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El sencillo sonar de las alas de los ángeles
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Periódico La Jornada
Sábado 22 de junio de 2013, p. a16

John Zorn es uno de esos músicos de culto que hacen caminar al mundo en orden desde el aparente caos.

También, tiene fama de ser un duro, de esos tipos que sin ser malencarados imponen con su presencia.

Precisamente el furor de su presencia en México, hace algunos años, provocó que muchos jóvenes, desesperados porque no alcanzaron lugar en el concierto, rompieron vidrios catalogados e intentaron dar portazo en San Ildefonso.

En realidad, el maestro Zorn es un pan, como reza el dicho popular. Es un hombre bueno. Tanto, que no tiene empacho en escribir lo siguiente:

Ultimadamente, todo en música tiene que ver con el amor.

El nuevo disco de Pat Metheny es a su vez el volumen 20 del Libro de los Ángeles de John Zorn: Pat Metheny/ Tap.

Cuando escuchó John Zorn este disco, rompió en llanto:

Desde la primera hasta la última nota, este disco está lleno de amor. El amor a la vida, el amor al mundo, el amor a la música y el amor a la mismísima energía creativa eterna. Cada vez que lo escucho me hace sonreír, me hace pensar y libera mi imaginación, me hace reír a carcajadas y también me hace llorar del profundo y humilde gozo de ser entendido y aceptado, el gozo de la unión, de la aventura, del salvaje abandono, el gozo de lo nuevo, el gozo del amor.

La unión entre estos dos grandes maestros, Path Metheny y John Zorn, se materializa entonces en un disco de gran intensidad. La admiración mutua tenía que aterrizar en algún momento y la oportunidad llegó. Pat le pidió a John grabar su volumen 20 del Libro de los Ángeles, esa serie fascinante que mantiene a John Zorn en el fluir creativo.

Como John Zorn sabe que Pat Metheny es además de una leyenda, una de esas raras luces en el universo. Un ser tocado por los ángeles, accedió de inmediato y el escucha tiene ante sí el asombro, la creatividad al máximo, la conjunción de dos estilos, dos mentes, dos cerebros, dos almas en ebullición.

Dos seres terrenales que, si uno observa con atención, tienen alas de ángel.

Las composiciones de John Zorn, todas ellas con nombre de ángeles (Mastema, Albim, Tharsis, Sariel, Phanuel, Hurmiz) suenan en las distintas guitarras que se ha construido Metheny (que también suena a nombre de ángel: Metheny, al igual que el de su camarada: Zorn): acústica, eléctrica, barítona, sitar, tiple, baja y también suena un piano, una marimba orquestriónica, campanas, bandoneón y flugelhorn, entre otras exquisiteces sonoras.

Hay que decir, en este momento, que Pat Metheny ha convertido la guitarra en un ente no solamente autónomo, sino en un instrumento nuevo, que deja años luz atrás las concepciones, por igual las tradicionales que las vanguardistas, en torno a este instrumento.

Pat Metheny ha condecorado, posgraduado, convertido a la guitarra como una de las bellas artes en sí misma.

De manera que no espere el escucha, especialmente quien no conozca aún los portentos de este músico, hallar los compartimentos estancos que suelen alojar a la música para guitarra. Por el contrario, el melómano nadará libre en el viento, volará suelto en el agua, pues el elemento agua, el elemento aire, el elemento fuego y el elemento tierra están danzando, alquimia sencilla de por medio, en este disco de un par de seres tocados por los mismísimos ángeles: John Zorn y Pat Metheny.

Cuando escribí, hace tres párrafos, ‘‘marimba orquestriónica” adelanté el contenido del otro nuevo disco de Path Metheny: The Orchestrion Project, álbum doble cuyo antecedente reseñó el Disquero (http://goo.gl/7CsBX) en su momento y también, en su reciente visita a México, el propio Pat Metheny develó en entrevista a La Jornada los secretos de su sueño que suena (http://goo.gl/GPcgm) y que constituye una nueva obra maestra.

Existe un filme, que realizaron Pierre y François Lamoureux, con el mismo título, donde podemos ver a Metheny en un bodegón, una iglesia abandonada, donde instaló su Orchestrion, como nombró a su invento: una orquesta con instrumentos reales, activada desde la guitarra a través de un sencillo sistema de solenoides y el todo hace girar al Sol de manera diferente, para dar posesión a la Luna del cosmos entero, que vibra de manera fascinante merced a esta música angelizada, soñada (por cierto, se incluye la composición ex profeso de Metheny: Sueño con México), liberada como Venus naciendo en plena playa, tocada también por las alas de los ángeles.

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