Política
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La virtud panista de tolerar la intolerancia
E

l 9 de junio, publiqué en La Jornada Semanal un artículo que documenta que varios de los principales fundadores del Partido Acción Nacional (PAN) –Manuel Gómez Morín, Gustavo Molina Font, Luis Herrera Lasso, Pedro Zouloaga y Aquiles Elorduy– eran parte activa de una revista pro nazi titulada La Reacción (?) (así se escribe, con todo y signo de interrogación). De hecho, Elorduy dirigía la revista y ésta sirvió de tribuna al joven partido, pues uno de sus números reprodujo, íntegro y en exclusiva, el Segundo Informe de Gómez Morín ante ese instituto.

Aminadab Pérez Franco, director de la Fundación Miguel Estrada del PAN, rechazó ( La Jornada, 17 de junio) que haya un fundamento nazi en ese partido, argumentando que: Ciertamente hay una raíz católica muy clara, otra universitaria, una vasconcelista y una más ciudadana. Dentro de esta última, hay personas que evidentemente tienen inclinaciones que se pueden llamar de ultraderecha. Este alegato, más que refutar la raíz fascista en el PAN, la confirma. Durante la Segunda Guerra Mundial, José Vasconcelos fue abiertamente pro nazi.1 Están muy documentadas las ligas de un sector muy importante del alto clero católico con el movimiento de Francisco Franco y están aún más documentadas las ligas de Franco con los gobiernos de Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Por si esto fuera poco, el doctor Héctor Gómez Peralta documentó que existían vínculos muy fuertes entre el Instituto de Cultura Hispánica, fundado por Gómez Morín y el Consejo de la Hispanidad, ligado a La Falange.2 Por lo demás, es verdad que el PAN tiene una raíz universitaria, pero el grueso de los universitarios que fundaron ese instituto estaban identificados con los sectores más conservadores. Finalmente, es cierto que el PAN tiene una raíz ciudadana y, en este punto, hay que concederle la razón a Pérez Franco; es innegable que en esta corriente había personas con inclinaciones de ultraderecha. De hecho, una buena parte de los primeros candidatos a diputados del PAN venían del sinarquismo.

El señor Pérez Franco quiere restar importancia al hecho de que algunos fundadores del PAN hayan apoyado una revista pro nazi, cuando afirma que en el PAN siempre ha habido personas con inclinaciones ultraderechistas. Pero Gómez Morín, Elorduy, Zuloaga, Herrera Lasso y Molina Font no eran militantes comunes ni la excepción, eran la cabeza del partido.

Según Pérez Franco, en medio del autoritarismo imperante en el sistema político mexicano, el PAN era uno de los pocos espacios con márgenes de acción independiente y ello hizo que muchas personas con ideología extrema llegaran y se fueran del partido y agrega que incluso los juveniles que trabajaron con Hugo Gutiérrez Vega tenían ideas muy radicales. De entrada, la idea de que el PAN era tan tolerante que hasta daba cabida a la intolerancia tiene sus problemas: la tolerancia con la intolerancia sólo favorece a la intolerancia. Además, sabemos que ese instituto siempre ha sido muy tolerante con personajes de la ultraderecha (como el hitleriano Óscar Sánchez, su actual dirigente del Edomex), pero muy intolerante con los grupos progresistas. Cuando Manuel Rodríguez Lapuente y Hugo Gutiérrez Vega impulsaron la izquierda cristiana dentro del PAN, el entonces líder del partido, Adolfo Christlieb Ibarrola, los corrió al grito de: Esto es una locura. ¡Se me van de aquí, cabrones!3

Pérez Franco afirma que en ninguno de los planteamientos históricos del panismo hay una connotación racista o que hable de la supremacía de alguna raza. Pero esto no es del todo cierto. Según Héctor Peralta, el hispanismo de Gómez Morín no era la simple simpatía por España, sino una doctrina muy concreta que plante(ab)a la idea de la raza hispana, que a diferencia del nazismo, no (era) una categoría estrictamente biológica o genética, sino sobre todo una forma de vida y cultura construida en el proceso de formación del imperio español que la diferencian claramente de otras naciones.4

Pérez Franco agrega que en los textos históricos de panismo tampoco hay algún planteamiento que justique la violencia. Faltaba más, pero los textos de los panistas en La Reacción (?) sí que la justifican. El funcionario del PAN duda que los panistas de La Reacción (?) se identificaran con la Alemania nazi y en especial duda del caso de Pedro Zuloaga, quien se dedicó a la divulgación científica. Esta duda se la puede aclarar a Pérez Franco el propio Zuloaga, quien en La Reacción (?), se define como un mexicano germanófilo y habla de la naturalísima admiración que provocan los fulminantes triunfos alemanes en toda persona no cegada por la pasión o influenciada por otros motivos menos confesables.5 Es cierto, como dice Aminadab que Gómez Morín tiene textos que condenan el racismo y las posturas que fomentan el odio y la violencia. Pero también es verdad que en 1941 apoyó una revista que publicaba artículos que sostenían que: “Como otrora los reyes católicos limpiaron de judíos a la España imperial para proyectarla gloriosamente en el futuro, así Adolfo Hitler tuvo que rescatar a su país para emprender, después, la ruta de ese destino magnífico. La crueldad, la persecución a la cultura es la fuente sentimental que explota la judería expulsada de Alemania…”6

La discusión sobre el fascismo es un debate de fondo e implica una revisión histórica mucho más seria que la que hace Pérez Franco. Si bien, en general, se acepta que se trató de un sistema de pensamiento autoritario que consolidó regímenes dictatoriales y totalitarios, el fascismo fue un fenómeno complejo que tuvo características muy distintas en diversos países, como lo prueba el caso mexicano. Además, fue un movimiento lleno de contradicciones y paradojas: centrado en lógicas nacionalistas, derivó en un movimiento internacional; siendo un movimiento de extrema derecha usaba una retórica socialista y su identidad estaba más definida por aquello contra lo que estaba que por lo que realmente era; así, los fascistas fueron esencialmente anticomunistas, antidemocrático-liberales, antipopulistas-católicos, antisemitas o antichinos.

Historiadores, analistas, sociólogos, politólogos y demás estudiosos están lejos de llegar a un consenso sobre el fascismo y el tema sigue siendo motivo de acaloradas disputas académicas. La gran mayoría de los historiadores sostiene que el fascismo fue un producto de la extrema derecha, pero los intelectuales neoliberales argumentan que se trató de un movimiento socialista. En 1947, el economista neoliberal Ludwig Von Mises planteó que la filosofía del Partido Nacional Socialista Alemán del Trabajo fue “la manifestación más pura y completa del espíritu anticapitalista y socialista de nuestro tiempo (…) La fórmula en que los nazistas condensaban su filosofía económica, a saber, Gemeinnutz geht vor Eigennutz (el bien de la comunidad está por encima de la ganancia privada), es igualmente la idea que sirve al New Deal americano y a la forma en que los soviets manejan los asuntos económicos (…) Cuando la política soviética de exterminio en masa de todos los disidentes y de violencia despiadada, suprimió las inhibiciones en contra del asesinato al por mayor, que todavía inquietaban a ciertos alemanes, nada pudo detener por más tiempo el avance del nazismo. Esta doctrina se apresuró a adoptar los métodos soviéticos e importó de Rusia el sistema de un solo partido y el predominio de este partido en la vida política (…) En ninguna parte hubo discípulos más dóciles de Lenin, Trotsky y Stalin que los nazis”.7

La tesis de Von Mises es interesante y le resulta muy útil a los propagandistas del neoliberalismo, pero no resiste la mínima revisión histórica: el fascismo surgió de movimientos ultraconservadores, los nazis eran furibundos anticomunistas, los planes de expansión colonial de Hitler y Mussolini fueron aplaudidos y apoyados por grandes empresarios, el vuelco a la economía dirigida por el Estado –que se dio en muchos países en la década de 1930– fue un intento desesperado por salir del desastre económico de 1929 (provocado por el sistema del libre mercado) y el plan económico de Hitler no fue socialista; fue el de una economía capitalista que se prepara, con disciplina militar, para una guerra de conquista.

Nadie quiere tener un pasado nazi y es entendible que los panistas quieran negar las ligas de sus fundadores con el fascismo. Pero no pueden negar que sus fundadores apoyaron La Reacción (?); no pueden negar que ésta era una publicación pro nazi y es grotesco que pretendan justificar esa actuación argumentando tolerancia. Mientras el PAN se niegue a revisar su raíz fascista, le seguirán saliendo brotes pro nazis. Ahí está como muestra, el dirigente del Edomex, Óscar Sánchez, admirador confeso de Hitler, y allí está la conferencia magistral dictada en Metepec por Salvador Borrego, el autor de Derrota mundial, el libro de cabecera de los nazis modernos. Ahí está también las decenas de miles de muertos que dejó la guerra de Calderón y de las que Pérez Franco no dice nada.

1 Vasconcelos dirigía Timón, Revista Continental que, en una nota de la redacción asienta que: “Si nuestra posición a veces pudiera parecer parcial a Alemania, ello depende de que Alemania está ganando, y lo decimos (…) No sólo lo decimos, sino que lo previmos”. Advertencia importante. Timón, Revista Continental, vol, 2, n. 17, 15 de junio de 1940, p.1. Otro artículo de esa revista, afirma que el triunfo nazi no sólo era previsible, sino deseable: “99 por ciento de la población (…) se complace de que en el mundo esté ocurriendo un cambio. No nos dejemos sorprender. Las maniobras de los aliados para arrastrarnos a la guerra”, ídem, p. 5.

2 Ver Héctor Gómez Peralta, Las doctrinas políticas del Partido Acción Nacional: del falangismo a la democracia cristiana. Tesis doctoral.

3 Testimonio de Hugo Gutiérrez Vega.

4 Peralta, op. cit.

5 Pedro Zuloaga. En defensa de la barbarie, en La Reacción (?), 28 de abril, 1941, p. 7.

6 E. Márquez Gómez. ¿Son un peligro los judíos?, en La Reacci ón (?), 28 de abril, 1941, p. 7.

7 Ludwig Von Mises. El socialismo.