lguien cree que es posible cualquier empeño sin hombres? Pues sí, parece que sí hay quien lo piense. Por lo menos así se deduciría del Plan Nacional de Desarrollo que no considera ninguna fórmula para atender ese grave pendiente en el mundo de la seguridad. Es un punto de absoluta centralidad que se mantiene totalmente cerrado: la formación de recursos humanos de todo nivel, miles cada año, desde el primario hasta el de excelencia para las corporaciones, sus mandos y administración. Y la pregunta sin respuesta surge: ¿Cómo se pretende alcanzar un sistema policial mejor si no se empieza por formar sus recursos humanos con suficiencia en número, calidad y especialidades?
Con los años, a partir aproximadamente de 1985 en que se crea el Programa Nacional de Seguridad Pública, erráticamente han surgido algunas academias estatales que con todos sus méritos son insuficientes en calidad y en capacidad. La razón, otra vez, el interés en la seguridad pública no es fundamental y aún hoy parece que en los horizontes de los estados y el federal, con mucho privan las viejas prácticas retóricas por encima de la realidad, de claridad conceptual y compromisos puntuales. En el PND no hay una mención a la formación policial. Se presta atención al sistema penitenciario –lo que es correcto– pero nada al desarrollo de recursos humanos.
Durante la última década, uno de los tres primeros lugares entre los temas que más preocupan a los ciudadanos es su seguridad. Esto explica que cada vez un mayor número de estudiosos se ocupen de sus temas y que un creciente número de organismos civiles se interesen en observar al sistema de seguridad-justicia y en hacer notar los cambios que requieren, pero tampoco ellos han hecho suficiente énfasis en la educación.
No se conoce el número de egresados del nivel básico que se requeriría anualmente, menos aún cuántos mandos calificados y especialistas. Como aproximación acéptese que sí se ha sostenido que existen 400 mil policías en el país, hablando sólo de preventivos no de ministeriales, y siendo como son prescindibles en su enorme mayoría, cualquier cálculo aritmético refleja que los requerimientos de crecimiento y reposición resultan de alerta roja. La operación serviría para dar una idea del enorme universo del que se habla. Moderadamente quizá habría que formar, simplemente para reposición de bajas por eliminación o deserción, un 10 por ciento o sea 40 mil policías al año.
El creciente número de analistas interesados en materias semejantes, cuando solicitan datos sobre la formación de recursos humanos encuentran vacíos conceptuales sobre cualquier proyección en aspectos técnico-profesionales, materiales, calendáricos y de infraestructura financiera realmente preocupantes. ¡Atrás del discurso no hay nada! ¿Por qué?, pues porque no hay un proyecto sustantivo.
No se trata de formar policías de crucero, que aunque modestos son indispensables. Los servicios policiales de un país comparable con México poseen en su estructura un número sorprendente por su magnitud de unidades, jerarquías y especialidades que no se producen solas sino que demandan de sus correspondientes centros de formación para toda una pirámide profesional.
En adición, no hay país que no tenga en soporte de sus fuerzas policiales sistemas educativos sólidos, formales, profesionales y ya muy decantados en cuanto a experiencia. Se llega como Argentina, además de otras muchas instancias, a tener un Instituto Universitario de la Policía Nacional o a las veinte escuelas de especialidades de la Policía Nacional de Colombia; la Universidad Policial de Bolivia o como España a tener un Centro Universitario de la Guardia Civil que opera con la asesoría de la Universidad Carlos III, o tres escuelas superiores en Francia sólo para la Policía Nacional, o las cinco academias profesionales de Chile y, como es natural, todos participan y explotan el generoso filón de la cooperación internacional.
El Plan Nacional de Desarrollo expresa: La problemática en materia de seguridad pública requiere de una nueva estrategia integral que recupere la confianza de la ciudadanía en las corporaciones policiales
. Queda clara una gran interrogante que al sistema hoy le será imposible contestar satisfactoriamente: ¿De dónde saldrán los nuevos policías en número, especialidad, jerarquía y oportunidad para crear esas corporaciones?
Se dice que ya vienen los militares para la Gendarmería Nacional: ya vienen y agregan que luego se irán. ¿Con quiénes, cómo y cuándo se les reemplazará? No hay respuesta y de esta manera, los buenos o malos intentos por cumplir con tantas intenciones expresadas en el Plan Nacional de Desarrollo quedarán en el aire. Simplemente ¡No habrá con quién!