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Toros

Continúa en la Plaza México el desfile de mansos, ayer con un encierro de La Joya

Gran tarde de Arturo Saldívar, que cortó oreja a pesar de sus yerros con la espada

Juan Pablo Sánchez, dispuesto

Diego Silveti malogra otra faena

Bien, tres banderilleros

Foto
Juan Pablo Sánchez en la corrida número 14 de la temporada grande de la Plaza de Toros MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de enero de 2014, p. a39

Arturo Saldívar demostró ayer, mal que les pese a muchos, que hoy por hoy es, junto con Joselito Adame, el torero joven más consistente de México, al realizar dos inteligentes, valerosas y sentidas faenas, empañadas con el acero, a dos ejemplares de la ganadería de La Joya de muy distinto comportamiento, corroborando que la consistencia reside en hacerles fiestas a la mayoría de los toros, sin atenerse a lo del estilo y el contraestilo.

Su primero, de pelaje castaño y muy bien armado como sus hermanos, apenas si tomó una vara luego de que Arturo lo recibió con apurada larga cambiada en tablas y verónicas sin acomodo. Con pasmosa seguridad inició con muletazos por alto para estructurar una sólida faena por ambos lados a base de colocación, mando y ligazón, haciendo ver menos malo, como siempre, lo que tiene enfrente, gracias a su cabeza torera y a su valor sereno.

Lo más interesante del trasteo es que conforme subía de dificultad fueron disminuyendo los olés por el peligro de la embestida de un toro mirón y reservón, al que había que entender y contener. Su labor adquirió un tono dramático cuando el toro le tiró la cornada en un derechazo y Arturo, sin pestañear, continuó rogándole las embestidas, ahora por el izquierdo, y cuando después de aquella guerra ligó dosantinas con el de pecho en un palmo de terreno, la plaza rompió en estruendosa, unánime ovación. Dejó un pinchazo hondo y un descabello magnífico, pues con la muleta retrasada retiró la diestra con garbo luego del certero golpe. Como aquí no se premia la entrega sino el toreo bonito, Saldívar sólo salió al tercio cuando su labor fue, por lo menos, de vuelta al ruedo.

Su segundo, también castaño, al sentir la vara se escupió de la suerte pero Arturo, que sabe ver los defectos y el potencial de los toros, ejecutó en los medios un quite por suaves chicuelinas y cadenciosa revolera, y con la muleta citó de largo en los medios para un vibrante inicio con el cambiado por la espalda y una bella y limpia faena derechista a un toro que, gracias a que no fue al caballo, llegó a la muleta pronto, noble y repetidor, obligando al torero a una colocación precisa entre pase y pase y a un temple sin excusas. Cerró de nuevo con tres dosantinas que fueron una y el forzado de pecho, y si bien señaló el pinchazo arriba, en el segundo viaje dejó media trasera. Pero fue tan convincente la obra del torero que el público demandó la oreja y, ya encarrerado, el juez ordenó arrastre lento al toro, que si no fue al caballo se cansó de ir a la poderosa y convincente muleta de Saldívar. Ah, si lo pusieran con las figuras…

Bien ha estado Juan Pablo Sánchez, primer espada, con su deslucido lote más otro igual del hierro de Vistahermosa, que regaló. Su privilegiada muleta algo pudo lucir con su primero, suave y repetidor, pero sin transmisión. Dejó media estocada tendida y salió al tercio. Con su segundo la misma historia: un ojal en vez de un puyazo para llegar al último tercio deslucido y soso, logrando Juan Pablo meritorios naturales a media altura para ayudar en la embestida al toro, que al final de la faena se cayó, aplastando con su cuerpo la mano izquierda y debiendo ser apuntillado. Con el de regalo, igual de soso y ya soplando un aire frío, Sánchez debió rogarle algunas embestidas.

Diego Silveti, tercer espada, volvió a dejar ir otro triunfo, ahora con un bello jabonero que apenas si fue al caballo, pero que acudió a la muleta boyante, fijo y noble, ideal para el toreo de salón, pero el trasteo por ambos lados transcurrió entre altibajos, sobre todo por la variación en la colocación. Concluyó su labor con inusuales y lucidas manoletinas sin estoque, citando con la muleta plegada. Desencantó al público con un espadazo muy defectuoso y usía, para desentumirse, ordenó otro arrastre lento.

Fueron llamados al tercio los banderilleros Gustavo Campos, Gabriel Luna y Christian Sánchez, éste por un gran par a la media vuelta.