La plaza Cinco Villas, en el estado de México, fortalece el orgullo de ser aficionado
Nicolás Gutiérrez, dos orejas; Brandon Campos, vuelta y oreja, y Juan Pablo Llaguno, al tercio
Lunes 10 de febrero de 2014, p. a43
Una plaza de toros adquiere categoría no por su diseño, su aforo o su antigüedad, sino por observar una tradición tauromáquica que no se anda con cuentos a la hora de anunciar novillos y toros con edad, trapío y sus astas íntegras. Esta fórmula esencial y comprometedora, pero infrecuente en estos tiempos de generalizada banalización, es la que aplica desde la apertura del coso, el 26 de noviembre de 2011, su empresario Luis Marco Sirvent, en la localidad de Santiago Cuautlalpan, estado de México, a un costado de Texcoco.
El pasado sábado se realizó allí el primer festejo del año, denominado novillada flamenca
, amenizado con bailaoras y caballos españoles a la alta escuela, guitarras, cajón y cantaora. Esto, que podría parecer frívolo, adquirió una seriedad superlativa a la hora en que saltaron al ruedo tres ejemplares muy bien servidos de El Rocío y otros tres de Cuatro Caminos, que con unos pitones con todo y veneno
–diamante o punta del pitón– rasgaron varios capotes y muletas, cumplieron en varas, no fueron de entra y sal y midieron la evolución de los queretanos Brandon Campos (20 años) y Juan Pablo Llaguno (18) y del aguascalentense Nicolás Gutiérrez (18), llamados a ocupar en el corto plazo un sitio relevante dentro de la torería mexicana… si el sistema no decide lo contrario.
Una sugerencia al impetuoso Nicolás Gutiérrez, quien por su decisión y certera espada conmovió al público y cortó la oreja de cada uno de sus enemigos: las condiciones de cada toro exigen una lidia específica que no siempre permite el quietismo, por lo que primero conviene observar y someter una embestida para luego meterla en la muleta y estructurar la faena. Ambos novillos le echaron mano en dos ocasiones, estando en un tris de llevarse la cornada. Afortunadamente la tauromaquia de Nicolás aún no maneja la lógica ni las dudas, sino entrega y hambre de ser. ¡Enhorabuena por esa actitud!
Luego de su hombrada en la plaza de Las Ventas, Brandon Campos regresó de España sobrado de recursos y afinado de estilo. Inspirado y variado con el capote –cadenciosas verónicas, gaoneras y zapopinas–, con la muleta desplegó madurez, mando y solvencia, que incluso hicieron aparecer mejores las condiciones de sus astados. Tras un pinchazo dio una vuelta de primer mundo, y a su segundo, complicado pero al que sometió por ambos lados, le cortó merecida oreja. Vaya potencial el de este joven.
Juan Pablo Llaguno consiguió dos valiosas salidas al tercio luego de enfrentarse a un lote con más cara que muchos de los toros
que han salido en la temporada menos chica 2013-14, y que bien pudieron ser otras tantas orejas si no falla con la espada. Muy puesto y con el toreo en la cabeza, se superó con su segundo, al irse a los medios y obligarlo a tomar su imperiosa muleta por ambos lados.
Pepe Garay, enérgico juez de plaza en Cinco Villas, comentaba que cuando no pocos apoderados protestan porque los novillos van en puntas, advierte: si no les parece lo convertimos en mano a mano o en encerrona
. Contrariados, todos han tenido que aceptar. Como en la México, pues.
Por cierto, en la decimonovena corrida, con otra discreta entrada, se lidió un encierro manso, débil y soso de Bernaldo de Quirós, salvo uno. Zotoluco perdió la oreja de su primero, Juan Pablo Sánchez malogró dos faenas con la espada, Talavante cortó una oreja, regaló un toro y no, ninguna tela fue rasgada por los pitones.