Moscú, 17 de noviembre.

Los 44 pasajeros y seis miembros de la tripulación de un avión de la compañía Tatarstán, que hacía un vuelo regular entre la capital de Rusia y la ciudad de Kazán, murieron este domingo al estallar la nave, tras un fallido tercer intento de aterrizaje en el aeropuerto de la capital de la república de Tatarstán, 800 kilómetros al este de Moscú.

Los primeros reportes oficiales descartan un atentado y ponen el acento en que la causa más probable del accidente fue un error del piloto, agravado por una falla técnica.

Todo apunta a que en el tercer intento de aterrizaje en condiciones climatológicas más o menos normales para esta época del año, el Boeing 737-500 tocó tierra con un ala y, poco después, estalló el depósito de combustible.

Durante casi 24 años siete compañías aéreas –de Air France en su primera etapa, a Uganda Airlines y otras líneas especializadas en rutas del interior en Rumania y Bulgaria, antes de ser adquirido por Tatarstán en 2008– utilizaron el avión siniestrado.

Según el testimonio de un pasajero que viajó de Moscú a Kazán el sábado en el mismo avión, difundido por las agencias noticiosas locales, su estado era deplorable, al aterrizar hizo un ruido tremendo y se movía tanto que parecía se iba a partir en pedazos.

Rostransnadzor, la dependencia federal encargada de la seguridad de los vuelos en la aeronáutica civil de Rusia, anunció que iniciará una revisión de la flota de la compañía Tatarstán, que en los últimos meses ha tenido varios incidentes que por poco no terminaron en catástrofe.

El viceprimer ministro tártaro, Yuri Kamaltynov, confirmó esta noche que entre los pasajeros viajaban Irek Minnijanov, hijo del presidente de Tatarstán, y Aleksandr Antonov, jefe del servicio federal de seguridad en esa república.