No habló ante la multitud que lo esperaba
Miércoles 12 de febrero de 2014, p. 43
San Salvador, 11 de febrero.
José Salvador Alvarenga regresó este martes por la noche al lugar donde aprendió a amar el mar, pero el cansancio y los nervios le impidieron hablar ante la multitud que fue a recibirlo.
En una silla de ruedas y vestido con camiseta azul oscuro y un pantalón caqui, fue presentado por el canciller salvadoreño, Jaime Miranda.
Alvarenga tomó el micrófono y trató de hablar, pero se llevó las manos al rostro y no pudo decir palabra, abrumado por el agotamiento y la emoción.
El canciller Miranda se dirigió entonces a los presentes: Pedimos su comprensión, ha sido un viaje agotador
.
Miranda agradeció el apoyo y la ayuda del gobierno de las Islas Marshall, de Estados Unidos y de la Organización Internacional de las Migraciones.
Se informó que Alvarenga se dirigió a un hospital para ser evaluado antes de regresar a su poblado de Garita Palmera, donde su familia y los periodistas lo esperaban.
El hombre de 37 años, quien dice que sobrevivió más de un año en una pequeña embarcación de pesca a la deriva por el Pacífico tras salir de México y recalar en las Islas Marshall, llegó a su natal El Salvador para ser recibido por numerosos periodistas, una hija que no lo recuerda y una madre que lo creía muerto.
Su historia asombró al mundo cuando llegó al atolón de Ebon hace casi dos semanas, con aspecto robusto y no muy quemado por el sol. Pero resulta que antes era un hombre mucho más corpulento y llegó a tierra con inflamación en todo el cuerpo, dolores y deshidratación.
El regreso de Alvarenga a su país tras una semana de reposo y tratamiento médico en Majuro fue prolongado, con escalas en Honolulú y Los Ángeles, donde los médicos lo auscultaron para determinar si podía continuar el viaje.
Su padre, José Ricardo Orellana, de 65 años, y dueño de una tienda y un molino de harina en el poblado costero de Garita Palmera, dijo que si hijo se gana la vida pescando desde los 14 años.
Maria Julia Alvarenga, de 59 años, dijo que su hijo siempre fue una persona de una fuerza y resistencia poco comunes.
Fátima, su hija de 14 años, hizo un arco de hojas de palma en la puerta de la casa de familia y un letrero que dice Bienvenido
. Ella no recuerda haber visto nunca a su padre, que salió de El Salvador a pescar en México cuando tenía sólo un año.
Docenas de periodistas extranjeros acamparon frente a la casa de ladrillos de la familia, a unas 10 cuadras del mar en un poblado de pescadores. Muchos más esperaban en el aeropuerto con los familiares y amigos, que comenzaron a reunirse temprano en el día.
No lo he visto en ocho años. Somos amigos, pescábamos juntos
, dijo Héctor Antonio Zúñiga, de 39, quien dijo que iba a dejar a su sobrino en el aeropuerto pero decidió esperar para recibir a Alvarenga.