ara comenzar, me sumo a los muchos que preguntan dónde está escondido el secretario de Educación Pública.
Pocos días antes de festejar el aniversario 76 de la Comisión Federal de Electricidad(CFE), se divulgó en los medios que atraviesa por serios problemas financieros. Entre los motivos destaca la enorme carga que significan los trabajadores de la Comisión, en activo o pensionados; la competencia desventajosa de otros generadores (como las empresas españolas con presencia creciente en el país gracias a los gobiernos de la docena trágica) y la imposibilidad de que las hidroeléctricas funcionen bien por el bajo nivel de las presas. Era una forma de crear ambiente favorable a las reformas que sobre Petróleos Mexicanos y el sector eléctrico envió después el Ejecutivo federal al Congreso para su consideración.
Al asunto laboral respondió el sindicato señalando que las pérdidas financieras se deben en buena parte a la política gubernamental vigente en el sector eléctrico. Por ejemplo, a los elevados subsidios otorgados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Púbico, a lo que se agrega el transporte barato de energía para auto abastecedores y cogeneradores privados remotos. En paralelo, la dirigencia sindical se quejó de la injusta competencia que enfrenta la CFE con las compañías energéticas privadas y a la necesidad de ampliar la infraestructura actual de la paraestatal para generar más energía con mayor eficiencia y menor precio. Aclarado el origen de lo que el sindicato estima es el problema fundamental de la CFE, reiteró su apoyo a las reformas emprendidas por el gobierno federal. La celebración del 76 aniversario transcurrió así en armonía gobierno-empresa-sindicato. Como en los viejos tiempos.
Los especialistas han mencionado en La Jornada lo que sucede con la generación de electricidad a través de las hidroeléctricas y termoeléctricas de la CFE y el papel creciente que juegan las trasnacionales. En nuestro caso, es importante que las instancias oficiales informen sobre el estado actual de los embalses que sirven para generar energía. Por ejemplo, el de La Villita, ubicado a 35 kilómetros de la desembocadura del río Balsas, en los límites de Guerrero y Michoacán y pieza clave para el riego agrícola, la generación de energía y la regulación del caudal del citado río. Forma parte del complejo industrial en el que tanto empeño puso el general Lázaro Cárdenas. Alcanzó a ver inaugurada la presa en 1968.
La región ha sufrido los últimos 40 años una transformación impresionante, comenzando con la ciudad y la siderúrgica que llevan el nombre del patriota ex presidente, la terminal de Pemex, el complejo de fertilizantes y otras empresas más. Pero La Villita tiene problemas estructurales y su embalse mucho menor capacidad, lo que pone en peligro áreas de ese polo urbano-industrial. Lo que ocurre se debe en parte al severo azolve de la cuenca del río y el vaso de la presa. El origen: la deforestación de las partes altas de la cuenca y la falta de medidas para evitarla. Un asunto sobre el cual llamó oportunamente la atención de las autoridades el investigador Alejandro Toledo Ocampo.
No es el único gran embalse con problemas que requiere atención urgente por los altos riesgos que conlleva su funcionamiento. De los 8 mil 500 embalses importantes que existen en el país, 115 figuran como prioritarios de evaluar en cuanto a riesgo por envejecimiento, menor capacidad para captar agua debido al azolve de sus vasos reguladores y por mantenimiento inadecuado. Algunos perdieron hasta 60 por ciento de su capacidad de captación debido a los sedimentos que les aportan los ríos que los alimentan y cuyo origen son los asentamientos humanos, las actividades agropecuarias y la erosión.
Hay presas operadas por distintos agentes: desde particulares y gobiernos estatales hasta la Comisión Nacional del Agua y los distritos de riego. Pero en todas ellas está ausente el concepto de cuencas hidrográficas, falta la política de manejo integral por parte de las instancias públicas. Con esos vicios de origen se construyen grandes presas que ocasionarán daños ambientales y sociales y durarán menos de lo previsto. Nuevamente, los errores de siempre.