Escombrar y tirar
ras sobrevivir posadas, brindis, nochebuenas y navidades, el fin de año es también oportunidad de reconocer, limpiar y expulsar actitudes, comportamientos, resistencias e ideas de nosotros mismos, a menos, claro, de que estemos satisfechos con nuestros resultados, afectos y cuanto nos rodea. Todo indica que en la mayoría predomina una sorda insatisfacción que nos impide fluir, si no con mayor ligereza siquiera con menos cargas, tanto en lo físico como en lo emocional. Desde exceso de cosas, objetos que no usamos, papeles que no tiramos y fotografías que nunca vemos, a pesar de nuestras incumplidas promesas de arreglar y desechar, hasta esa no aceptada sensación de tedio o de franca frustración por no decidirnos a modificar criterios, esquemas, hábitos y maneras de relacionarnos.
Con todo, aún se nos presentan posibilidades de crecer y evolucionar aunque ignoremos cómo identificar y aprovechar éstas. En tiempos de un despiadado bombardeo externo e interno y del abierto rechazo colectivo a la inteligencia, resistir es revisar valores y actitudes personales frente al entorno deshumanizante y manipulador que favorece el autoengaño y la visión falsificada de nosotros mismos.
Escombrar y tirar para revisar, con madurez y compromiso, percepciones, codependencias, hábitos de comunicación o pérdidas diversas, no tanto con el propósito de ser buenitos, sino de evaluar la relación entre lo aprendido y lo obtenido en el transcurso de la vida, para descubrir y aprovechar, con estrategia, un potencial como personas.
Despojar nuestra naturaleza, básicamente gozosa, de las confusiones y contradicciones que por tanto tiempo la han estorbado y prevenir a nuestra conciencia con respecto a falsos dilemas. Ver los beneficios de adoptar actitudes más realistas, espontáneas y oportunas de lo que perciben nuestros sentidos, emociones y esquemas de pensamiento. Reforzar la propia estima y la relación con los otros, a partir de una aceptación más lúcida y relativizadora.
Materializar el espíritu y espiritualizar la materia, convencernos de ser para tener y no a la inversa, identificar enemigos internos, aceptarnos sin flagelarnos, desaprender para reaprender en mis propios términos, sin absolutizar las palabras ni los hechos, e identificar espiritualidades aparentes y gozos falsos, es una manera menos aturdida y más respetuosa con nosotros mismos de comenzar otro año, de seguir asombrándonos.