Cannes recibió Heli, de Amat Escalante, con escasos aplausos y reacciones de horror
México tiene una herida colectiva, que se vuelve temor omnipresente
Para el realizador guanajuatense es difícil preparar otras historias cuando se vive en este país
La realidad es mucho peor; busco mostrar algo muy diferente a lo que se ve en la tv
, comenta
No hay ánimo de denuncia; me cuesta expresar mi posición ante el tema, por eso filmo
Viernes 17 de mayo de 2013, p. 9
Cannes, 16 de mayo.
La controvertida Heli, del mexicano Amat Escalante, único latinoamericano aspirante a la Palma de Oro en Cannes, fue recibida ayer con escasos aplausos y provocó reacciones de horror durante y después de su proyección.
Muestro justo la violencia sicológica. De alguna forma México está herido también; hay una herida colectiva que se vuelve un temor omnipresente
, señaló el director mexicano en entrevista con La Jornada.
La película es un escalofriante retrato, sin contemplación alguna, de la espiral de violencia que azota a México. Y lo hace a través de las desventuras que vive una familia implicada, a su pesar, en un asunto de drogas, cuando una banda de narcotraficantes descubre que el novio-cadete de la hija de 12 años roba a un cártel local. La terrible venganza aparece aquí de forma explícita y cruda.
El cineasta, de 34 años y oriundo de Guanajuato, ha sabido encontrar su lugar dentro de la nueva ola de cineastas mexicanos. Es un asiduo de Cannes, donde debutó en 2005 con Sangre, que mereció el premio Fipresci, de la crítica internacional. Impactó con su segunda entrega, Los bastardos (2008) presentada en Una Cierta Mirada, dedicada a destacar a los directores con talentos particulares.
Escalante pretende revelar con su filmografía el desencanto y miedo que viven sus conciudadanos, en un contexto donde impera el narcotráfico, la violencia, la prostitución y la corrupción.
–Hay violencia excesiva en la película ¿está justificada?
–Sí, completamente. La realidad es mucho peor de lo que se ve en ella. La forma en que enseño la violencia en mis cintas es muy personal, siempre trato de ver hasta dónde puedo llegar y de mostrar algo muy diferente a lo que se lee en los periódicos o en la televisión.
Hechos reales
–¿Trata sobre un hecho real específico?
–No. Son varios episodios que han salido en las noticias, como la tortura de los militares hacia Beto. Es una réplica, toma por toma, de un suceso que se vivió en Guanajuato, donde filmamos Heli. Se encontró un video de la policía donde había un estadunidense entrenándolos y muestra exactamente eso. Los colgados, los mutilados… hemos visto todo eso en México. Es una imagen ya tan común. La escena de la tortura física me la imaginé, pero después encontré un video que mostraba exactamente lo mismo: niños torturando y matando a una persona colgada, como sucede en esta historia. La filmaron, está en Youtube. No se necesitaba demasiada investigación. Era más como una filtración de información para mostrar lo que queríamos.
–En Heli vemos corrupción en todo nivel. ¿Cree que las normas del actual presidente de México ayuden a mitigar esta terrible realidad?
–La película no es un documental. Guanajuato es una ciudad muy bonita y turística, donde realmente no suceden estas cosas. Tal vez me inspire más en las películas de Sergio Leone que en el problema de narcoviolencia que vive México.
“Soy cinéfilo, no un apasionado de las noticias o fan de la violencia. Lo que muestro está dentro de un contexto real. Busca una verdad, tal vez tipo documental, para enseñar realidades que me han conmocionado.
No entro en conversaciones de política. Me cuesta expresar mi posición sobre el tema. Por eso hago películas, para manifestarme de manera visual.
–Mas allá de la violencia física evidente, hay, sobre todo, violencia sicológica…
–Sí. Lo peor que muestro en la película es justo la violencia sicológica, porque te pueden sanar las heridas, pero es mucho más difícil recuperarte (mentalmente) de actos tan terribles como los que vemos aquí. De alguna forma México está herido también. No a todos nos han golpeado o nos han torturado, pero hay una herida colectiva que se vuelve un temor latente, omnipresente.
–Durante la escena de la tortura hubo gente que abandonó la sala en Cannes. La violencia en ella es perturbadora.
–No estoy pensando en qué repercusiones va a tener la película, sino en hacer cine, en qué mostrar y cómo hago las tomas. Hay un interés aquí que no sé si es morboso… Es difícil preparar otro tipo de historias cuando se vive en México. Igual Heli me costó muchísimo. Tardé cinco años entre el guión, encontrar el financiamiento y la búsqueda exhaustiva del casting. Por ello no me preocupa qué pensarán en el extranjero, porque no es una película que representa a México, aunque así parezca en este momento. Es más un sentimiento de tristeza que existe y que se justifica. Quiero traspasar las cosas que ya hemos visto y enseñar las que no. Sabemos qué pasa por los periódicos, pero es muy diferente ver cómo realmente sucede y sobre todo ver a niños viviéndolo. Resulta trágico para mí, tanto la violencia como ver a los niños envueltos en ella.
–Como cineasta, se le ve más oficio.
–Es mi tercera película y cada vez voy corrigiendo y superando los errores de las anteriores. Pero no me sentía más seguro con esta. De hecho, las complicaciones eran más grandes y a veces me sentía como si estuviera haciendo mi primera película. Eso está bien, pero es muy estresante. El rodaje fue bastante difícil para todos.
–Regresa a Cannes por tercera ocasión, pero ahora en la competencia oficial y, después de las reacciones de la crítica festivalera existen muchas dudas sobre si gustará su película a Steven Spielberg, presidente del jurado de turno. ¿Qué se siente estar bajo su lupa?
–Recuerdo que mis primeras emociones de su cine me las dieron ET e Indiana Jones. Entonces me parece anecdótico que él vaya a ver ahora mi película, porque es muy alejada de lo que él hace. Aunque también le gusta la violencia. De hecho, todas sus películas son bastante violentas, en particular Jurassic Park. Hay muchos muertos y a mucha gente les vuelan la cabeza y los destrozan sus monstruos (risas).
–¿Cómo se rodó la escena más impactante: la tortura a Beto con golpes y quemazón en los genitales? Era muy real, ¿quemó al actor?
–Un poquito nada más (risas). Filmar esa escena fue muy difícil y desagradable. Fueron tres días de rodaje, encerrados y concentrados en esa secuencia. Los golpes sí dolían, algunos fueron muy fuertes, y cuando los niños le quitaban la ropa era imposible ponerles protección. No puedo revelar más detalles sobre la quemada, porque hay que mantener un poco la magia. Las balas eran especiales para eso. Todos terminaron con moretones.
Ni crítica ni denuncia
–Hay una crítica muy explícita a los militares. ¿Cree que el Ejército mexicano pueda tener algún tipo de reacción a esa imagen tan despiadada que aquí se da?
–No es un tipo de película que verán millones de personas como las de Spielberg, por la misma violencia. Por lo que no me preocupa mucho. Además creo que no hay ninguna película mexicana donde salen los policías o militares que no sean corruptos. No hay ningún ánimo de denuncia o critica aquí. Es parte del triste drama que vive México. La gente se siente atrapada, no tiene adonde ir, donde buscar ayuda. Eso es lo que se quería reflejar en la cinta: esa frustración casi caricaturesca comparada con la realidad, que es mucho más lamentable aún. Para eso hay muchos documentales sobre corrupción que tocan el tema de manera mucho más profunda. Esta película lo toca cinemáticamente y sin concesiones.