s, sin lugar a dudas, una victoria real del movimiento magisterial democrático y de un puñado de investigadores la eliminación de la infame prueba Enlace. En primer lugar hay que destacar las sostenidas acciones de los maestros que en diferentes estados, sobre todo Michoacán, Guerrero y Oaxaca, se opusieron a la aplicación de estos exámenes estandarizados mal llamados evaluación y que, cansados de argumentar y debatir sin ser escuchados, decidieron tomar otras medidas: retener los camiones, asegurar los paquetes con las pruebas, cerrar sus escuelas, para impedir su aplicación y denunciar las perversas repercusiones que estaba teniendo.
Estos maestros fueron acusados estridentemente por los medios, la televisión, obcecada portavoz de Mexicanos Primero, de ser vándalos, destructores, salvajes, con intereses personales inconfesables y toda la retahíla de clichés habituales. Muchas televisoras montaron entrevistas con alumnos y maestros que prácticamente lloraban frente a las pantallas porque no habían podido hacer su examen. Desde el centro llovieron múltiples amenazas y algunos maestros fueron cesados.
En segundo lugar, el puñado de analistas que por encima de las voces mayoritarias siempre dóciles y reproductoras de lo institucional nos empeñamos, a través de los escasos medios abiertos, como La Jornada, o en revistas y libros universitarios, en dar la batalla de las ideas en el terreno de las políticas educativas neoliberales y, sobre todo, en contra de la imposición sistemática y constante de una avasalladora estructura institucional de evaluación
que se ha venido construyendo desde 1984 con la inauguración del (Sistema Nacional de Investigadores) SNI. Muchos fuimos tildados de ultras, radicales sin remedio y sin argumentos, críticos sin propuesta, y todo el conjunto de denostaciones habituales en la derecha que descalifica pero no debate. Este puñado de profesores elaboramos detallados y sistemáticos análisis de los graves problemas del conjunto de instrumentos estandarizados que se utilizan para evaluar
a estudiantes, profesores y programas de todos los niveles y que además están vinculados a procesos de estímulos monetarios, y tampoco fuimos escuchados.
Han pasado siete años desde que se instauró Enlace y no sabe uno si reír o llorar al escuchar ahora a la SEP, sin siquiera ruborizarse, aportar estos mismos argumentos para explicar por qué se elimina esta prueba. Han corrido más de mil 500 millones de pesos: ¡cuántas escuelas nuevas se habrían podido construir, cuántos maestros para esas incontables escuelitas multigrado, cuántos equipos y materiales! Se han pervertido, empobrecido e instrumentalizado los procesos de enseñanza-aprendizaje en el sistema básico. Se ha deformado la práctica docente al mercantilizarla, subordinando la obtención del estímulo a la mecanización y repetición de las pruebas, se ha llevado a generar prácticas de simulación y corrupción. Se ha mentido abiertamente a los padres de familia diciendo que eran evaluaciones diagnósticas, cuando no existe ningún diagnóstico de SEP, solo interminables listas donde un niño, como estímulo, puede enterarse que quedó en el número 536 mil, y los resultados son enviados a las escuelas en agosto cuando los niños ya están en otro curso con otro maestro. Se ha abusado del ranking clasificatorio y excluyente, que ha profundizado la desigualdad educativa y la falsa competitividad
, que ha creado el mito de las escuelas públicas de primera calidad y las de segunda y tercera. Frente a todo este desastre no hay responsables, frente a este monumental fraude no hay responsables.
Tampoco hay hasta la fecha responsables por la muerte de los bebés de la guardería ABC de Hermosillo, tampoco hay responsables de los cientos de errores de los libros de texto. Campea la impunidad y la soberbia de seguir planteando que el magisterio democrático no tiene cabida, que los únicos maestros válidos siguen siendo los corruptos dirigentes del SNTE ex cómplices y achichincles de Elba Esther.
Anuncian ahora que se elaborará una segunda generación de pruebas. Con justa razón nos preguntamos: ¿cuál es la garantía de que estas nuevas pruebas sean diferentes? Se sigue pensando en pruebas masivas o censales, para todos los maestros y estudiantes del sistema básico, que solamente se pueden calificar si operan bajo el método de llenado de bolitas
u opción múltiple a partir de la estandarización (reducción del conocimiento y temas a estándares), y que no pueden plantear opciones de construcción de respuestas. Estos siguen siendo procesos clasificatorios y de ordenamiento más que reales diagnósticos valorativos y formativos. Se sigue insistiendo en que este será el método ideal para determinar el ingreso, promoción y, sobre todo, permanencia del maestro con estas pruebas, mediante las cuales no se puede determinar ni siquiera si el maestro y los estudiantes saben escribir o plantear problemas y resolverlos. Una mejoría técnica de la prueba no va a resolver ninguno de los problemas.
Sin lugar a dudas el magisterio democrático sigue teniendo la palabra si se trata de pensar en una educación significativamente diferente.