Opinión
Ver día anteriorMiércoles 12 de febrero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Capital democratizado

Especulación concentrada

Casas de bolsa y clientela

D

e lo bien que las políticas públicas han democratizado el capital en México da cuenta el más reciente informe de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, organismo gubernamental dedicado, por ley, a supervisar al sistema financiero que opera en el país. Dice así: un grupo de 206 mil 315 inversionistas, que representa 0.18 por ciento de la población total del país, posee activos financieros invertidos en el mercado accionario mexicano por un monto de 6.8 billones de pesos, cantidad que equivale a 42 por ciento del valor de la economía mexicana (y al 105 por ciento de la deuda pública) (La Jornada, Roberto González Amador).

De la estadística de la citada dependencia del gobierno federal se desprende que 99.82 por ciento de los mexicanos (más de 118 millones) se reparte (no de forma equitativa, desde luego) el restante 58 por ciento de lo que, oficialmente y en términos económicos, vale este país (16 billones 200 mil millones de pesos, en números cerrados).

Por lo anterior, no queda ninguna duda sobre el gran logro del gobierno mexicano (con sus seis máscaras neoliberales, de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) y de sus políticas públicas en eso de democratizar el capital, toda vez que, con las cifras de la citada comisión, queda claro que en el reparto del pastel cerca de 118 millones de mexicanos se quedan con 9.4 billones de pesos y los referidos 206 mil y pico de inversionistas con 6.8 billones.

Así, al promediar el equilibradísimo reparto del pastel resulta que a cada uno de esos 118 millones de mexicanos les correspondería 79 mil 661 pesos anuales (que la mayoría nunca verá, entre ellos, los 61 millones de pobres que oficialmente se contabilizan en el país) y a los selectos 206 mil y pico de inversionistas la friolera de 33 millones de pesos por cabeza. Si se prefiere, a los primeros de milagro les tocaría 218 pesos con 24 centavos por día, mientras a los segundos, sentados en la gran mesa, 90 mil 411 pesos cada 24 horas. La diferencia entre unos y otros es de 41.4 tantos.

¿A quién se le ocurrió la brillante idea de democratizar el capital en México? Pues nada más y nada menos que al entonces inquilino de Los Pinos, el hoy muy parlanchín Carlos Salinas de Gortari, y a su siempre fiel secretario de Hacienda, Pedro Aspe, quienes utilizaron tan bella frase para justificar la reprivatización de la banca y modificar la Constitución, en un momento en el que los accionistas de las instituciones que la conformaban eran todos los mexicanos, por ser propiedad del Estado. Una vez concluido el proceso reprivatizador (1992) y democratizado el capital, formalmente los accionistas de la banca fueron, en su mayoría, los propietarios de las casas de bolsa que hoy, 22 años después de la democratización, celebran que 0.18 por ciento de los mexicanos concentren 42 por ciento del producto interno bruto.

Éxito rotundo, aunque sería ingratitud restarle méritos al gobierno de Miguel de la Madrid el de la renovación moral, con Carlos Salinas de Gortari tras el trono), quien como respuesta a la expropiación lopezportillista de la banca, no sólo regresó el 34 por ciento de la banca a los barones del dinero (por medio de los certificados de aportación patrimonial) y todos los activos no financieros, que erran un mundo, sino que impulsó lo que en su momento (1982-1988) se denominó banca paralela, que no fue otra que el mundillo de las casas de bolsa y sus especuladores impulsada desde el gobierno (en detrimento de la banca expropiada), las cuales antes del citado inquilino de Los Pinos apenas representaban 2 por ciento del ahorro financiero del país. Los sucesores de dicho personaje también hicieron su chamba y hoy las casas de bolsa son nido de todo tipo de democratizaciones (y ya está aquí la petrolera).

Con el paso de los años la democratización del capital ha sido una maravilla. Después del crac bursátil de octubre de 1987, el número de inversionistas en las casas de bolsa se desplomó casi 70 por ciento, y para noviembre de 1991 (con la reprivatización bancaria bastante avanzada) sólo 159 mil inversionistas se quedaron en el festín especulativo (es decir, 47 mil menos que ahora), pero el volumen de recursos no dejó de crecer.

Así, tras desplumar a 350 mil pequeños y medianos inversionistas en 1987, se quedaron los dueños de la fiesta con sus, entonces, 25 casas de bolsa (hoy son 33). En diciembre de 1991 la propia CNBV documentaba que los activos financieros resguardados por las casas de bolsa sumaban el equivalente a 180 mil 500 millones de nuevos pesos. Poco más de dos décadas después, ese monto supera los 6.8 billones de pesos, es decir, un incremento cercano a 3 mil 700 por ciento en una economía que a duras penas crece 2 por ciento anual. Y en el mismo periodo el número de inversionistas sólo se incrementó 29 por ciento. ¿Registran lo exitoso de la democratización del capital?

¿Y aquellos que no fueron incluidos en la multicitada democratización? Para ellos, galletas de animalitos y una Pepsi, por cortesía de la Sedesol.

Eso sí, otros personajes ni de lejos quieren democratizar el capital. Por el contrario: el presidente boliviano, Evo Morales, pidió al Fondo Monetario Internacional que comience a resarcir a los pueblos de América Latina por los daños que ocasionaron sus políticas económicas en la región. Si el FMI quiere preocuparse de la economía, que se ocupe de resarcir los daños que hicieron durante 20 años los gobiernos neoliberales impuestos en Bolivia y en los países de Latinoamérica. Si Bolivia tiene una economía en crecimiento es porque su gobierno diseña políticas propias, inspirado en la lucha del pueblo, de las organizaciones sociales, especialmente en la nacionalización de los hidrocarburos.

Las rebanadas del pastel

Llegó el día, con todo y vino de honor: hoy a las 18 horas, en el ex convento de Corpus Christi, frente al Hemiciclo a Juárez, el poeta y diplomático Jorge Mansilla presenta su nuevo poemario Déstrés Federal, en el que aparece Águila y sol: “Suerte de patria, víspera aguerrida/ rito del Grito, focos en hileras/ fuegos artificiales, vivas, mueras/ y un huapango cantado en la avenida/ Jirón de patria que hay en la sufrida/ gente que mira absorta las banderas/ y se procura paz, pan, luz de veras/ porque ama a su país, cree en la vida/ ¿Quién es la patria? Nadie y somos todos/ el satisfecho mono cuentahabiente/ y el polvoriento ser de antiguos lodos/ La patria es el pasado del futuro,/ la historia, pues, la guerra del presente,/ que uno gana, que … ¡Duro, duro!” Se va a poner muy bien.

Twitter: @cafevega