El Laboratorio de la Máscara cumple 21 años de trabajo en 2014, tiempo en el que ha creado obras escénicas con las posibilidades que nos dan estos objetos, que han estado presentes en las culturas del mundo, en general, y en los pueblos prehispánicos, en particular, expresó en entrevista Alicia Martínez Álvarez, directora de dicho organismo.

Definió al Laboratorio de la Máscara como rostro y corazón en movimiento, “por lo que estamos preparando la tercera obra de la trilogía Entre guerras y fronteras, que será estrenada el 5 de abril en el Teatro Julio Castillo.

Nuestro trabajo se guía con el espíritu de un laboratorio creativo y la máscara como herramienta. Somos un grupo de profesionales del teatro que conjuga talento para crear juegos escénicos. Exploramos y reinventamos las posibilidades de un teatro lúdico, popular y contemporáneo cuya poética vincula nuestras raíces culturales con la realidad social.

Para Alicia Martínez, la compañía ha consolidado propuestas escénicas y pedagógicas que le han valido el reconocimiento nacional e internacional. El Laboratorio de la Máscara se ha presentado en diferentes circuitos teatrales del país. Su juego y exploración con espacios alternativos han generado diversas aventuras en museos, plazas, fuentes y barrios. Se caracteriza por propuestas innovadoras, no sólo por su herramienta característica, la máscara, sino por sus apuestas no convencionales en el uso de espacios, dramaturgia y corporalidad actoral. Ha participado en festivales nacionales e internacionales y realizado intercambios y residencias artísticas con escuelas y compañías de México y el extranjero.

El Laboratorio de la Máscara, precisó, creó la trilogía Entre guerras y fronteras para despertar en niños y jóvenes la sensibilidad en torno a los conflictos sociales que desgarran el tiempo presente. “Con temas como migración, intolerancia, racismo y guerra hemos hecho reflexionar a cerca de 8 mil espectadores con las primeras dos obras: Cómo vivir con los hombres cuando se es un gigante, de Suzanne Lebeau, figura emblemática del teatro para niños en Canadá, y El viaje de Tina, escrita por Berta Hiriart”.

Ambos montajes se utilizaron para acompañar la Caravana de madres de migrantes desaparecidos; han compartido con chicanos en Dallas, Texas, las tradiciones y sincretismo. Ahora llegará a escena La doncella ponzoñosa, que cerrará la trilogía. Integra la manifestación urbana e ilimitada del grafiti a la poesía escénica de un texto que habla de contagio, guerra y amor.

Para finalizar el ciclo y celebrar su cumpleaños, el Laboratorio montará una exposición con su acervo de máscaras, mismas que han formado parte de sus 20 puestas en escena.

La entrevistada hizo estudios de teatro en Francia y en México, en el CUT. “El Laboratorio inició sus trabajos en Xalapa, Veracruz; ahí comencé a entrenar actores en el uso de la máscara y la pedagogía me fue llevando a la dirección, y hoy en día formo parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Antes de estudiar teatro estuve en Artes Plásticas, en lo que fue La ex Esmeralda, ese cajón maravilloso donde una vez me tocó sentir un temblor, experiencia que fue de un terror enloquecido, y la máscara resultó ser un puente para mí.

Cumplieron los 20 años de historia en 2013, pero la celebración ha llegado hasta ahora. “Yo nací un día 21 y me es más emblemático que los 20. Ahora hago un montaje con el que cierro un proceso dentro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Se estrenará el 5 de abril, en el Teatro Julio Castillo. Este trabajo para mí significa un escalón en mi entendimiento de lo qué es construir un lenguaje de máscaras en México, país de máscaras donde las escuelas de teatro están enfocadas al realismo, al naturalismo, en que han aparecido vertientes del teatro lúdico, que tiene que ver más con el clown, el circo y, de repente, con la formación de danza”.

En La doncella ponzoñosa actúan ocho profesionales y es una historia de una hermosa joven que va descubriendo que tiene veneno y mata a quienes se le acercan. Ese es su destino. Hasta que se enamora de un general. Se cura y el general muere. Es un cuento que viene de Richard Gardnett, francés. Martín López retoma de él la idea, pero la lleva a una dimensión impresionante, porque la doncella toma conciencia de su naturaleza, de su condición ponzoñosa y va tomando las riendas de su vida”.

Organiza un diplomado sobre teatro de máscaras, que iniciará en mayo próximo. Informes: Laboratorio de la Máscara, Álvaro Obregón 24, colonia Roma, entre Frontera y Cuauhtémoc; teléfono 5584 0060.