Deuda: pago garantizado
Moody’s y su calificación
Ahora, lechera purépecha
elicidades!, mexicanos incrédulos, que la deuda pública –la que se paga con sus impuestos– ya cuenta con calificación A3 otorgada por una calificadora internacional, lo que en castellano simple significa que los habitantes de este país primero se mueren de hambre antes de que el gobierno federal siquiera imagine dejar de pagar los intereses de un débito que crece días tras día (recuerden: saldo histórico de 6.5 billones de pesos al cierre de 2013, equivalente a 55 mil pesos por cabeza), por mucho que todos los años se destinen multimillonarias cantidades para la cobertura de un adeudo que nunca se reduce. La certificación, pues, es garantía para los acreedores, no reconocimiento a los deudores.
Es una excelente noticia, con el mismo tono de humor negro que la relativa al premio de ministro del año
otorgado a Luis Videgaray, es decir, en 2013 la economía creció
1.3 por ciento (casi tres veces menos de lo estimado por el propio premiado), se generó la mitad de empleo formal que un año antes, la informalidad se mantuvo al alza, el poder adquisitivo de los salarios no dejó de caer, el número de pobres se incrementó, el bienestar social se mantuvo prófugo y la confianza de los mexicanos en la economía nacional está en el suelo, pero ya pueden presumir el premio al secretario de Hacienda (el responsable de las gracias citadas, más el pésimo manejo del gasto público) y que ya tenemos calificación A3 para el débito federal.
En Los Pinos están muy contentos y, raudos, publicitaron la noticia como si fuera sinónimo de la confianza
que se tiene en el gobierno y en la economía del país, cuando en realidad se trata de una simple certificación de lo que a las propias calificadoras, pero especialmente a los acreedores, les interesa: que el gobierno mexicano les garantice que el pago del servicio de la deuda es prioritario, y que suceda lo que suceda no dejará de cubrir puntualmente los intereses del débito; que ni se le ocurra, pues. El lamentable estado de la economía nacional y la crisis social del país a las calificadoras finalmente les interesa un cacahuate; lo importante es pagas o pagas, sin importar qué te lleves entre las patas.
El primero en hacer declaraciones fue el propio ministro del año
, quien lo celebró así: “con esta acción se refrenda la confianza que existe sobre las perspectivas de la economía mexicana… La mejora en la calificación de la deuda por parte de Moody’s favorece al gobierno federal, a la iniciativa privada y a las familias, al reducir los costos de financiamiento, lo que propiciará una menor erogación por el servicio de la deuda y la liberación de recursos que podrán dedicarse a otros rubros” (léase: les servimos el petróleo en bandeja de oro, les garantizamos el leonino pago de los intereses de la deuda y nos seguiremos endeudando, sin importar el costo social).
En efecto, Moody’s señala que “los motivos detrás de la decisión de elevar la calificación de la deuda respaldada por el gobierno mexicano está centrada en gran medida en las reformas que se dieron el año pasado, especialmente en los sectores de telecomunicaciones y energía… Esas reformas generaron un mejor marco fiscal, que permitirá al gobierno lograr ahorros y contar con mayores reservas para afrontar contingencias” (La Jornada, Roberto González Amador).
Hasta eso, la calificadora, contrario de lo dicho por el ministro del año
, aclara que no es una calificación a la gestión económica
, y reconoce que no es que a raíz de la mejora en la calificación vayan a venir los inversionistas a México, pero mejorar la calificación es algo que en un momento dado va a fortalecer la impresión que había de México, indica que a diferencia del resto de los países emergentes aquí hay reformas que se están haciendo y eso puede ser un factor de atracción. Lo que en verdad va a contar en el futuro no tiene que ver con la calificación, sino con las cosas que llevaron a mejorar la calificación, tiene que ver con las reformas y con los cambios que esperamos que den lugar a mayor inversión. Eso es lo que al final de cuentas va a sustentar una mejor perspectiva de mediano plazo
.
Sin embargo, hasta los aliados naturales del régimen asumen que las reformas
darían frutos, si bien va, a finales del sexenio peñanietista o a principios del siguiente, de tal suerte que lo importante para Moody’s es que el gobierno mexicano garantiza a los acreedores que seguirá pagando, sin importar lo demás, y tan no les importa que en medio de una corrupción galopante la economía apenas balbucea, crece
1.3 por ciento y carga con 60 millones de pobres, pero paga los intereses de su deuda y contrata más para seguir pagando.
Con lo que México ha pagado por intereses en los últimos 20 años –para no ir más atrás–, el saldo de la deuda pública tendría que haber desaparecido, pero en lugar de eso el débito federal cada mes que transcurre registra un máximo histórico, por mucho que desde el salinato se aseguró que este era un problema resuelto
, sin olvidar que en cada reforma
aprobada a lo largo de ese periodo la promesa gubernamental fue, es, que los beneficios se reflejarán en los bolsillo de los mexicanos, habrá mayor competencia, menores precios y desaparecerán los monopolios
.
Para 2014 el Congreso autorizó al inquilino de Los Pinos y zonas aledañas la contratación de 650 mil millones de pesos adicionales en deuda federal (interna y externa; Pidiregas, Fobaproa-IPAB, rescate
carretero, estados y municipios y demás contingencias
se contabilizan aparte), algo así como mil 781 millones de pesos cada 24 horas, de los que la mayor parte se destinarán a pagar intereses… de la deuda. Mientras, la confianza de los mexicanos en sus presuntas autoridades está en la lona.
Las rebanadas del pastel
Si de magia se trata, allí está el caso el cuento de la lechera purépecha, con disfraz de apoyo federal a Michoacán (más inversión y menos armas
, anunció Peña Nieto). Alrededor de 45 mil 500 millones de pesos que se destinarían a economía familiar, empleo, créditos para micro y pequeñas empresas, actividad agropecuaria, educación y cultura, infraestructura y vivienda, carreteras, inversión el puerto de Lázaro Cárdenas, créditos de Infonavit y Fovissste, salud y seguridad social, desarrollo social y sustentabilidad. ¡Ufff!, cuántas cosas, una catarata de idílicos beneficios, pero a la hora del reparto per cápita resulta que a cada michoacano le tocarán 10 pesos con 11 centavos. ¿En serio alcanzan para todo eso? ¡Claro!, y de postre morelianas.
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