En una ceremonia tan sencilla como el recinto donde se realizó, la escuela primaria España, ubicada en el corazón del Centro Histórico, Jacobo Zabludovsky recibió un homenaje por su trayectoria de 70 años en el ejercicio del periodismo.

En una atmósfera austera, sin afeites, con sillas blancas, el presidente Enrique Peña Nieto y el jefe del Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, acudieron como invitados especiales.

Zabludovsky evocó su época de aprendizaje en esas aulas, y en su mensaje de apenas 10 minutos hizo un reconocimiento afectuoso y lleno de gratitud al magisterio nacional. Recuerdo a cada uno de los maestros con el mayor afecto.

En el patio de la escuela –llamada en sus tiempos República de Perú M2424, a decir del periodista–, sólo las primeras filas del área central fueron para sus familiares y amigos cercanos. El resto las ocuparon los alumnos, todos inquietos, curiosos y sin deponer, para desesperación de sus maestras, el relajo y la alegría.

Jacobo recordó por qué su padre eligió esa escuela: Por tres razones poderosas: una, porque era laica; la otra, porque era gratuita, y la otra, porque estaba muy cerca de nuestra casa.

Y así, dijo, a lo largo de sus años escolares supo cómo funcionarios públicos dedicados al trabajo de la educación, a la labor de formar nuevos ciudadanos se entregaban a una misión cuando todavía los contagiaba la mística de una revolución transformadora, plasmada en la Constitución de 1917.

El hilo de los recuerdos de Zabludovsky no se detenía ahí. Pasó por su aprendizaje no del Himno Nacional y de la La Marsellesa (en francés), sino también de La Internacional, cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas instituyó la educación socialista.

Recorrió, con la precisión de una frase, cada uno de sus años de primaria, donde, aun a esa corta edad, tuve los ecos de acontecimientos que marcaron el destino del mundo y de México, incluido aquel 1938, cuando el general Cárdenas expropió las compañías petroleras, y al siguiente, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial.

Aquí aprendimos a leer, a escribir, a sumar, a restar, a multiplicar, a dividir, pero más que nada aprendimos el valor de la camaradería, del compañerismo por encima de los orígenes, y aquí tuvimos la suerte de que nuestros maestros fueran un orgullo y dejaran huella en generaciones de mexicanos, dijo.

Y en ese pasaje reconoció con afecto a sus profesores. “En uno de estos salones, el primer día que llegué –dentro de un mes hará 80 años–, dijo, en enero de 1934 la profesora Josefina Huitrón, de primer año, me enseñó lo primero que aprendí para toda la vida: me enseñó a agarrar un lápiz, y marcó mi vida”.

En su momento, el presidente Peña definió a Zabludovsky como un icono, un referente dentro de muchos ámbitos del quehacer social de nuestro país y del mundo de habla hispana. Su trayectoria profesional queda marcada e inscrita en la crónica que habrá inevitablemente de este pasaje de la historia de nuestro tiempo.

Además, refrendó el compromiso de su gobierno con la libertad de prensa y hacer de éste un país con aptitud para escuchar todas las voces, coincidentes y divergentes, las cuales se expresan en todos los medios, aunque a veces gustan unas y otras no.

Y Mancera se refirió así a Jacobo: él significa veracidad, contacto humano; la crónica, el amigo, el padre, el esposo, el abuelo, el compañero. Significa el colaborador.

Es también –dijo– uno de los hombres que más sabe de la ciudad de México, particularmente del Centro Histórico, y ha aceptado, además, presidir el consejo para transformar La Merced. Es un hombre que ha contribuido para que todos estemos enterados de lo que sucede, y siempre lo ha hecho con valentía, con gallardía, honrando la verdad.

El homenaje quedó sellado con la develación de una placa alusiva a la trayectoria periodística de Zabludovsky. Y cuando habló Peña Nieto, ahí mismo instruyó al titular de la Secretaría de Educación Pública, Emilio Chuayfett, para arreglar esta escuela y tener así oportunidad de volver a visitarla y verla en mejores condiciones.

La ceremonia concluyó. Todavía el Presidente y Jacobo tuvieron una charla a solas, y luego el periodista, desde estas mismas paredes donde hace 80 años llegó con sus primeros cuadernos, ayer transmitió su noticiario radiofónico De una a tres.