Energía
Martes 3 de septiembre de 2013, p. 26
Pese a estar aún en fase exploratoria, la extracción de gas pizarra (shale) mediante fractura hidráulica (fracking) se ha vuelto objeto de crecientes protestas. El gobierno es partidario cada vez más abierto de la técnica, pero a la fecha sólo una compañía, Cuadrilla Resources, examina la viabilidad de producir gas en los lechos de roca pizarra o esquisto bituminoso del sureste y el norte de Inglaterra. A mediados de agosto, Cuadrilla fue obligada a reducir operaciones en su pozo exploratorio en la villa rural de Balcombe, a causa de las protestas de residentes locales y ambientalistas de todo el país. Las protestas son un contratiempo para el gobierno, que ha invertido una cantidad sorprendente de capital político en una fuente energética que no se ha probado en el Reino Unido y que, aun si fuera viable, no generará una producción importante durante algunos años.
Pese a toda la controversia reciente en torno a la fractura hidráulica –el proceso de liberar gas de la roca bombeando a alta presión agua, arena y sustancias químicas–, Gran Bretaña está aún entre los países líderes en Europa en términos de examinar los beneficios potenciales de la tecnología. Ha sido alentada en esta dirección por avances en EU, donde dicha técnica ha transformado la dinámica de la oferta energética y donde los precios del gas han caído 66% de 2008 a la fecha. Sin embargo, GB no está sola en la dificultad de reproducir el éxito que ha disfrutado EU. La comercialización de las reservas de gas de esquisto en Europa es marcadamente más difícil que en EU por dos razones principales: las desafiantes formaciones geológicas del continente, y su mayor densidad de población.
Por ejemplo, se tenía entendido que Polonia tenía las reservas estimadas de gas pizarra más altas de Europa, pero el auge inicial de interés comercial se ha desvanecido en gran medida. Tres importantes compañías energéticas –las estadunidenses Exxon y Marathon, y la canadiense Talisman– se han retirado del país, luego de los decepcionantes resultados de la perforación y de una enorme revisión a la baja en los estimados de las reservas.
Oposición
La fractura exploratoria en GB está en una etapa menos avanzada de la que alcanzó en Polonia, pero ya está hundida en controversia. Las prolongadas protestas en gran escala en el sitio de Cuadrilla en Balcombe dañaron en forma significativa la imagen pública de esta tecnología, pero ya había sido motivo de considerable ansiedad. En 2011 el gobierno impuso una moratoria a la fractura, cuando dos pequeños temblores de tierra se atribuyeron a ese proceso. Se comisionó un informe de seguridad a la Real Sociedad y la Real Academia de Ingeniería, los cuales concluyeron que había sólo bajos riesgos de sismos o de contaminación de la reserva de agua. El gobierno levantó la moratoria en diciembre de 2012, lo cual permitió que continuara la exploración, sujeta a nuevos requerimientos de vigilancia sísmica.
Este año gobierno ha elevado en forma considerable su apoyo al fracking. En julio el ministro de hacienda, George Osborne, expresó que desea crear el régimen fiscal más favorable del mundo para el gas pizarra. Propuso recortar de 62 a 30% la tasa de impuesto a la producción. Además, se requerirá a las compañías energéticas proporcionar beneficios aún no especificados a las comunidades locales en las zonas donde se realice la perforación, equivalentes a 100 mil libras esterlinas (155 mil dólares) por cada pozo perforado. Esas comunidades recibirán también una parte del ingreso –se habla de 1%– cuando comience la producción. Las protestas locales contra Cuadrilla en Balcombe sugieren que la perspectiva de esos incentivos aún tiene que superar las reservas públicas acerca de este método de extracción.
Mensajes mezclados
Los argumentos del gobierno en apoyo a la tecnología de fractura hidráulica parecen políticamente ingenuos en muchos aspectos. Primero, tanto el primer ministro David Cameron, del Partido Conservador, como el ministro de hacienda han subrayado que el fracking tiene el potencial de reducir los crecientes costos de la energía que enfrentan los hogares y empresas británicos. Pero no hay consenso acerca de que el gas pizarra pueda propiciar una diferencia significativa en los costos; Cuadrilla tiende a resaltar más su posible contribución a asegurar la oferta que a bajar costos. En segundo lugar, aunque son comprensibles los intentos del gobierno por ganarse a los opositores locales, no están muy a tono con el simultáneo viraje en la política referente a las turbinas de viento, en las cuales se dará mayor poder de objeción a los residentes locales, sobre todo por razones estéticas.
Uno de los argumentos de Cameron a favor de incrementar el fracking es que Europa se está quedando fuera, pues sólo ha perforado 100 pozos el año pasado en comparación con 100 mil en EU. El primer ministro cita estos números sólo como prueba de una distancia en la producción que podría acortarse, pero buena parte del electorado de GB tiende con fuerza a la protección del paisaje. Es difícil imaginar que los residentes afectados conserven la ecuanimidad frente a la proliferación de instalaciones de perforación y la infraestructura asociada que las cifras de Cameron permiten entrever. Esto podría tener consecuencias políticas directas para su partido. Muchos votantes que viven sobre los lechos de roca pizarra del próspero sureste de Inglaterra son conservadores con los que al primer ministro no le conviene enemistarse. Tantos como la mitad de los ministros del gabinete de Cameron provienen de electorados parlamentarios en los que se han concedido licencias de perforación por este método.
Dada la incertidumbre que rodea a la viabilidad comercial y técnica de extraer las reservas de gas pizarra del Reino Unido, es curioso que Cameron haya dado un respaldo tan fuerte a esa técnica en etapa tan temprana. Corre el riesgo de galvanizar la oposición a una tecnología que tal vez no rinda los dividendos económicos y políticos que espera. La fractura hidráulica ha tenido un éxito resonante en EU, pero no existe ninguna garantía de que se pueda reproducir en GB.
Además, GB aún necesita equiparse con algo de la infraestructura más rudimentaria de la que ha requerido su creciente dependencia en el gas importado. Un buen ejemplo son las instalaciones de almacenamiento de gas, las cuales están subdesarrolladas debido a la disponibilidad de las reservas del Mar del Norte, ahora en decadencia. La capacidad de almacenamiento del país equivale apenas a 6% de la demanda anual –en comparación con 20-25% en Francia y Alemania–, lo cual eleva la perspectiva de sacudimientos en el precio y la oferta. Tal vez el gobierno necesite intervenir para atender esta cuestión, porque si bien ha concedido permiso para construir nuevas instalaciones, las compañías energéticas no las han considerado lo bastante redituables para garantizar la inversión.
Economist Intelligence Unit
Traducción: Jorge Anaya
En asociación con infoestratégica