¿Cambio de estrategia?
l jueves pasado, en uno de los discursos más importantes de su administración, el presidente estadunidense, Barack Obama, definió un cambio estratégico
en torno al uso de la fuerza militar que el gobierno de Estados Unidos ha aplicado a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. El discurso causó gran impacto en la opinión pública del país por su alcance y limitaciones.
En el centro de la política delineada por Obama está cambiar la estrategia de una guerra global contra el terrorismo
. Propone disminuir la presencia de sus fuerzas armadas y atacarlo mediante el desmantelamiento de sus redes empleando recursos en materia de inteligencia y el uso más selectivo y cuidadoso en el uso de aviones guiados a distancia ( drones). Insistió, además, en su intención de cerrar la prisión de Guantánamo, como prometió, siempre y cuando el Congreso deje de obstaculizar ese propósito.
Obama ha sido blanco de críticas constantes desde ambos flancos del espectro político por la forma en que ha enfrentado los conflictos en Irak y Afganistán, y la mesura con que ha apoyado a las fuerzas rebeldes en Egipto, Libia y Siria. Quienes desde el inicio de la guerra contra el terrorismo han respaldado una presencia más agresiva de las fuerzas armadas estadunidenses, criticaron las intenciones del presidente e insistieron en que EU se involucre militarmente en Siria para apoyar a los rebeldes en su intento por derrocar al mandatario de ese país. Por otro lado, amplios sectores de la opinión pública han protestado por el uso de drones y el incumplimiento de la promesa de cerrar Guantánamo, como informó David Brooks en este diario en su excelente resumen sobre el discurso de Obama.
En todo caso, lo que falta en la estrategia delineada por Obama es reconocer una de las causas del terrorismo: la presencia de su ejército defendiendo los intereses de corporaciones estadunidenses en aquella región. Cabe recordar que el terrorismo de Al Qaeda fue en principio respuesta a la presencia militar de EU en Medio Oriente velando, entre otros, por los intereses de las corporaciones petroleras. A esos intereses se suman los de la industria militar, cuyas ganancias aumentan en relación directa con la presencia de las fuerzas armadas de Estados Unidos en el mundo. Mientras no cambie esa situación no habrá estrategia que funcione.
En memoria de Arnoldo Martínez Verdugo y José María Pérez Gay, y con un abrazo solidario a Martha y Lilia en estos momentos difíciles.