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Nosotros ya no somos los mismos

Segunda relación de mexicanos que nos llenan de ufanía

Un tema irresistible

Foto
Un alumno de la escuela primaria Estado de Durango, en el Distrito Federal, estrena una de las computadoras adquiridas para ese plantel. Imagen de abril de 2008Foto María Meléndrez Parada
¡V

aya que resulta gratificante escribir renglones como éstos! ¿Se acuerdan del niño que se volvió adicto a La Jornada porque su hermano politécnico usaba el periódico como paraguas las noches de lluvia? Ése, el que se fue de mojado pa’l otro lado y ya con hijos en la prepa gringa sigue enviciado en la lectura de este diario, aunque, dice, las noticias lo achicopalan. Ése, al que por dormir con la nalga parada, un tío le dio el mote de El Pato y ahora, muchos años después, así lo conocen de uno y otro lado del Bravo. Es más, ya de su nombre, ni siquiera él, está muy seguro. Animado por las referencias que hice de los apodos saltillenses, que me escribe y que publico su historia, pues me pareció un sincero, sencillo y sentido reconocimiento al periódico, y una prueba de la identificación que éste ha logrado con, ¿el pueblo? ¿La gente? Siguiente lunes: el mojado primero, escribe y emocionado agradece al periódico: gracias a ustedes los mojados, hermanos Garrido, nos rencontramos. Un ¡Salud! ­binacional.

Lo hice en privado y ahora públicamente: agradezco a José Luis Llanes Lagunas y a Juan José Cabrera sus precisas observaciones: la plática entre Gorki y Chéjov no sucedió en Yalta, sino Kuchuk-koi y fue en 1900 y no en 1910. Y ahora pasemos a la segunda relación de los mexicanos que merecen ¡goyas, huélums y viva México, chingaos!

1. Durante el bachillerato yo seguía asombrado por haber aprobado, en secundaria, álgebra y trigonometría (¿las aprobé?). Quienes no hay duda que lo consiguieron son: María Isabel González y Javier Hernández Cervantes, alumnos del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos José María Morelos del Instituto Politécnico Na­cional. Es de justicia recoger los nombres de sus maestros: Rafaella Macías y Jorge A. Florencia. Estos jóvenes desarrollaron un sistema inteligente que, aplicado a camas ortopédicas, es capaz de permitir a enfermos discapacitados que no pueden valerse de las manos, manejarlas tan sólo con la voz. Pronunciando ciertas palabras pueden mover cabeceras, pieseras y ejecutar movimientos de costado que permiten desplazamientos completos de los pacientes. “Mediante una sencilla interfaz gráfica (así lo explican los estudiantes, no yo), se puede tener acceso a programas de entretenimiento: reproductores de música y video, conexión a un navegador web que les permite su incorporación a las redes sociales, y también un teléfono celular para chatear. Insisto: apenas estudian bachillerato. ¿Se les apoya en serio, o los ponemos a disposición de la dirección de ciencia y tecnología del boyante holding Z?

2. La bella e irreductible doctora Ana María Menéndez me contribuyó con cuatro emocionantes informaciones: publicó El Universal que tres niños mexicanos, estudiantes de secundaria –Carlos Franco (14) y Emanuel Johansensen (15), oriundos de Tejalpa, Morelos, y Ángel Aliseda (16), de Zapotlán de Juárez (municipio 82, de los 84 de Hidalgo)– ganaron el primer lugar en el Concurso Mundial de Geografía, organizado por la National Geographic Society. Dentro de los premios otorgados están sendas computadoras (las primeras de sus vidas). Unas pequeñas dudas: A) ¿En sus pueblos, barrios y casas cuentan con electricidad y conexión a la red? B) ¿Después de su dignísimo desempeño, las autoridades de todos los niveles, las organizaciones sociales, religiosas, políticas les han brindado el apoyo a que se hicieron merecedores? ¿Han podido seguir estudiando?

3. Se llama Christian Adrián Hernández el niño que obtuvo el primer lugar en la Olimpiada Nacional del Conocimiento 2013. Según la Agencia de Noticias SLP, pertenece a una familia de las que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), abundan en el país: las conformadas por 53 millones de mexicanos que padecen hambre. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), por su parte, nos dice que 11.7 millones de menores de edad viven en pobreza extrema. ¿Estará incluido en la estadística el ganador de la Olimpiada del Conocimiento? La agencia SLP agrega que Christian pertenece a una fami­lia de bajo nivel económico: su madre atiende un puesto de comida, su padre gana salario mínimo y él recorre varios kilómetros en bicicleta para ir a la escuela. Sus herramientas para estudio son los Libros de Texto Gratuitos, tan rechazados por el Partido Acción Nacional, la jerarquía católica y toda la mochería de la Edad Media, vigente hasta la fecha. Ando en busca de una expresión del presidente López Mateos que decía más o menos: Quienes ahora se presentan como cruzados por la libertad de enseñanza son quienes siempre han sido enemigos de la enseñanza de la libertad. ¿Alguien me puede orientar al respecto? La lista de me­xicanos que nos llenan de ufa­nía es aún, afortunadamente, larga. Nos seguiremos asombrando en próximas columnetas, pero, por ahora, no puedo resistirme a participar en el divertimento que más urticaria y prurito ha causado en las redes sociales en los días recientes.

Por muy diversas fuentes me enteré del hecho. La difusión viral y las virulentas reacciones ocasionadas por éste, llamaron mi atención, pero sólo hasta que vi el comentario en el Astillero de Julio Hernández López, consideré que debía asomarme al asuntito, que era ya el trend topic del momento. Por alguna razón vi primeramente los comentarios y, prematuramente, pensé que se trataba simplemente de la argucia de algún Guazón autóctono que pretendía, por medio de la irritación colectiva, alcanzar sus 15 minutos de popularidad, aunque fuera tan sólo en la colonia Prados de Providencia, de la ciudad de Guadalajara, donde él habita (lejos, por supuesto, de la Baticueva). Y que cientos de Batmans, bien intencionados, le estaban engordando el caldo que, inescrupulosamente, había aderezado en el perol de su estulticia. (Estas expresiones son para ponerse a tono con lo que viene.) Después de leer varias veces el enjundioso, científico, riguroso (¡ah! y también muy cristiano) ensayo titulado Algunas diferencias entre pobres y ricos, consideré de elemental justicia, puesto que a su obra voy a referirme, transcribir la síntesis curricular del autor, tal como él la escribió para publicitar sus méritos académicos: Especialista en jóvenes con más de 25 años de experiencia profesional. (La inexistente puntuación nos obliga a pensar que el padre Maciel era más riguroso con la edad y menos exigente con la ex­periencia.) Problemas escolares. Crisis de conducta. Crisis en el noviazgo. Orientación vocacional. Cambios de escuela. Cambios de carrera. Detección y desarrollo de talento. Motivación y psicología del deporte. (Seguramente para no ser excedido se abstiene de mencionar zurcido invisible, fisioterapia del pie derecho, proyectos de largo alcance para enfermos terminales y preparación de infantes que harán su primera comunión. Parece que está, además, considerando ofrecer cursillos propedéuticos para las ceremonias del rito judío, Bar o Bat Mitzvah, si recibe autorización superior.)

Pero basta de suspenso. Hablemos del a veces licenciado y otras doctor Guillermo Dellamary Toral y sus invaluables aportes a la sicología, la filosofía, la educación, la pedagogía, la orientación vocacional, la oratoria, el periodismo, la literatura y el deporte. Sus estudios según su propio dicho, fueron los siguientes: licenciatura en sicología (UAG), filosofía (UNIVA), bachillerato y doctorado (Universidad Pontificia Gregoriana de Roma) –en ese orden los cita y sin especificar la especialidad del posgrado–. Los efectos sociales de su documento han sido tan amplios y profundos que decidí aguantarme las ganas de comentar ingentes temas a los que siempre ando llegando tarde, para intentar una objetiva tomografía del sesudo análisis Algunas diferencias entre pobres y ricos. Y no es para menos. Estoy convencido que desde 1867, cuando se conoce el primer tomo de El capital, en cuyos capítulos 24 y 25, el casi cincuentón Karl Marx nos echa el rollo de La acumulación originaria del capital, hasta estos pasados 20 años, en los que Cuauhtémoc y André (sin s, como un Maurois tabasqueño) Manuel se la han pasado predicando una propuesta bastante light de igualdad social, nadie ha sido capaz, con tan sólo 491 palabras, de despertar una adormecida conciencia de clase de manera tan inmediata y contundente, como el doctor Dellamary: ¡Proletarios del mundo (o séase: feos, delincuentes, mal educados y malolientes, sin gusto ni buenas maneras), uníos! Pero, eso sí, con orden, rasurados, vestidos con buen gusto y el desodorante apuntando a la axila. Sencillos y provincianos puntos de vista en la próxima columneta.

Twitter: @ortiztejeda