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El docente coordina desde hace 40 años el Diccionario del español en México

La RAE daña nuestro idioma por su visión etnocéntrica, afirma Lara Ramos

Rechaza que en Internet se corrompa el lenguaje; no le pasa nada, sólo es otra taquigrafía

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El ganador del Premio de Ciencias y Artes 2013 fue entrevistado en su cubículo de El Colegio de MéxicoFoto Prometeo Lucero
 
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de enero de 2014, p. 6

La Real Academia Española le hace mucho daño a nuestra lengua, tiene una visión demasiado etnocéntrica y metropolitana en relación con las antiguas colonias, da la impresión de que no está dispuesta a aceptar las diferentes maneras de hablar español en América, afirmó el lexicógrafo y lingüista Luis Fernando Lara, coordinador durante 40 años del Diccionario del español de México.

Entrevistado por La Jornada en su cubículo de El Colegio de México con motivo de la reciente adjudicación del Premio de Ciencias y Artes 2013 en su rama de Literatura y Lingüística, Lara Ramos (DF, 1943) sostiene que nuestro español es de un país libre en donde las palabras han adquirido un significado que varía con respecto a los españoles... ¿Por qué hemos de renunciar a eso si nuestra manera de hablar tiene una raigambre histórica?

Asegura, con ánimo docente: somos dueños de “una semántica propia. ‘Soberanía’, que es muy valiosa para nosotros, significa el derecho del pueblo para elegir el resto de su vida. Para la Academia Española, es ‘el derecho del rey’. ¿Vamos a cambiar ese significado nosotros?, claro que no, si somos una República”.

Licenciado en lengua y literatura por la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1968, y con estudios en las universidades de Kiel y de Heidelberg, en la entonces República Federal Alemana, fue reconocido con el galardón por sus destacados aportes teórico-metodológicos a la lexicografía del español.

Sobre el reconocimiento que le otorgó el gobierno mexicano dice estar feliz y manifiesta con sencillez: Llevo 43 años trabajando y he trabajado a conciencia. Entonces, que le reconozcan a uno este trabajo pues se siente uno muy bien. Da gusto.

Coordina desde 1973 el Diccionario del español de México, creado con la intención de establecer una diferencia con los diccionarios españoles, sobre todo con el diccionario académico. Al presente, dice, ya estamos empezando a preparar nuestros sucesores para que pueda crecer y seguir. Es un trabajo que merece México.

Sin embargo, dice: “Empezamos a sentir demanda de la sociedad para que hagamos muchas más cosas y no podemos porque con qué pagamos. Somos siete personas, muy poquitos si nos comparan: la Academia Española tiene 60 lexicógrafos, el Diccionario Merriam-Webster’s de Estados Unidos tiene 150”.

El especialista, que habla francés, alemán, inglés y un poco de italiano, destaca la particularidad de la variante del idioma practicada en nuestro territorio: Tiene gran ventaja en comparación con otras formas de hablarlo: es pausado, se reconocen fácilmente los sonidos y eso hace que en la enseñanza del español a extranjeros se prefiera la pronunciación mexicana y no la castellana.

Por otra parte, rechaza las críticas a Internet por corromper el lenguaje, lo cual es falso a su decir. Para él, el lenguaje que se usa en los chats es otra taquigrafía. A la lengua no le pasa nada, al contrario: “En los blogs y redes sociales el fenómeno muy interesante es que está dando una plena libertad para expresarse a la gente y eso es muy importante, porque la lengua no se cultiva si no se usa.

“Claro, algunos que conocen mal la lengua se equivocan de palabra, ponen expresiones que suenan mal: ¡Así es la vida! –ríe. A unos les sale bien y a otros les sale peor y ya”. En cambio, propone, hay que tenerle miedo al lenguaje alambicado, empalagoso, pomposo, pero a la libre expresión de la gente, no.

Rechaza tajante que el español se esté deteriorando: Esas son tonterías. Claro que hay palabras que caen en desuso, como los objetos mismos, digamos daguerrotipo, que estaba condenada porque ya desapareció esa técnica, ahora hay fotografía.

Según sus investigaciones, como en el libro Historia mínima de la lengua española, que será publicado en enero, ha visto que esta lengua ha sido popular desde que en el siglo XII el rey de Castilla Alfonso, El Sabio, decidió hablar a los habitantes de las ciudades que conquistaba en la península ibérica en el lenguaje que entendían: El español del pueblo.

Esa característica “explica que en español se haya escrito la primera gramática de una lengua moderna, antes que las del inglés, francés o italiano; el primer diccionario de español al latín (Lebrija, 1496); la primera lengua en Europa utilizada para la ciencia, efecto de Alfonso, El Sabio, que estaba traduciendo mucho conocimiento de la antigüedad griega y persa al español, mientras que el resto de Europa seguía haciéndolo al latín”, reitera Lara Ramos.

Los romances españoles del siglo XIV y XV, que en México se conservan en los corridos, han permitido que nuestra lengua más culta no tenga grandes discrepancias con nuestra lengua más popular. Para leer ahora el Poema del mío Cid o El Quijote se necesita un diccionario, pero aún se entiende, en contraste, para leer a Geoffrey Chaucer en el idioma original se debe ir a la universidad a tomar un curso de inglés antiguo.

“El español siempre ha sido popular y debemos mantenerlo igual. Piense en el rap La chilanga banda. No se ha fijado –conversa el especialista– que está escrito en octosílabos, de rima asonante, en cuarteta, que corresponde a la más antigua tradición poética del español”.

Lara habla también sobre las expresiones de machismo en el idioma: “Debemos ser cuidadosos, no caer en las exageraciones de ciertos grupos feministas, pero a la vez reconocer la necesidad de darle su verdadero lugar a las mujeres… nada impide que digamos doctora, arquitecta, médica, pero en cambio, estar diciendo ‘ciudadanos y ciudadanas’, ‘niños y niñas’ es muy aburrido y no hace falta”.

Y rememora su llegada a este campo de estudios a partir de una vocación natural, tengo actitud por las palabras y eso me llevó a la lingüística. Sin embargo, luego de terminar el bachillerato estudió ingeniería por dos años. “Yo había provocado un verdadero escándalo en mi casa, ‘cómo se me ocurría dejar la ingeniería e irme a eso de letras’… Tuve que hablar con mis padres, les dije: ‘ya no me den dinero, yo me las arreglo, pero quiero estudiar letras’”.

Durante sus primeros años en esta disciplina, recuerda, “la lingüística había pasado al primer plano de las humanidades… los franceses en los años 60 habían declarado pomposamente a la lingüística ciencia piloto de las humanidades. Pero en el ámbito nacional, teníamos esa alma partida entre las lenguas indígenas y el español. Hasta la fecha hay incomprensión por parte de los que estudian lenguas indígenas respecto del español y de los que estudian español respecto del valor de las lenguas indígenas”.

A sus 70 años, prevé: “Si existiera la rencarnación, en mi siguiente encarnación sería músico. Me fascina. Tengo tantos preferidos, es muy difícil decirlo. En la antigüedad, el siglo XVII, Michael Praetorius, Bach, por supuesto, Haydn, Mozart, Beethoven, Brahms –enlista. Brahms es un compositor con el que me identifico mucho. Me gustaría que mis libros fueran como una sinfonía de Brahms. Me gustan mucho los modernos: Debussy, Stravinsky, Lavista”.