Al ver una placa conmemorativa de cartón recién pegada en el andén de la estación Balderas del Metro, un hombre con los ojos anegados de lágrimas se dirige a otra mujer de canas, que llora. ¿Usted es la viuda de Esteban Cervantes? Ella asiente.

–Quiero darle las gracias por mi sobrina. Ella venía en ese vagón hace cuatro años y su esposo la salvó–. Le da la mano agradecido, se limpia algunas lágrimas y se va.

El 18 de septiembre de 2009, un hombre que grafiteaba el andén disparó contra el policía bancario industrial Víctor Manuel Miranda, de 28 años de edad, cuando éste le pidió que se detuviera. El oficial falleció. Su viuda, quien acudió ayer al mismo andén de aquella vez, requirió un año de atención sicológica para poder empezar a trabajar, narra.

En ese entonces, cuando ocurría la agresión, uno de los pasajeros que iba en el Metro, Esteban Cervantes Barrera, se aventó contra el hombre que amenazaba con la pistola a todos los usuarios para evitar que siguiera disparando. Intentó desarmarlo una y otra vez hasta que fue herido de muerte.

Delfino Aguilar, empleado administrativo de la policía capitalina, al intervenir también resultó herido en un brazo y el tórax. Él sobrevivió.

Para recordar estos hechos, un grupo de ciudadanos, encabezados por el activista Daniel Gershenson, colocó una corona de flores en el mismo lugar donde fallecieron estos dos hombres hace cuatro años.

Exigieron al Gobierno del Distrito Federal que cumpla el acuerdo de colocar en dos vagones del Metro y dos calles de la ciudad el nombre de estos dos ciudadanos que dieron su vida por el prójimo.

Asimismo, solicitaron que hubiera una placa permanente en recuerdo de su memoria en el mismo andén del Metro Balderas.

Tras una breve ceremonia, las viudas y familiares de ambos hombres se retiraron.