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Cuba dentro de un piano es el título del concierto que ofreció en la Escuela de Medicina

El respeto por la buena música está en crisis: José María Vitier

En la isla siempre se hace buena y mala; hay veces en que se pone de moda y hay otras en que no, afirma el artista cubano autor de la banda sonora de la película Fresa y chocolate

Foto
El pianista José María VitierFoto Cubadebate.cu
 
Periódico La Jornada
Martes 18 de junio de 2013, p. 8

El respeto por la buena música está en crisis, la cual, a su vez, fue escrita con respeto para el público, expresa el compositor y pianista cubano José María Vitier (La Habana, 1954).

El autor de música para películas como Fresa y chocolate pertenece a una generación muy romántica (dicho en el sentido humano, no en el chopiniano, clásico), formada en los años 60 del siglo pasado. “Creíamos en el poder convocante de la música como algo que te eleva o te convierte en algo mejor. Eso todavía existe, pero cierta forma de ver la música está amenazada y no es una buena noticia. Nuestro deber es seguir luchando con lo que podemos, con lo que sabemos o con lo que queremos.

Me gusta mucho comprobar que los soñadores en este punto no estamos solos, ya que muchas personas necesitan que sobrevivan esos valores, que sobreviva esa actitud de búsqueda de la música como una forma de pensar, no sólo como entretenimiento, aunque también lo sea.

Vitier estuvo en México para ofrecer el concierto Cuba dentro de un piano en el Palacio de la Escuela de Medicina, bajo el auspicio de la Fundación UNAM. En febrero pasado, dirigió su obra Misa cubana, dedicada a la Virgen de la Caridad del Cobre, en el templo de Santo Domingo. Acaba de terminar la música para un documental sobre la obra del pintor abstracto cubano, radicado en México, Carlos García Aranjuez.

En entrevista, Vitier habla de los altibajos de la música cubana en el gusto del público: “Hubo, como usted sabe, un verdadero auge de la música cubana tradicional, sobre todo en los últimos años del siglo XX. Me pareció un movimiento bueno, creo que todos los músicos cubanos nos beneficiamos de ello. Fue muy merecido que esos artistas que estaban mayores tuvieron ese reconocimiento al final de su carrera, como fue el caso de Compay Segundo y Rubén González. No es que no lo hubieran tenido antes, pero sin duda tuvieron un empujón mundial importante en los medios.

Sin embargo, los verdaderos hitos de la música no tienen nada que ver con eso. Siempre se está haciendo buena y mala música. Hay veces que se pone de moda y hay otras que no. La labor del compositor es no esperar los auges y seguir trabajando confiado en el respeto por la buena música que todavía existe en el mundo. Aunque para mí está un poco en crisis el respeto por la buena música, la que, a su vez, fue escrita con respeto para el público.

De acuerdo con el entrevistado, hay modas en la música actualmente que no se quedan sólo en mala música, sino hablan de malvivir, que es más grave. Son modas que apelan al derribamiento de valores, a una actitud un poco descreída.

Respecto de las muertes recientes de Bebo Valdés y César Portillo de la Luz, Vitier señala que “todos los países que tienen una cultura popular profunda, como México y Cuba, cuando pierden una figura de esa magnitud viven un luto real justificado. Por fortuna, Portillo no escribió para su época, sino para todos los tiempos y siempre será recordado por sus canciones extraordinarias. Tuve la dicha de conocerlo personalmente y grabar algunas de sus canciones. Era un hombre –no sólo un músico– de la cultura, de pensamiento, que tenía mucha conciencia de lo que hacía.

“Era ejemplo, en muchos sentidos, de un artista honesto; no hizo concesiones artísticas de ningún tipo, un compositor de gran exigencia. No dejó una obra inmensa, sino precisa, necesaria. Hizo canciones para siempre.

Bebo, por su parte, fue altísimo representante de una corriente; no fue una figura solitaria en la música cubana. Hay una tradición que existe en Cuba, muy importante, de los siglos XIX, XX y XXI: la del piano, que es sorprendente. En la actualidad, hay cantidad increíble de grandes pianistas jóvenes, que están en su madurez y en su juventud.

Alma del danzón.. protagonista del son y la salsa

–¿A qué se debe esa tradición?

–Es un misterio porque no hay muchos pianos. Hay una gran escuela, una academia muy fuerte de piano. Todos esos pianistas que estudian, 90 por ciento son graduados de las escuelas de arte y eso ha dado frutos. Rindo homenaje a Ignacio Cervantes, a los primeros compositores de danzas de salón, como se llamaban, del siglo XIX. Hay un grupo de compositores que hemos tratado de dar continuidad a ese pianismo, que después se convierte en Lecuona, inmenso pianista, y en otros músicos que sin ser pianistas concertistas eran extraordinarios intérpretes como Bola de Nieve, compositores que se basaban en el piano.

El piano es el alma del danzón cubano, más que el danzón que se toca en México. También es protagonista en el son y en la salsa. Realmente es un instrumento poderoso y, gracias a ello, en Cuba hay un saludable movimiento amplio de pianistas.

–¿Los cubanos acabaron por aceptar el término de la salsa?

–No quedó más remedio. Los mismos salseros lo dicen, entonces, hay que respetarlos, ¿no? Los que saben más de eso terminaron por aceptar la salsa y otros términos más que han surgido después. Disfruto mucho la música popular bailable, pertenezco además a una generación –es algo que echo de menos ahora– en la que la música popular y la culta estaban siempre juntas. Ahora se han vuelto a crear como compartimientos cerrados de música que no se comunican unas con otras. Eso es fatal.