Ni un periodista más
l asesinato del reportero veracruzano Gregorio Jiménez deja, además de rabia e indignación para el gremio y para la sociedad, enormes retos que, aunque no nacen con esta muerte, refuerzan la necesidad de seguir realizando un trabajo riguroso y profesional que desnude los vínculos del crimen organizado con las instituciones, para no permitir versiones domésticas que inculpen sólo a los delincuentes de las desapariciones y asesinatos de los comunicadores en México.
Se trata de protestar y denunciar, de dejar claro a quienes supuestamente llevan las riendas del país, que la cifra de 75 periodistas asesinados en los últimos años no puede incrementarse, como tampoco pueden seguirse sumando asesinatos y desapariciones de migrantes, comuneros, mujeres y niños que han sido víctimas no sólo de la delincuencia organizada sino, sobre todo, de las complicidades de estas redes con distintos estratos del poder.
El asesinato de Gregorio no debió ocurrir, y tampoco la desaparición y muerte de personas que él difundía (migrantes detenidos en casas de seguridad clandestinas en Coatzacoalcos). Reportero de a pie, sin el poder con el que muchos de sus colegas se protegen, Gregorio reporteaba con escasas herramientas y enviaba sus notas desde un Internet público, pues no contaba con el servicio en el barrio humilde en que vivía. Esta información no es menor, pues refleja el trabajo de quien no ha vendido su trabajo ni se ha enriquecido guardando o tergiversando información; es decir, de quien hizo del trabajo periodístico una labor noble y digna.
El asesinato del hombre que cubría la fuente policiaca para los diarios NotiSur y Liberal del Sur no sólo refleja la extrema inseguridad con que trabajan los periodistas en México, sino el grado de descomposición de un país sumergido en la violencia y en el vacío, en el que se crean fiscalías especiales para todo, que en poco tiempo demuestran ineficacia e ineptitud, en el mejor de los casos.
Si 10 asesinatos de periodistas cometidos en Veracruz durante la administración del gobernador Javier Duarte no obligan al cambio, entonces cabe preguntar: ¿hasta qué nivel ha tocado el crimen organizado al poder?
(Este fin de semana una misión de periodistas se apersonará en Veracruz. Por iniciativa propia y no por invitación del gobernador, como él pretende hacer creer, viajan para conocer y documentar las amenazas que los colegas han sufrido por manifestarse y las condiciones en las que laboran
. Monitorear el trabajo de este grupo de reporteros y fotógrafos será tarea de todos en estos días, pues en Veracruz parece que es delito ser periodista y no le creemos a Duarte.)