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De salarios y una lectura recomendable
E

l 3.5% de incremento salarial otorgado a los trabajadores administrativos de la Universidad Nacional Autónoma de México repite el inicio de un ciclo anual mediante el cual el gobierno federal impone el tope que hará extensivo al resto de las instituciones educativas y que, semanas después, se verá reflejado en el salario mínimo general que, a su vez, será determinante para el aumento a los salarios contractuales en todo el país.

Esta política salarial se ejecuta por mandato de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, aún sin haber concluido la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2014, uno de cuyos componentes es, precisamente, la variable salarial. Para asumir estas definiciones fundamentales las autoridades no realizan negociaciones con los sindicatos, tampoco con los legisladores: se trata de una política vertical y autoritaria que en los recientes 30 años, ha provocado que los trabajadores pierdan más de la mitad de su poder adquisitivo.

La ausencia de un proceso de concertación con las organizaciones de trabajadores en materia salarial, exhibe la creciente postración del movimiento sindical. Simplemente su opinión no cuenta y por ello crece su desprestigio frente a la sociedad y hacia los propios trabajadores, lo cual explica por qué la presencia de líderes sindicales en el Congreso de la Unión es actualmente insignificante comparada con la que en otro tiempo llegaron a representar. Lastimosamente en días recientes, con motivo de la reforma fiscal, los empresarios utilizaron las siglas de los sindicatos cetemistas y de los llamados independientes de corte patronal, como un agregado a sus desplegados de protesta de las empresas de refrescos y de algunas maquiladoras que amenazaban, incluso, con paros laborales supuestamente organizados por los propios trabajadores. Su estrategia fracasó y los dueños de las siglas quedaron en ridículo.

La subordinación sindical, excepciones aparte, estuvo también presente en la pasada reforma laboral de finales del año 2012; en ella se impusieron reglas que han motivado el incremento de despidos injustificados al abaratar su costo mediante el pago restringido de los salarios vencidos. Éstos se redujeron, sin embargo la lentitud de los procesos se ha mantenido prácticamente igual. En esta reforma surgió repentinamente el tema de la democracia sindical, vinculada a los renglones de transparencia, rendición de cuentas, voto secreto y directo y, en especial, a un aspecto que debería generar más visibilidad, el cáncer de los contratos colectivos de protección patronal, firmados con sindicatos blancos; sobre ello, la propuesta inesperada, contenida en el artículo 388 bis, obligaba a que los trabajadores fueran tomados en cuenta antes de que se firmara un contrato colectivo en su nombre; sin embargo, a pesar de que en el Senado se logró una votación mayoritaria en favor de esta consulta, con votos de PRD, PAN, MC y PT, más tarde, en la Cámara de Diputados, los intereses empresariales y corporativos lograron que por unos cuantos votos, entre ellos los de un grupo de legisladores panistas-empresarios, se cancelara esta opción democrática que hubiera permitido un cambio de rumbo.

La agenda para lograr un cambio en la política laboral del país, comprende en primer lugar tomar conciencia de su importancia, pues esta influye de manera fundamental en las grandes políticas públicas, educativa, energética y en la reforma democrática. Se comete frecuentemente el error de considerar que sólo corresponde a los trabajadores participar en esta tarea. Las consecuencias repercuten en toda la sociedad en su conjunto. La opacidad y la corrupción sindical empiezan a ser permeadas por el crimen organizado, como lo han denunciado diversos grupos empresariales en las ramas de transporte y de servicios.

Estos temas laborales en nuestro país suelen ser explorados en espacios muy reducidos, por la vía formal o jurídica, orientándose a la formación académica o en un plano descriptivo o coyuntural, relacionado con luchas o denuncias concretas. Pocas veces tenemos acceso a textos que tengan una visión integral que permitan identificar el origen de las prácticas e instituciones laborales, sus condicionamientos, historia y las consecuencias que generan en tareas  tan importantes como el salario o la indefensión laboral. Esta visión integral es clave para entender la orientación de la política laboral y los intereses involucrados en la misma, incluyendo el creciente control empresarial sobre los trabajadores y sus organizaciones. Una lectura para acceder a esta comprensión la encontramos en la reciente publicación titulada Sindicatos y Política en México: cambios, continuidades y contradicciones, de Graciela Bensusán y Kevin J. Middlebrook, coeditado por la Universidad Autónoma Metropolitana, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

Bensusán y Middlebrook desarrollan su análisis en cuatro apartados: la génesis de la vinculación corporativa entre el Estado y los sindicatos; los efectos de las restricciones económicas y sociales; los límites  derivados de las políticas implementadas en los gobiernos de Fox y Calderón, reforma laboral incluida y una última parte, poco explorada en otros textos, relacionada con la defensa internacional de los derechos laborales, especialmente ante la Organización Internacional del Trabajo y en el entorno del Acuerdo de Cooperación Laboral de América del Norte, paralelo al Tratado de Libre Comercio de esta región.

La lectura de este texto y el informe de las investigaciones contenidas en sus páginas, constituyen un referente fundamental para ir aclarando los enigmas del mundo del trabajo.