Domingo 19 de mayo de 2013, p. 18
Los centros de reclusión construidos con fondos de la iniciativa privada podrían generar el riesgo de que los presos con mayores posibilidades económicas sean tratados de forma distinta a quienes no las tienen, y que los administradores vean a las prisiones como simple negocio, sin apegarse al objetivo primordial de considerarlas centros de verdadera readaptación social, advirtieron académicos en temas de seguridad.
Javier Oliva, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), consideró que las cárceles privadas –que recibieron el impulso del gobierno de Felipe Calderón– no son necesariamente un proyecto negativo, pero señaló que al tener la misión de convertirse en una inversión redituable pueden distanciarse de su función principal.
Estos centros todavía no están en funciones, habría que ver con qué reglas van a funcionar, pero la idea de las cárceles privadas tienen un claro sentido de negocio a partir de quién las va a administrar y con qué recursos
, afirmó el docente especializado en seguridad nacional.
El riesgo es que los presos que tienen más dinero sean tratados con un doble rasero o que estos penales sean vistos nada más como empresas, y por lo tanto se aparten de la filosofía de readaptación o reinserción social
, apuntó.
El Estado cede potestad
Pedro Isnardo de la Cruz, también académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, coincidió en que las cárceles edificadas con capital privado son vistas por sus promotores como un negocio en el cual el Estado cede la potestad de reinsertar a los criminales a la sociedad, como ha demostrado la experiencia de varios países industrializados.
Estos sitios son administrados con fines de lucro, generando un sistema de exclusión mayor en la medida en que el racismo, la discriminación y la violencia a veces están más presentes, lo que provoca que la espiral de reincidencia delictiva no se detenga
, alertó el académico.
Si las autoridades mexicanas buscan presentar a estos penales como una fórmula perfecta contra la corrupción, el autogobierno y los motines, las cárceles privadas no son la opción. Europa y Estados Unidos se están distanciando cada vez más de ella
, enfatizó.