El escritor vuelve a desaparecer de la vida pública, ahora para terminar un libro, anunció
El ayatola Jomeini ordenó ejecutarlo por su novela Los versos satánicos, blasfema contra el Islam
una celebridaden los tabloides de la urbe de hierro. En la imagen, el narrador indo-británico en septiembre de 2012Foto Ap
Viernes 14 de febrero de 2014, p. 4
Nueva York, 13 de febrero.
El 14 de febrero de 1989 el escritor indo-británico Salman Rushdie recibió la llamada de un reportero de la BBC, que le informaba que el entonces líder espiritual iraní, el ayatola Ruhollah Jomeini, había ordenado su ejecución por considerar a Los versos satánicos, su cuarta novela, una obra blasfema contra el Islam.
Durante los siguientes nueve años, los radicales iraníes renovaban puntualmente cada 14 de febrero la fatwa (decreto islámico que ordenaba su muerte), mientras Rushdie vivía bajo la protección de la policía británica.
Incluso después de que el régimen iraní revocó esa fatwa en 1998, el escritor mantuvo un bajo perfil durante muchos años y sólo apareció en algunos actos en medio de fuertes medidas de seguridad, consciente de los intentos de venganza de los islamistas radicales.
No escribir, otro tipo de muerte
Este viernes se cumplen 25 años de la fatwa y la vida de Salman Rushdie ha cambiado mucho: a sus 66 años vive en Nueva York y ya anuncia sus apariciones públicas por anticipado en su página web. Además, aparece con frecuencia como conferenciante invitado en universidades, iglesias, bibliotecas y televisoras en Estados Unidos.
Incluso se ha convertido en una celebridad
de los tabloides neoyorquinos: a finales de enero, el New York Post informaba en su sección de cotilleos cómo había ganado un concurso de literatura. “Se escuchó al confiado escritor alardear de su victoria, diciendo: ‘por supuesto que he ganado’”.
Un día después, Rushdie negó las informaciones con un mensaje en Twitter. No dije nada así. Inventar cosas es mi trabajo, no el suyo
, dijo en referencia a los periodistas que lo escribieron.
El episodio ejemplifica el contraste entre el estilo actual de vida y su pasado, cuando esperaba la muerte en cada esquina. Al principio pensaba que iba a ser muy pronto
, contó en septiembre de 2012 a la televisión CBC, recordando la probabilidad de ser asesinado en cualquier momento por elementos proiraníes.
Pero si Rushdie logró escapar a los inminentes intentos de asesinato durante los años 90, muchos de sus socios no tuvieron tanta suerte. Y es que la fatwa de Jomeini no suponía sólo la condena de Rushdie, sino también la de todos los editores que publicaran su obra.
Decenas de personas murieron en ataques dirigidos contra los compañeros de Rushdie o en enfrentamientos que estallaron en los años posteriores al decreto contra su vida. Entre ellos está Hitoshi Igarashi, el traductor japonés de Los versos satánicos. El traductor italiano, Ettore Capriolo, y el editor de la novela, William Nygaard, fueron víctima de ataques pero sobrevivieron.
Sin embargo, Rushdie siempre intentó no tener miedo para escribir: Eso habría sido otro tipo de muerte
, dijo el autor, que ha publicado 11 novelas, entre ellas su autobiografía Joseph Anton: una memoria, en septiembre de 2012.
En ella cuenta cuenta cómo fue su vida durante los nueve años de vigencia de la fatwa, incluyendo una orden por la que la policía británica lo presionaba para que llevara una peluca en público y así ocultar su identidad.
Tras la insistencia de la policía que lo protegía, cambió su nombre. Rushdie utilizó su alias, Joseph Anton, elegido por los dos primeros nombres de sus escritores favoritos, Joseph Conrad y Anton Chéjov.
Revocación de la fatwa
El régimen iraní revocó la fatwa, de manera oficial en 1998, y en 2012, el entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad dijo que Rushdie había sido confinado a la historia. Pero sigue sin estar claro si fue realmente exonerado a los ojos de todos los musulmanes de la condena a muerte que contempla el Islam para la blasfemia.
A finales de 2012, el ayatola Hassan Sanei, líder de una fundación de ayuda iraní semioficial, añadió otros 500 mil dólares a la recompensa de 2.8 millones de dólares (2 millones de euros) por la cabeza de Rushdie.
Tampoco está claro si las amenazas como las de Sanei han restringido de alguna manera los movimientos del escritor. Lo que sí es cierto es que recientemente Rushdie ha vuelto a desaparecer de la vida pública, aunque esta vez no por miedo, sino más bien para terminar otro libro.
Me desconecto de Twitter un rato. Libro que terminar, etcétera. Les veré cuando esté hecho, en un año aproximadamente
, escribió en la red social el pasado 8 de diciembre.