A la expectativa
l relevo de funcionarios en la sustantiva área de Comunicación Social del gobierno de Veracruz es, desde luego, potencialmente positivo y, aunque debe apreciarse con cautela, resulta por sí mismo generador de un cambio en la expectativa ciudadana.
Hasta ahora es un innegable punto de inflexión que sienta las bases para hacer tres cosas en orden, dadas las adversidades que se generaron en la percepción ciudadana en los tres primeros años de la administración duartista. La primera, aflojar la tensión existente entre el gobierno y los periodistas (que no los dueños de periódicos y otros medios de comunicación) debido a los incidentes lamentables, y mal manejados mediática y políticamente, en que perdieron la vida 10 periodistas. Esto es un punto sustantivo para posibilitar cualquier otro.
Dos: sobre la base de la distensión, el gobierno puede de botepronto generar y mantener por un tiempo una relación cordial con la sociedad. Y tres, construir en lo que resta del gobierno un discurso real, más allá de que Veracruz sea el ejemplo mundial de producción de plátano macho o líder nacional en la preservación de cocodrilos de pantano. Se requiere un golpe de timón comunicacional que diagnostique y señale con claridad el rumbo, pues, como sea, la administración estatal es responsable de dar certezas y soluciones a las demandas sociales.
Se han perdido sin remedio tres años. Sobre eso hay que construir, lo que implicaría abandonar, de entrada, frases hechas y retóricas vacías. La sociedad sabe que hay problemas graves y no desea que se le mienta. Más bien apuesta a que se le convoque a participar y a vigilar la solución de problemas. Para ello habrá que resistir la tentación de la escenografía a modo y dejar que la sociedad se acerque.
Si mejora la eficiencia del gobierno y su atención a los gobernados, mejora la imagen del gobernador. Eso, eventualmente, lo fortalecerá frente a otros actores políticos y ampliará sus espacios de maniobra y negociación. No se trata de mantener el control, lo que nunca se logra. Se trata de recuperar el mando y conservarlo.
No será fácil y muy probablemente sea incómodo, pero puede hacerse.