a intentona golpista en curso desde hace días en Venezuela es parte de un plan orquestado con mucha antelación dentro y fuera del país bajo la dirección de la CIA con el concurso de facinerosos de origen cubano de Miami.
Aunque trajines semejantes también se lanzan con frecuencia contra Argentina, Bolivia y Ecuador, el golpe principal siempre ha estado dirigido a la patria de Bolívar por ser el puntal estratégico de la unidad latinocaribeña expresada en la Alba, Unasur, el nuevo Mercosur, Petrocaribe y la Celac. Sin contar que posee las mayores reservas de hidrocarburos del planeta.
Precisamente la exitosa cumbre de la Celac en La Habana, que reveló la fuerza de una nueva cultura política latinoamericana y caribeña desembarazada de la tutela de Washington y subrayó el prestigio internacional de Cuba, da la medida de la desesperación y el odio que genera en Estados Unidos la vigorosa construcción nuestroamericana.
Nunca se insistirá suficientemente en la peligrosísima función de enajenación, inducción a los más repudiables estereotipos y estímulo a los peores instintos asignada a la monopólica jauría mediática internacional en las nuevas guerras gringas. Ejemplos: la ex Yugoslavia, pasando por Afganistán, Irak, Libia y Siria hasta Ucrania y los intentos de derrocamiento de los gobiernos latinocaribeños independientes.
Pero en esta arremetida contra Venezuela han llegado a extremos que rayan entre el descaro inaudito y el mayor de los ridículos. Tanto, que CNN, NTN24, los principales diarios madrileños con El País al la cabeza, todos sus congéneres iberoamericanos, audiovisuales e impresos y, por supuesto, los censurados
medios venezolanos han logrado la prodigiosa hazaña de romper sus olímpicas marcas anteriores de manipulación informativa y descarada mentira. Una muestra, entre muchas otras: la gran mayoría de las imágenes de represión chavista
que utilizan son tomadas inescrupulosamente de situaciones en otros países. Esta epidemia se ha extendido a las llamadas redes sociales, donde el catálogo de la mendacidad es sostenido por enajenados pero también por mercenarios. Como igualmente son mercenarios a 3 mil bolívares por jornada muchos de los estudiantes
lanzadores de cocteles Molotov, destructores de edificios y mobiliario público, y francotiradores que en esta escalada fascista han arrebatado la vida a media docena de venezolanos y ocasionado heridas a muchos otros.
Todo ello evidencia la desnudez de argumentos de la derecha y sus medios y a la vez su irrefrenable obsesión por eternizar la dominación yanqui sobre América Latina y el Caribe con su cauda de políticas de libre
comercio y culto al mercado, que, al estilo de los países de la Alianza del Pacífico, han hundido en la miseria y la más hiriente desigualdad a cientos de millones de personas en nuestra región y en el mundo.
Su odio contra Venezuela se debe también a las medidas de la Revolución Bolivariana contra esas políticas y el éxito que ha tenido en entronizar la nacionalización de los recursos naturales, el derecho a la educación, la salud, la alimentación, la vivienda, a pensiones dignas y a la democracia participativa con la que el pueblo decide su propio destino. No hay desabastecimiento orquestado por los burgueses ni injerencia yanqui que pueda contra esto.
Washington y la derecha venezolana se empeñan en la vía del golpe de Estado como único recurso para derribar al gobierno del presidente Nicolás Maduro porque el pueblo de Bolívar y Chávez ha ratificado este proyecto político y social en 18 consultas electorales durante 16 años. La última, en las elecciones de gobernadores y alcaldes del 8 de diciembre cuando el chavismo se impuso de nuevo en clara victoria.
Maduro y la dirección político militar de la Revolución Bolivariana han actuado frente a esta situación con la firmeza revolucionaria que exige y su proverbial respeto por la democracia y los derechos humanos. El pueblo movilizado en la calle de manera ordenada y pacífica, sin dejarse provocar por la violencia fascista, ha frenado otra vez el intento de golpe. Un típico jab de izquierda. Hasta Capriles lo reconoce.
Por su parte el acaudalado golpista profesional Leopoldo López le debe la vida al gobierno que tanto odia. Este lo salvó del atentado planeado por sus amigos de Miami para incendiar Venezuela.
Twitter: @aguerraguerra