Vocero de la canciller Merkel dice ignorar si hay solicitudes de restitución por el expolio nazi
Desde hace meses el gobierno sabía del hallazgo en el apartamento de un octogenario, confirma Steffen Seibert
En la valiosa colección figuran lienzos de Picasso, Matisse y Chagall, entre muchos otros
Es el mayor descubrimiento de cuadros robados en el Holocausto, asegura experto
cámara de horrores, en Dresden, ciudad donde se montó en ese año la exposición itinerante Arte degeneradoFoto Reuters
Martes 5 de noviembre de 2013, p. 4
Berlín, 4 de noviembre.
Las autoridades alemanas se encontraban este lunes ante la gigantesca tarea de esclarecer el origen de mil 500 obras de artistas como Pablo Picasso, Henri Matisse y Marc Chagall, muchos de ellos expoliados a judíos, encontrados en un apartamento lleno de basura en Munich.
El vocero de la canciller Angela Merkel, Steffen Seibert, confirmó que desde hacía meses se trabajaba en ese caso que fue revelado el domingo por el semanario Focus. Sin embargo, guardaron silencio total, dejando el asunto en manos de la fiscalía de la ciudad bávara de Augsburgo, que anunció una conferencia de prensa para el martes y se negó a hacer comentarios este lunes.
El gobierno está al tanto del caso desde hace varios meses
, explicó Seibert en Berlín, confirmando así el histórico hallazgo.
Hallazgo de aduaneros
Creo que es el mayor descubrimiento de cuadros robados en el marco del Holocausto desde hace años, aunque sea una fracción ínfima del número de obras que buscamos
, dijo en una entrevista con Afp Julian Radcliffe, presidente del Registro de Obras de Arte Perdidas, con sede en Londres.
Focus estimó que el valor total de los mil 500 dibujos, bocetos y cuadros podría superar los mil millones de euros (mil 300 millones de dólares), pero una experta que trabaja en el caso consideró que era imposible hacer un cálculo.
El gobierno alemán ayudó a los investigadores “proporcionando expertos en las cuestiones del arte degenerado y de las obras robadas por los nazis”, explicó Seibert, en una conferencia de prensa el lunes.
Al ser interrogado sobre eventuales solicitudes de restitución, Seibert afirmó que no sabía nada.
Los aduaneros alemanes encontraron, a principios de 2011, esos dibujos y cuadros que en su mayoría eran considerados perdidos, en un apartamento de Munich, en el que el aire entraba por una sola ventana y se amontonaban también basura y latas de conserva caducas, algunas desde hacía casi 30 años.
El inmueble pertenecía a Cornelius Gurlitt, octogenario evidentemente afectado de silogomanía, un trastorno obsesivo del comportamiento que conduce a la compulsión de acumular objetos.
En septiembre de 2010, Gurlitt fue inspeccionado por los aduaneros alemanes en un tren que hacía el trayecto de Suiza a Alemania, con una importante suma de dinero en efectivo en un sobre.
Aunque el transporte de dicha suma –9 mil euros, según Focus– era legal, los investigadores decidieron seguir su intuición, hasta obtener algunos meses después la autorización para registrar el apartamento.
Heredero de un coleccionista
Según los primeros indicios, Cornelius Gurlitt vivía desde hacía décadas sin tener una existencia legalmente registrada en Alemania, y sin trabajo. Se ganaba la vida gracias a la venta ocasional de obras reunidas en su apartamento a propietarios de galerías de arte poco escrupulosos en cuanto al origen.
Vivía recluido y no dejaba entrar ni a sus familiares, según la revista Focus. Había heredado esas obras de su padre, Hildebrand Gurlitt, un coleccionista de arte fallecido en 1956 en un accidente de automóvil.
Hildebrand Gurlitt, quien inicialmente fue amenazado por los nazis, sobre todo porque tenía una abuela judía, se volvió indispensable luego al régimen de Hitler, al cual ayudaba a vender obras robadas o incautadas en el extranjero.
Una parte importante de las obras halladas proviene aparente-mente de la expoliación a judíos, cuyas colecciones fueron robadas o decomisadas en el extranjero.
Secrecía de autoridades
Según Focus, al menos 300 obras pertenecen a la lista de las incautadas por las nazis, que pertenecían al arte degenerado, y por lo menos 200 de ellas son objeto de solicitudes oficiales de búsqueda.
Las autoridades mantuvieron en secreto el mayor tiempo posible, debido a la enormidad de la tarea que implica identificar las obras y la búsqueda de su origen o de sus herederos.
Matisse, Picasso, Chagall y Franz Marc compartían habitación con Cornelius Gurlitt, quien al viajar en tren de Zurich a Munich, en la aduana le preguntaron si llevaba dinero en efectivo y lo negó. Sin embargo, al abrir el portafolio aparecieron miles de euros.
El monto estaba dentro de lo permitido, pero los funcionarios decidieron no perderle la pista a ese hombre que no estaba registrado en Munich, donde decía vivir.
En 2011 el hallazgo superó toda expectativa: los investigadores no se vieron ante grandes sumas cobradas en dinero, sino ante unas mil 500 obras de arte que se consideraban extraviadas.
El anciano no opuso resistencia. Podrían haberse ahorrado el trabajo
, dijo durante el operativo, sentado en la penumbra de su habitación. De todas formas hubiera muerto pronto y ahí los cuadros irían a dar a sus manos
, comentó.
Su padre, Hildebrand Gurlitt, adquirió obras de coleccionistas judíos que, ante la persecución nazi, se vieron obligados a vender sus valiosas pertenencias muy por debajo de su precio.
Según Focus, Gurlitt supo aprovechar la situación. Cierta vez compró 400 obras, todas juntas, por sólo 4 mil francos suizos.
Después de la guerra, el coleccionista justificó sus operaciones diciendo que de esa forma había evitado que muchas fuesen destruidas o vendidas en el extranjero.
Hildebrand Gurlitt, quien en 1930 fue depuesto de su cargo como director de la colección de arte de Zwickau por sus supuestas raíces judías, pasó poco después a comerciar en el rubro para el nacionalsocialismo.
En 1937 el régimen organizó una gran exposición en Munich para exhibir obras confiscadas por degeneradas
. El ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, ordenó que todos los museos purgaran
sus colecciones de obras no alemanas
.
Algunas de ellas ya han sido identificadas: pertenecían a un coleccionista de Dresde. Otras, a un editor de Leipzig al que mataron en un campo de concentración. Pero más de 300 son cuadros que pertenecieron a museos alemanes catalogados como degenerados
.
Según el semanario Focus, Cornelius Gurlitt aún posee una cuenta con medio millón de euros. La justicia deberá definir si la tenencia de esos cuadros estaba fuera de la ley.