Victoria, 27 de diciembre.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, visitó hoy una región del sureste del país inundada por las lluvias que han dejado 40 muertos, la mayoría enterrados bajo el lodo, y más de 70 mil evacuados.

Tras dos semanas de temporales que han provocado deslizamientos y han enterrado vivas a decenas de personas, el clima comienza a mejorar en gran parte del sureste del país y algunos habitantes han empezado a remover escombros y limpiar hogares.

Decenas de miles pasaron la Navidad sin agua potable, electricidad y comunicaciones, mientras los alimentos escasean en muchas ciudades.

Rousseff, quien comenzó el jueves sus vacaciones, se mostró sorprendida por la magnitud de las áreas anegadas, después de sobrevolar en helicóptero la región de Gobernador Valadares, en el sudoriental estado de Minas Gerais, donde 17 personas han fallecido por las lluvias en diciembre y donde hay decenas de heridos y unos 9 mil 500 evacuados de sus hogares.

Mientras tanto, en la localidad amazónica de Humaitá, unos 3 mil pobladores incendiaron dos edificios, 13 vehículos y tres embarcaciones frente a la sede de la Fundación del Indígena, en protesta por la desaparición de tres vecinos, de la que culpan a los indios de la región.

Los disturbios, que dejaron cinco personas heridas, tuvieron lugar el miércoles, durante protestas contra indígenas de la etnia tenharim, que viven en una reserva próxima a la ciudad, localizada a unos 700 kilómetros de la capital provincial Manaos.

Los vecinos acusan a los indígenas de haber secuestrado el pasado 16 de diciembre a un funcionario de la empresa Eletrobras, un profesor y un representante comercial, en represalia por la muerte del cacique Iván Tenharim a principios de diciembre.

Según los indígenas, el cacique fue asesinado. Tenharim fue hallado inconciente junto a un ciclomotor. De acuerdo con la policía caminera, hay evidencias de que fue atropellado.

La protesta se desencadenó después de que unos 146 indígenas que se encontraban en el centro de Humaitá comenzaran a ser hostigados por los pobladores y se vieron obligados a refugiarse en una base del batallón de infantería de selva del ejército brasileño.

Secuela de ese conflicto, hacendados y madereros incendiaron el viernes chozas que indígenas construyeron en una carretera amazónica para cobrar peajes de manera ilegal.