribíamos sobre los anteriormente llamados artistas independicentes
entre los que están, entre otros, Felguérez, Rojo, Coen, Von Gunten, además de los muy conspicuos y ya fallecidos Alberto Gironella, Lilia Carrillo y Fernando García Ponce, con antecedentes.
El pintor Tomás Parra alega que los de Ruptura
abarcan a todos quienes plantearon un quiebre o rompimiento con las corrientes prevalecientes en el momento y que ese quiebre lo ofrece de modo nítido Juan Soriano, quien abandonó el figurativismo propio de algunas venas de la Escuela Mexicana a partir de sus primeros viajes a Italia, con obras como Apolo y las Musas, los Peces luminosos y un poco después, los retratos de Lupe Marín que se exhibieron en Misrachi: El viejo misterio de la mujer desvelado y vuelto a velar
anotó Octavio Paz de quien es asimismo el siguiente pensamiento respecto de disidencias y rupturas: “Los artistas contemporáneos (su referencia principal está en Tamayo y Mérida) volvieron los ojos hacia el ejemplo europeo y así pudieron interesarse en sí mismos (…) La ruptura con las tendencias del arte mexicano que hasta entonces los había nutrido fue completa y brusca –‘El ejemplo Tamayo abrió paso al nuevo espíritu’”. Estas frases están entresacadas de El signo y el garabato en la edición de Joaquín Mortiz.
Sin embargo pienso que la idea de Paz con mayor repercusión por lo que respecta a otros escritores y comentaristas, es el capítulo titulado Tradición de ruptura
, si bien las ideas se aplican fundamentalmente a los veneros de la poesía, aunque suelen aplicarse a los de las artes plásticas. Una tradición hecha de interrupciones y en la que cada ruptura es un comienzo
. Cualquier interrupción en la transmisión equivale a quebrantar la tradición
. La tradición de la ruptura implica no sólo la negación de la tradición, sino también de la ruptura
. Si lo tradicional es por excelencia lo antiguo, ¿cómo puede lo moderno ser tradicional?
De algún modo y quizá sin querer queriendo, el mismo Paz se responde: tradición significa continuidad del pasado en el presente, entonces, dice, ¿cómo puede hablarse de una tradición sin pasado que consiste en la exaltación de aquello que lo niega? En otro momento alude a productos prematuramente envejecidos
en todos los órdenes. Doble y vertiginosa sensación: lo que acaba de ocurrir pertenece ya al mundo de lo infinitamente lejano y al mismo tiempo la antigüedad milenaria está infinitamente cerca
. Seguramente a los posibles lectores que relean o lean estas frases, les sobrevendrán decenas de ejemplos plausibles de lo que Paz dijo en ese capítulo de Los hijos del limo en la colección Ensayo de la editorial Seix Barral. El grueso de las obras de Paz, como bien se sabe, se ha reditado en publicaciones avaladas por él mismo en varios volúmenes del FCE.
No estaría de más ir reuniendo conjuntos de aforismos de este poeta, pensador y ensayista, cosa que en una memorable ocasión ya trabajó Raquel Tibol cuando se verificaron los homenajes a Tamayo por sus 70 años de creación artística.