En Asia se ingiere 25 veces más que en Occidente; ahí, la aparición de tumores en mamas es baja
Combinado con quimioterapia tradicional detiene la metástasis en senos y próstata, comprobó un equipo de investigadores del metabolismo
En condiciones naturales se encuentra en las algas marinas frescas como las wakame y kelp
En exceso puede tener efectos adversos en la tiroides
Viernes 7 de febrero de 2014, p. 2
Querétaro, Qro., 6 de febrero.
“¿Por qué los japoneses –y en general los orientales– presentan menos incidencia en cáncer que los occidentales?” Esa fue una de las interrogantes que hace más de 13 años se hizo la doctora Carmen Aceves Velasco, investigadora del Laboratorio de Metabolismo Energético del Instituto de Neurobiología (INb) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para iniciar una investigación sobre estos padecimientos.
Luego de varios años de trabajo, la científica y su equipo de colaboradores encontraron que el uso de dosis supervisadas de yodo molecular (presente en la dieta cotidiana de poblaciones de Asia Oriental, entre ellos los japoneses), en combinación con tratamientos tradicionales de quimioterapia, detiene la expansión de tumores de cáncer de mama y de próstata. Incluso, las investigaciones mostraron que en algunas ocasiones los tumores se reducen.
En ambos casos, dijo la especialista universitaria, se evitaría la metástasis (proceso de propagación de un foco canceroso a un órgano distinto de aquel en que se inició). Aunque aclaró que el yodo molecular no cura el cáncer, sino que evita que se siga propagando.
Rumbo al fármaco
El proceso de investigación –que ha obtenido dos patentes, una ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, y la otra ante el Tratado de Cooperación en Materia de Patentes, para su cobertura internacional– se ha aplicado en ratas de laboratorio, en tumores humanos (donados por personas a las que se les ha extirpado y que han sido inmortalizados) e incluso en mujeres que reciben tratamientos convencionales de quimioterapia, en particular con doxorubicina.
Si los resultados se confirman en el resto de las etapas del trabajo científico, en unos años se podría desarrollar un fármaco (con base en este elemento químico) que evite el crecimiento de esos tumores.
Durante una visita a este laboratorio universitario del campus Juriquilla de la UNAM, que se asienta en la capital queretana, Aceves Velasco, quien es líder de la investigación y secretaria académica de esta entidad universitaria, detalló que las evidencias en estudios clínicos y en análisis hechos en animales han sido exitosas.
En condiciones naturales, el yodo molecular se encuentra en las algas marinas frescas como las wakame y kelp y resulta inocuo hasta ciertos límites. De ser consumido en exceso, esta sustancia puede tener efectos adversos en la glándula tiroides. Por ello, aclaró la investigadora del INb, el uso para los casos de cáncer debe ser supervisado.
En estilo de vida, en particular la alimentación, es uno de los elementos que favorece la aparición de tumores cancerígenos. Aceves Velasco indicó que hay evidencia científica de que las poblaciones asiáticas presentan de tres a seis veces menos incidencias patológicas en mama y próstata que las poblaciones occidentales, debido a que consumen 25 veces más yodo.
El yodo, dijo, no sólo es un antioxidante natural, gracias a los trabajos de su equipo de investigación –de casi 13 años– ha detectado que unido a lípidos puede ser un regulador en esos dos tipos de cáncer, porque detiene su avance, siempre y cuando no haya llegado a metástasis.
Los resultados iniciales que encontrábamos es que el yodo en las ratas retrasaba la aparición del tumor (de mama). Durante su aplicación, detectamos que sólo 30 por ciento de estos animales presentaba tumores y éstos se quedaban pequeñitos; de modo que vimos que el yodo estaba actuando en contra del cancerígeno.
En la investigación se hicieron tres tipos de experimentos a las ratas incubadas con tumores cancerígenos: a un grupo se le retiró la dosis el yodo molecular a las 20 semanas y se vio que el tumor creció a diferencia de días anteriores, a otro grupo se le dejó de suministrar a las 40 semanas de iniciado el proceso y 50 por ciento de los casos presentó el tumor de nuevo y en el resto ya no creció; al último grupo se le administró el yodo por 60 semanas y estas ratas que habían sido expuestas a los cancerígenos ya no presentaban los tumores.
Estudio exitoso
Posteriormente, los universitarios hicieron estudios clínicos en el hospital general de Querétaro en 80 mujeres con cáncer de mama que llevaban tratamiento de quimioterapia con doxorubicina (que causa efectos secundarios como caída de cabello, náuseas, vómitos y diarreas).
A la mitad se les suministró un placebo y a las otras 40 el yodo molecular. Ambas en combinación con quimioterapia tradicional. En las primeras sólo se vio el control del tumor, pero en quienes se administró el medicamento más el yodo se halló una mayor disminución tumoral y menores efectos adversos por el medicamento.
Esto podría en un futuro beneficiar estos tratamientos, debido a que, dijo la investigadora, en el mundo se conoce que 30 por ciento de las mujeres sometidas a quimioterapia desarrollan resistencia a ésta, por lo que este proceso no detiene el tumor.
En el caso del cáncer de próstata, la investigación ha detectado que el uso del yodo detiene la hiperplasia prostática, con lo cual en un año podrían lograr que ese elemento químico pueda prevenir ese mal en los hombres mayores de 50 años.
La investigadora recomendó a la población en general no incrementar la dieta en yodo, sino que se deben esperar los avances en las investigaciones hasta que se consiga un medicamento con el que se alcancen estos beneficios.