La Iglesia católica en México, con o sin legislación que la acote, ha jugado un papel político muy importante, señala Soledad Loaeza, profesora investigadora del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México (Colmex) en su libro La restauración de la Iglesia católica en la transición de México.

En el texto, la autora realiza un recorrido histórico sobre la influencia que ha tenido la institución religiosa en la vida política del país, que comienza en los años 40 del siglo pasado, cuando al amparo del entonces presidente Manuel Ávila Camacho la Iglesia católica es nuevamente acogida por el poder, y comienza a convertirse en importante actor social, aunque está limitada por la Constitución, por el artículo 130 que reformó finalmente el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

En la presentación del libro, realizada el viernes en el Colmex, Loaeza habló de la complicidad que ha tenido la Iglesia con el poder, la gran cantidad de dilemas que actualmente enfrenta, el control que tuvo sobre las mujeres y los claroscuros que le ha significado la reforma al artículo 130 constitucional.

Efectivamente siento que la reforma liberal y la democratización le plantea serios dilemas a la Iglesia católica. Por un lado, la democratización la libera de las restricciones que le imponía el artículo 130, que era un artículo muy primitivo para finales del siglo XX, pero al mismo tiempo esa reforma política genera y propicia el desarrollo de una sociedad liberal.

Añadió que esa misma reforma liberal que le permite a la Iglesia vivir en mayor libertad, le está generando una sociedad que se le escapa, y como ejemplo citó lo que aborda al final de la obra, donde evalúa la influencia de la Iglesia en la sociedad mexicana, y en particular sobre las mujeres.

En los años 50 la Iglesia tenía el control de la identidad femenina, pero indica que para finales del siglo ese dominio había prácticamente acabado. Las mujeres habían escapado de ese control sobre su identidad y actitudes.

Bernardo Barranco, especialista en asuntos religiosos, comentó que sobre todo desde los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, la Iglesia llegó a absolutizar su agenda moral imponiéndola como la única, y así absolutizó temas como el aborto y la sexualidad. Tuvo una actitud arrogante de sentirse portadora de la moral social.

Señaló que actualmente la Iglesia está escandalizada ante una sociedad que se está secularizando en todos los sentidos, y añadió: creo que la Iglesia ha jugado un papel que no es propicio, que no abona a la democracia porque quiere imponer una moral sobre el conjunto de la sociedad y, por tanto, en 2009 repenaliza el aborto mediante acuerdos subterráneos con la clase política.

Sobre esa comparsa Iglesia-Estado, el obispo de Saltillo, Raúl Vera, señaló que el trato de la Iglesia con el poder ha sido de mucho sometimiento, y que el libro hace evidente que por estar en los juegos de poder esta institución olvidó su papel esencial, se ha entretenido en otras cosas.

Agregó que leer este análisis de las relaciones Iglesia-Estado, me pregunto, ¿dónde estaba la Iglesia en todo este deterioro ético de la clase política?, ¿dónde estaba en el proceso de desmantelamiento del campo?, ¿dónde estaba ante los reclamos de la sociedad en 1968?, ¿dónde estamos ahora ante la violencia que se sufre, ante esas reformas legislativas que están dañando al país?, ¿dónde estamos como Iglesia levantando la voz?