Cuando Juan Manuel Márquez cierra los ojos cada noche, evoca una imagen muy nítida. Puede ver con claridad su adiós de los cuadriláteros; orgulloso y agradecido con un público fiel, pero sobre todo con la satisfacción de haber dejado un legado histórico en el boxeo.

El final está cerca, admite el peleador una semana después de perder ante el estadunidense Tim Bradley, en una más de las que considera fue una pelea robada.

Un desenlace, refiere Márquez, que representa también el cierre de un ciclo glorioso que vivieron boxeadores como Marco Antonio Barrera y Érik Terrible Morales, reconocidos mundialmente entre los mejores exponentes mexicanos.

Sólo un pensamiento le agita: la amargura de sentirse robado en seis de las siete derrotas en dos décadas de carrera. Tuvo que noquear al filipino Manny Pacquiao en un cuarto combate, advierte, para alejar todas las dudas y dejar un testimonio de que en los tres pleitos anteriores le habían arrebatado injustamente la victoria.

Dice que el pasado sábado vivió una vez más esa experiencia. Una derrota que le trae de nuevo a la memoria momentos ásperos en su trayectoria. Perder ante Bradley le arrebató los sueños de mantenerse en el boxeo.

A estas alturas de mi carrera ya no estoy para aguantar estas situaciones, se queja.

Cuando te esfuerzas tanto y te niegan un triunfo justo, te matan cualquier ilusión, le sale la frase con desencanto.

No es poca presión para una historia personal de lucha contra organismos, jueces y un negocio que protege a peleadores que representan demasiados intereses, acusa.

En Las Vegas, hace una semana, Márquez vio esa película en la que los jueces calificaron de manera generosa a quien, piensa, representaba el mejor negocio.

Márquez analizará la idea de buscar la revancha con BradleyFoto Reuters

Te motivas tanto por tener una oportunidad y te pasan estas cosas que terminan por desanimar porque son una mancha en tu carrera, agrega, pero no se deja derrotar fácilmente; está convencido de que las adversidades fortalecen a los peleadores.

Como dicen, lo que no te mata te hace más fuerte, y así ha sido toda mi carrera, afirma.

Yo sé que está a punto de terminar, el final se acerca, pero todavía puedo dar un cierre como me gustaría, una pelea en la que me despediría dejando un legado, plantea casi como una amenaza.

Es una historia que se repite, pero los boxeadores se resisten al retiro. Lo sabe Márquez, quien reconoce que no es dinero lo que lo mueve a acariciar la posibilidad de pelear una vez más. Un combate que tal vez lo volvería único: sería el primer mexicano en ceñirse un quinto título mundial en una categoría diferente. Se le negó el pasado 12 de octubre, pero no está del todo cancelada.

La idea de tener una revancha ante Bradley, incluso en la Ciudad de México, de pronto parece excitante.

No sé. Debo pensarlo bien para ver qué es lo que me conviene. Hay muchas posibilidades, pero primero debo descansar antes de tomar una decisión. Todavía no tengo una respuesta definitiva, apunta para que no lo den por acabado.

Y mientras espera el final, cada noche al cerrar los ojos ve su despedida. Es magnífica, una especie de agradecimiento a un público que considera que lo colocará en el lugar que le corresponde en la historia del boxeo.

En ese adiós cumple su sueño de dejar un legado, es el cierre perfecto. Márquez aún piensa que ese sueño puede hacerse real.