Cada año llegan en busca de empleo temporal
Martes 31 de diciembre de 2013, p. 28
Dzilam de Bravo, Yuc., 30 de diciembre.
Este puerto atrae a las mujeres conocidas como gaviotas. Son entre 800 y mil, provenientes de varios municipios de Yucatán, quienes se dedican a descargar el pepino de mar, sacar el agua de las embarcaciones y limpiarlas, por lo cual obtienen desde 300 hasta mil pesos diarios.
Es un trabajo que dura sólo de dos a tres semanas, cuando los pescadores tienen permiso para capturar el pepino de mar, equinodermo en forma de gusano altamente cotizado en los mercados asiáticos por sus supuestas propiedades afrodisiacas.
En este municipio costero, ubicado unos 75 kilómetros al oriente de Mérida, mientras más de 300 hombres de mar andan en busca del equinodermo, desde Dzilam González, Dzidzantún, Buctzotz, Temax, Celestún, Progreso y Sisal llegan las gaviotas.
La faena que realizan estas mujeres de entre 18 y 45 años no es fácil. En grupos, descargan el producto, asean los navíos, sacan el agua, realizan pequeñas reparaciones y las dejan listas para que al día siguiente vuelvan al mar.
En pago reciben, cada una, unos cuatro o cinco pepinos de mar que recolectan en una nevera, y al acumular más de 10 kilos las venden a empresas congeladoras.
El producto es revisado, pesado y pagado al mismo valor que el que ofrecen los varones: 45 pesos por kilo. A este trabajo que realizan las mujeres se les conoce como gaviotear.
Los pescadores aseguran que las mujeres son de gran ayuda, pues ellos no tienen tiempo de asear sus naves, pues llegan cansados y deben preparar el producto para la venta.
Martín Chac Pech, oriundo de Dzilam de Bravo, comenta que las gaviotas son muy trabajadoras y muy guapas. Nos hacen el favor de limpiarnos las embarcaciones y les pagamos con pepino, o les damos unos pesos
.
En un recorrido se observó que las que obtienen mayores ingresos son las jóvenes, quienes son las primeras en brincar a las lanchas.
Hay algunas gaviotas que corren con mejor suerte. Las más atractivas y atrevidas se acercan a las embarcaciones, dicen algún piropo al pescador y antes de retirarse piden como regalo algunos ejemplares del equinodermo.
Sin embargo, algunas de las esposas de los pescadores consideran que las gaviotas son simplemente prostitutas.
Se venden hasta por unos cuantos pepinos de mar. Vienen por nuestros hombres, por su dinero. Pero ya nos organizamos, y si descubrimos que están acompañando a nuestros hombres, vamos y les rajamos su madre
, advierte Victoria Cetz Jiménez, esposa de un pescador.
Pero Aurora Ley Cervantes, una de las gaviotas, aclara: “Nosotras tenemos hijos, maridos o parejas sentimentales, pero el trabajo de ellos no alcanza para los gastos familiares, entonces tenemos que ir a buscar empleos temporales.
“No somos prostitutas –señala–. No dudo que varias de mis compañeras acompañen a los pescadores a beber o a divertirse, pero son una minoría. Las gaviotas sólo buscamos trabajar unas semanas para completar el gasto familiar.
En lugar de que las esposas de los pescadores se quejen, deberían venir a ayudarlos; entonces no tendríamos por qué estar aquí buscando un poco de pepino de mar ni asear lanchas
, señala Verónica Mis López, oriunda del puerto de Telchac.
Para el presidente municipal de Dzilam de Bravo, Pedro Castillo Reyes, la llegada de las gaviotas sólo es una parte pintoresca del duro trabajo del pescador. “Yo, por mi parte, quiero ver a las gaviotas mover sus caderas y no sólo ver a las verdaderas gaviotas volar”, dice con una sonrisa. La temporada para capturar pepino de mar se inició el 25 de noviembre y el 26 de enero comienza la veda.